62.
SANTIAGO ONTAÑÓN
Santiago
Ontañón Fernández nace en Santander en 1903, fue pintor,
escenógrafo, ilustrador, escritor y hombre de cine como director e intérprete.
Tuvo tres hermanas y pronto se trasladó a Madrid.
Ontañón
a partir de 1920 asiste a las tertulias de Madrid: por la tarde a la de La Granja
del Henar y por la noche, a la del Café Pombo. En ellas se relaciona con
las figuras del momento: Gómez de la Serna, Ortega y Gasset, Pérez
de Ayala, Manuel Azaña, Valle-Inclán, pero también con otros
más próximos en edad: jóvenes autores teatrales, críticos,
pintores, escultores, arquitectos, periodistas, músicos, amigos y compañeros.
Entre ellos, Paco Vighi, los hermanos López Rubio, Federico García
Lorca, Salvador Dalí, Luis Buñuel, Eduardo Ugarte, Pepín
Bello, Rafael Alberti, Guillermo de Torre, Sánchez Mejías, el pintor
portugués Almada Negreiros, Tono, Carlos Arniches (tanto el padre como
su joven hijo arquitecto), Pancho Cossío, Claudio de la Torre, Luis Calvo,
actores y actrices de paso por Madrid.

A la izquierda Santiago Ontañón en su
juventud, junto a sus hermanas y un amigo
El
22 de marzo 1920 se estrenó la primera obra teatral de Federico García
Lorca "El maleficio de la mariposa", en el Teatro Eslava de Madrid con
Catalina Bárcena como protagonista. La representación sólo
estuvo un día en la cartelera. Ontañón explicó del
"mayor pateo teatral del mundo": <<... el estreno fue desastroso.
Fue uno de los estrenos madrileños en que se venían abajo los techos
del pateo. De forma que el maleficio anunciado en el título, se cumplió
al pie de la letra y hasta sus últimas consecuencias... Aquella noche tuvo
lugar una interrupción graciosísima. Los personajes eran sencillos
animalitos: gusanitos, escarabajos, mariposas, sapitos y demás. A uno de
estos bichitos, se le ocurrió decir que iba a comerse una "cucarachita".
Entonces bajó una voz del gallinero, en el tono más elevado, que
dijo como dirigiéndose al autor: ¡Asqueroso!. La carcajada fue atronadora.
Federico la repetía cada vez que la recordaba>>.
Ontañón
se traslada a París donde trabaja de dibujante e ilustrador de revistas
y realiza su primera escenografía en 1923 para el ballet ruso de Borís
Kaniasef que actuaba en el Gaieté Lyrique. A su regreso de París
recibe el encargo de realizar las escenografías de "Las Golondrinas"
de Usandizaga y de "La Revoltosa" con libreto de José López
Silva y Carlos Fernández Shaw y música compuesta por el maestro
Ruperto Chapí, que fueron representadas en el Teatro Calderón de
Madrid con bastante éxito. Fue su debú como escenógrafo en
España. Sus dibujos ilustraban las páginas de "La Esfera",
"Nuevo Mundo" y "La Revista de Occidente"
Uno
de sus amigos, Rafael Alberti, contaba sobre Santiago Ontañón: <<¡Qué
veloz manera de envolverle a uno con su simpatía y su gracia!. Animador
irresistible, tanto hablando como cantando con profundidad y temblor los cantos
populares de su verde y marinera Cantabria>>. Ontañón era
un apasionado por la vida y siempre tuvo una pasión nostálgica por
su Santander natal. Su afecto por su ciudad le acompañó a lo largo
de toda su vida, no en vano será su arboleda perdida. Era famoso entre
sus amigos por entonar canciones montañesas, aprendidas en su juventud,
con un profundo vozarrón. Sobre la canción montañesa dio
varias conferencias por Hispanoamérica y escribió un artículo
en la revista "Luna". Santiago Ontañón dijo al fin de
sus días: <<No por haber vivido en París olvidé nunca
mi tierra santanderina, ni lo haría durante mi exilio en América.
En uno y otro lugar, Santander venía a mi memoria en forma de imágenes
concretas y dulces, aunque ya lejanas. Santander seguía siendo para mí
el mar, lo primero que recuerdo que vieron mis ojos. El mar y aquel puerto como
el que he visto pocos entre los de su tamaño, acaso por aquel color físico
y humano que tenía y por eso se ha dado en llamar ahora background, por
aquel entorno natural hoy en parte estropeado. Aquella belleza de los días
con viento sur, que hacía volar chimeneas y balcones como las amarillentas
hojas del otoño, en que el aire se tornaba transparente y por encima de
Peña Cabarga se divisaban los Montes de Pas, era para mí inigualable.
A mí los cuadros de Patinir siempre me han recordado aquellos fondos de
la Vega de Pas. Y Santander era para mí aquella brava boca del puerto,
por donde llegaban las traineras de los pescadores a la caída de la tarde,
remando a todo trapo, como en una auténtica regata porque el que primero
llegaba al puerto era el que ponía el precio>>.
Santiago Ontañón
conoció a Margarita Xirgu una noche en el Teatro Español de Madrid,
al ser presentado por Manuel Fontanals, del que era muy amigo.
Santiago Ontañón
decía que Rafael Alberti había estado enamorado de su hermana Avelina.
Le había regalado un ejemplar de "Marinero en tierra" ilustrado
con varias páginas de dibujos, poemas y pensamientos, y a cambio esperaba
su enamoramiento. Esa relación, como tantas otras, tiene su origen en los
lazos que se establecieron, entre los internos de la Residencia de Estudiantes
y los amigos que los visitaban. En la Residencia, al contrario de lo que cabe
pensar, había muchísima gente. Ontañón declaró
más tarde al respecto: <<Recuerdo que Pepín Bello, el genial
Pepín Bello, que tanta influencia ejercía sobre todos nosotros,
y en especial sobre Lorca y Dalí, inventó un día los carnuzos
y su definición correspondiente, rápidamente aceptada y puesta en
circulación inevitablemente en nuestras conversaciones en aquellos años
veinte. Carnuzo era toda forma o apariencia desagradable, sólida y carnosa,
repugnantemente muerta. Pues ese burro muerto que creo que aparece sobre un piano
en "Un perro andaluz" tampoco es una idea daliniana, sino que es en
realidad una aportación indirecta de Pepín Bello. Cualquiera del
grupo que hoy sobreviva sabe perfectamente que esta secuencia de "Un perro
andaluz" no es más que un carnuzo de Pepín Bello escenificado;
pero idea original de Dalí, en absoluto>>. Santiago Ontañón
fue uno más de la Generación del 27.

Pepín Bello con sus compañeros de la Residencia de Estudiantes
Santiago Ontañón
cuenta también de aquella época, el reventón de las representaciones
de Benavente, por parte de los residentes: <<El genial Pepín Bello
era, insisto, tan surrealista como el que más. Un día inventó
el 'vómito', para ir a escuchar las obras de Benavente. Se metía
en el bolsillo un frasco con agua y salvado, adquiría una butaca y cuando,
a mitad de la obra, algún personaje soltaba uno de aquellos pensamientos
benaventinos de ida y vuelta, que hacían exclamar a la burguesía:
"¡Qué talento!", entonces Pepín Bello tomaba el
agua y el salvado y le entraban, acto seguido, unas arcadas escandalosísimas
con las que alborotaba a todo el teatro. Entonces la gente que estaba a su lado
le preguntaba, tratando de ayudar: "¿Qué le pasa?... ¿Se
ha puesto usted enfermo?..." Y Pepín lanzaba una vomitona espantosa
sobre cualquiera y, entre arcada y arcada, decía: "No sé, no
me siento bien. ¡Yo creo que han sido los pensamientos de don Jacinto!".
Y es que a Benavente se la tenía jurada el grupo, como "putrefacto"
preclaro>>.
El 25 de julio de 1928 Lorca charlaba con su amigo Santiago
Ontañón en la Residencia de Estudiantes, cuando entró otro
amigo. Éste tiró un ejemplar del "ABC" sobre la mesa.
Lorca lo recogió y exclamó al rato: <<La prensa que maravilla.
¡Leed esta noticia!. Es un drama difícil de inventar>>. Así
comenzó a germinar en la mente del autor, la obra que tardaría cinco
años en florecer sobre el escenario. Los titulares decían: "Misterioso
crimen en un cortijo de Nijar/ Momentos antes de verificarse la boda se fuga con
un primo para burlar al novio/ Les sale al encuentro un enmascarado y mata a tiros
al raptor". Lorca seguiría con mucho interés los reportajes
de toda la semana, resumidos en grandes titulares. Pero no han quedado notas,
apuntes ni esbozos de la obra. Lorca, como todo gran artista, siempre eleva la
realidad a esferas poéticas y míticas, no perceptibles en esa realidad
a primera vista. Su hermano Francisco decía: <<Federico no trabajaba
sobre un esquema planeado de manera precisa. Solía contar la posible obra
a mí o a los amigos. El proyecto se le olvidaba luego, al menos aparentemente,
para reaparecer tiempo después en otra forma. Este proceso de maduración
era espontaneo>>.

Santiago Ontañón con Federico García Lorca en la Huerta de
San Vicente
En 1929 Santiago
Ontañón ilustra la obra del chileno Vicente García-Huidobro
Fernández "Mío Cid Campeador". En 1930 debutó en
el cine como intérprete en "El embrujo de Sevilla" de la mano
de Benito Perojo.
Lo peor de la violencia -ya sea terrorista
o familiar- es la sumisión de quien la sufre: una sumisión que no
sólo es externa, sino que se torna interior. Marcelino Domingo, Ministro
de Instrucción Pública durante la II República, entendió
pronto que la única manera de vencer ese miedo ultraterreno, íntimo,
era la educación de gentes libres, y así surgieron las "Misiones
Pedagógicas". Una educación que después, desde el ámbito
intelectual y con el respaldo de Fernando de los Ríos, pudo así
nutrirse desde el teatro del Siglo de Oro por medio de La Barraca, donde el poeta
Federico García Lorca y el escenógrafo Santiago Ontañón,
entre otros muchos universitarios entusiastas, fueron llevando a los pueblos españoles
la mejor dramaturgia.
El 8 de Marzo de 1933 la compañía
de Josefina Díaz de Artigas, estrena en el Teatro Beatriz de Madrid, el
drama de Federico García Lorca "Bodas de sangre". La escenografía
será responsabilidad de Santiago Ontañón. Del encargo escenográfico
que le hizo Federico, cuenta Ontañón que le creó un problema
de conciencia: <<...porque el decorador de la compañía de
Josefina Díaz de Artigas era Manolo Fontanals, el mejor que había
y, además, amigo mío. En tal situación, no quise, por imposición
de amistad del autor, quitarle a Fontanals un estreno de esa categoría.
Yo dije que no podía hacerlo sino junto con Fontanals, lo que éste
aceptó, pero dicho sea en honor de la verdad, Manolo tenía mucho
trabajo que hacer en Barcelona, preparando un espectáculo para los carnavales,
y la verdad es que el decorado me lo tragué yo todo en el taller de Fontanals,
pues éste hizo tan sólo el boceto de un acto. De todas formas, yo
estaba más en la línea moderna que le gustaba a Federico, mientras
que Fontanals era un estupendo escenógrafo, pero clásico>>
.García Lorca le explicó cómo quería que fuese el
traje de la novia, junto con el resto del vestuario y Ontañón recuerda:
<<Hice uno como me había pedido y otro a mi manera y se los llevé
al teatro. Ugarte iba dando el visto bueno a los diseños: "exacto,
exacto... muy bueno... ¡una mierda, esto es una mierda!". Y Federico,
que estaba delante, dijo: <<¡El que yo he dicho!>>. Y Ugarte:
"Pues es una mierda; déjalo a él, que de eso sabe más
que tú". Trataba así a Federico. Y, al fin, se hizo lo que
dijo Ugarte... Luego Federico se lo llevó a "La Barraca", como
supervisor y segundo de abordo>>.
En estos años
Santiago Ontañón realizó un boceto gouache para el decorado
de "El sombrero de tres picos" de Manuel de Falla, estrenada ya en 1919.
Santiago Ontañón junto con Miguel Prieto, son considerados los mejores
escenógrafos de la Segunda República.
En 1933
se publica en Madrid "La tierra de Alvargonzález", homenaje del
teatro universitario La Barraca, al gran poeta don Antonio Machado. Fue impreso
por Manuel Altolaguirre ie ilustrado en la cubierta con un dibujo de Santiago
Ontañón. Este cuaderno era repartido por el teatro La Barraca después
de las representaciones de la obra y de él se imprimieron ejemplares sobre
papel de distinto color.

Ejemplar de "La tierra de Alvargonzález"
En
1934 Santiago Ontañón realizó los decorados de la obra de
Jardiel Poncela "Usted tiene ojos de mujer fatal". Este mismo año
intérpreta en el cine la película "La traviesa molinera"
de Harry d'Abbadie d'Arrast.
En 1935 debutó en
el cine como director, en la película "Los claveles". El argumento
era una zarzuela homónima de Luis Fernández de Sevilla (Luis Fernández
García) en colaboración con Anselmo Cuadrado Carreño y música
de José Serrano. El guión fue de Eusebio Fernández Ardavín
y los decorados de Fernando Mignoni, otro magnífico escenógrafo.
Los intérpretes fueron: María Arias, Ramón Cebrián,
Manuel Corbacho, Anselmo Fernández, Mario Gabarrón, María
García, Amadeo Llauradó, Alberto López, Mary Amparo Bosch,
Porfiria Sanchiz, María Zaldívar. El estreno se realizó en
el cine Tívoli de Barcelona el 20 de enero de 1936.
Santiago
Ontañón conoció por aquellas fechas al autor teatral mallorquín
Jacinto Grau, al que todo el mundo calificaba de gafe. En los círculos
literarios de Madrid, y luego en los de Buenos Aires, se eludía mentar
su nombre, designándole como "el dramaturgo, usted sabe". Sería
excesivo atribuir al carácter del autor el que sus obras teatrales -que
desde luego tienen la dignidad de un tema noble y de un no menos noble propósito
artístico- estuvieran prácticamente desterradas de los escenarios
españoles. Esta desdicha está suficientemente explicada por el ínfimo
gusto que prevalecía por entonces en el mundo de la farándula y
entre el público que la sostenía, condición ésta que,
siendo, como Jacinto Grau lo era, criatura de la más inocente bondad, hacía
de él, sin embargo, una figura bufa, el latoso a quien cada cual deseaba
quitarse de encima. Ontañón decía de él: <<Era
una autor teatral cuyo nombre no puede decirse. Nosotros le llamábamos
"El Innombrable". Había más "'gafes" señalados
y reconocidos como tales, pero "El Innombrable", que vivió y
murió en Argentina después de la guerra, descuella sobre todos los
que he tenido que padecer>>.
En 1936 estalla la Guerra
Civil y a Santiago Ontañón le sorprende preparando una versión
cinematográfica de "La feria de los discretos" de Pío
Baroja. Ontañón colaboró con la causa republicana. Rafael
Alberti explicaba sobre Ontañón: <<Nuestra imparable amistad
se ensanchó sobre todo durante la Guerra Civil, en la Alianza de Intelectuales
Antifascistas, cuando Santiago era nada menos que un soldado de la caballería
republicana, siendo reclamado por María Teresa León como escenógrafo
para las Guerrillas del Teatro del Ejército del Centro, que ella dirigía,
a la vez que para el Teatro de Arte y Propaganda, en el Teatro de la Zarzuela
de Madrid. En aquellos años terribles y maravillosos, Santiago Ontañón
hizo todo lo que María Teresa le pedía, pues Santiago estaba capacitado
para ello: actor, cantante, escenógrafo, buenísimo escritor de lo
que llamábamos "teatro de urgencia". Un prodigio. Nada mejor
que Santiago para salvar situaciones difíciles... "¡Ontañón!",
le gritaba María Teresa con cierta voz de mando, y Santiago ya sabía
que tenía que obedecer, salvando cualquier situación, por muy dificil
que ésta fuese. Él creó los magníficos decorados para
la obra soviética "La tragedia optimista"; para "Los títeres
de cachiporra", de Federico García Lorca; para la zarzuela "Château
Margot", y sobre todo, su más grande creación en aquel momento,
para mi adaptación de la "Numancia", de Cervantes, que se representó
durante la defensa de Madrid, y luego en Montevideo, dirigida e interpretada por
Margarita Xirgu.>>.
Maria Teresa León directora
de las Guerrillas del Teatro, explicaba sobre Santiago Ontañón:
<< Si a algo estoy encadenada es al grupo que se llamó Guerrillas
del Teatro del Ejército del Centro... La guerra nos había obligado
a cerrar el gran Teatro de la Zarzuela y también la guerra había
convertido a los actores en soldados. Este llamamiento a las armas nos hizo tomar
una resolución y la tomamos. ¿Por qué no ir hasta la línea
de fuego con nuestro teatro? Así lo hicimos. Santiago Ontañón,
Jesús García Leoz, Edmundo Barbero y yo, nos encontramos dentro
de una aventura nueva. Participaríamos en la epopeya del pueblo español
desde nuestro ángulo de combatientes>>.
El 10
de septiembre de 1937 se estrenó en el Teatro de la Zarzuela "Títeres
de cachiporra. Tragicomedia de don Cristóbal y la señá Rosita"
de Federico García Lorca por el grupo de teatro de la Universidad Carlos
III de Madrid. En esta obra, los muñecos de García Lorca representan
algunos de los instintos y pasiones elementales del individuo y de la sociedad.
El autor no pudo estrenarla en vida, y tuvo que ser el grupo Arte y Propaganda
quien lo hiciera en plena Guerra Civil, con la dirección de María
Teresa León, decorados de Santiago Ontañón, escenografía
de Gustavo Calleja y con José Franco en el papel de don Cristóbal.
Durante
la guerra Rafael Ontañón no perdió su buen humor y es conocido
que decía a sus compañeros que las lentejas que comían, tenían
gusanos que los miraban.
El Teatro de Arte y Propaganda, además
de Lorca y Vishnievski, quiso abordar otro de los más graves problemas
que el teatro republicano tenía planteado: la creación de un repertorio
teatral español, estética e ideológicamente revolucionario.
Así el 12 de noviembre de 1938 y como complemento a "La tragedia optimista",
se estrenó con gran éxito en el Teatro de Arte y Propaganda de Madrid,
"El bulo" de Santiago Ontañón, mientras que en la mañana
del 12 de diciembre se realizó el pre-estreno de "Sombras de héroes",
de Germán Bleiberg que recibió compartido con Miguel Hernández,
el Premio Nacional de Literatura, por este poema dramático perdido.
En
diciembre de 1938 se estrenó por el Teatro de Arte y Propaganda del Estado,
en el madrileño Teatro de la Zarzuela, la adaptación de Rafael Alberti
de la obra de Miguel de Cervantes "Numancia", con escenografía
(maqueta y decorados) y figurines de vestuario de Santiago Ontañón.
María Teresa León fue la directora y Santiago Ontañón
logró crear el efecto de lluvia, con luz y sonido. Alberti optó
por adaptar la obra a las circunstancias y hizo vestir a los romanos de fascistas
mussolinianos. María Teresa lloraba entre bastidores mientras contemplaba
como subía el pueblo hacia la hoguera de una muerte común. Existía
una perfecta simbiosis entre la directora y el escenógrafo de esta pieza
teatral. A través de los bocetos conservados, se puede hablar de una moderna
escenografía de claras resonancias surrealistas.
En
octubre de 1939 un grupo de republicanos, entre los que se encontraba Santiago
Ontañón, pidieron asilo político a la Embajada de Chile en
Madrid. Sólo uno no pudo entrar, el poeta Miguel Hernández, en quien
primó, por encima de sus intereses, la vida de su nuevo hijo a quien fue
a conocer a Orijuela, al tiempo que debía haber entrado como refugiado
junto a sus compañeros. Poco después, sería detenido acusado
de rebelión y de apoyo a la República, y condenado a muerte por
tales delitos, lo que motivó las reacciones inmediatas de Antonio de Lezama
y Santiago Ontañón, entre otros asilados, ya que desde su encierro
iniciaron una campaña para salvar su vida enviando multitud de cartas a
personalidades de la cultura, así como de la política del momento.
Ontañón contaba: <<Allí encerrados, sin apenas poder
tomar más que un poco el sol, el tiempo se hacía interminable. Ni
la lectura, ni las partidas de ajedrez, juego en el que Pablo de la Fuente era
un consumado maestro, eran suficientes, y un día decidimos hacer un periódico
para no embrutecernos. Por aquellos días había atravesado el cielo
de Madrid un aerolito al que comenzaron a llamar cometa, y bautizamos nuestro
diario: "El Cometa". Lo hacíamos por las noches, antes de acostarnos,
realizando el cierre de la redacción a las dos de la madrugada y para redactarlo
nos servíamos de las noticias que nos facilitaban los empleados de la Embajada,
comentábamos las de los periódicos y escuchábamos la radio.
Todas las mañanas cuando Vergara (se trata de Germán Vergara Donoso,
Encargado de Negocios de la embajada chilena) llegaba, nos lo pedía. Una
de ellas se enteró por "El Cometa" del inicio de la guerra europea.
Hacíamos un único ejemplar que constaba de varios pliegos de papel
de barba, pulcramente mecanografiado por Pablo de la Fuente. Yo hacía la
cabecera y el chiste de cada día. Era el Mingote de "El Cometa".
Era de un fuerte contenido político antifascista y junto con "Luna",
revista que luego comenzaríamos a hacer también, semanalmente, fueron
las dos primeras publicaciones antifranquistas que vieron la luz en Madrid recién
terminada la guerra>>. Ocho miembros del grupo de exiliados republicanos
en la Embajada chilena formaron el colectivo autodenominado "República
de las Letras", aunque eran más conocidos en el interior de la Embajada
como el grupo "Noctambulandia", ya que se reunían todas las noches
para elaborar el diario "El Cometa" y la revista "Luna".
Los
componentes de la "República de las Letras" eran Pablo de la
Fuente , nacido en Segovia en 1906, que desempeñaba las funciones de coordinador
y director de las publicaciones; Santiago Ontañón, responsable del
diseño e ilustraciones, aunque también solía colaborar en
diversos artículos; Antonio Aparicio, nacido en Sevilla en 1916, se encargaba
de la sección de poesía; Edmundo Barbero realizaba las críticas
de teatro, mientras que José Campos, Antonio de Lezama, y los hermanos
Romeo, Aurelio y Julio, se responsabilizaban de las narraciones y de las críticas
literarias
La publicación de "El Cometa", iniciado hacia octubre
de 1939, se prolongó hasta junio de 1940, teniendo que ser destruido en
su totalidad ante la amenaza de un asalto a la embajada chilena. Santiago Ontañón
describe esta lamentable desaparición del primer diario antifranquista
editado en España: <<Los hermanos Romeo, que habían aprendido
encuadernación en el Instituto Escuela, hicieron dos hermosos tomos con
aquellos casi trescientos números que una mañana, ante la nueva
amenaza de asalto que se cernía sobre la Embajada y una vez que Chile había
roto relaciones diplomáticas con Franco, se nos pidió que destruyésemos.
Cuando los hermanos Romeo tuvieron que hacerlo, lloraban de emoción>>.
El colectivo "República de las Letras" o "Noctambulandia"
inicia, la noche del 26 al 27 de noviembre de 1939, la publicación de la
revista "Luna". Preguntados del porqué no elaboraban los textos
durante el día, contestaron: <<No, no podíamos, porque los
días no nos pertenecían a nosotros solos, porque el día era
nuestro enemigo. Era bajo la luz del sol cuando se reunían los tribunales
para condenar implacables y vengativos, era al apuntar el día cuando las
sentencias se ejecutaban, y bajo este anuncio del día no podíamos
sentirnos libertados de todo el peso que nos oprimía. Solo cuando llegaba
la noche, cuando el sueño impedía a los jueces seguir firmando sentencias
de muerte, cuando acudía en ayuda de los encarcelados para hacerles olvidar
su triste condición y su aún más triste destino, comenzaba
nuestra vida. Desde aquella terracita se lanzaron innumerables mensajes protegidos
por la oscuridad de la noche
Y, al primer claror del día, huíamos
hacia nuestros cobijos con la última miel de la conversación amable
en los labios y la esperanza en el corazón>>. La revista semanal
"Luna" se publicó hasta la noche del 16 al 17 de junio de 1940,
con un total de 30 números. Las ilustraciones estaban realizadas por Santiago
Ontañón. Sólo se conserva un original de esta revista, que
se encuentra depositado en la caja fuerte de la Biblioteca Central de la Universidad
de Chile. De la singularidad de esta publicación cabe destacar: un alto
valor de su contenido (no se trata, por tanto, de una revista política
o de lucha, sino eminentemente literaria en la que se recogen ensayos, narrativa,
críticas teatrales, poesía, ...), unas circunstancias políticas
(se trata de una redacción formada por exiliados en su propia patria, con
la incertidumbre sobre el incierto futuro del grupo, amenazado con la posible
invasión de la policía franquista), una publicación inédita
(los distintos avatares de la posguerra española supusieron que se perdiera
el rastro de esta revista, situando los ejemplares en la Biblioteca Nacional de
Santiago de Chile cuando, en realidad, se encontraban en la Biblioteca Central
de la Universidad de Chile) y una pionera de la prensa cultural del exilio español
(la revista es la primera publicación cultural en la clandestinidad).
Los
motivos del dibujo de la portada de "Luna", realizados por Santiago
Ontañón, suelen ser variados, aunque en los primeros números
suele reproducirse la figura de una mujer desnuda que representa a Anfistora,
personaje ficticio creado por Federico García Lorca para referirse a una
vieja sirvienta de su casa familiar. El número 3 se abre con el editorial
"Nueva salida de don Quijote" en el que se ironiza sobre el traslado
de los restos de José Antonio al monasterio de El Escorial, en el número
10 se informa sobre la condena a muerte del poeta Miguel Hernández, "amigo
y compañero nuestro", el número 18 que está dedicado
a recordar el primer aniversario de la derrota republicana, se inicia con un breve
editorial que finaliza así: "¡La República ha muerto!
¡Viva la República!", en el número 19 se recoge la noticia
de un accidente mortal de José Giral, ministro republicano, en su exilio
mexicano y en el número 24 se informa del viaje de Rafael Alberti y María
Teresa a Chile . Las noticias sobre la actividad teatral es otra de las constantes
en esta publicación, correspondiendo la responsabilidad de esta sección
especializada a Edmundo Barbero , actor y escritor teatral que, durante la guerra
se responsabilizó de las "Guerrillas del Teatro" creadas por
María Teresa León como teatro de urgencia. La crítica literaria
estaba firmada por distintos "noctámbulos", especialmente: José
Campos, Pablo de la Fuente, Antonio de Lezama, Santiago Ontañón,
... Se reproducen en la revista creaciones narrativas de los propios redactores
como "El ángel exterminador" de Antonio de Lezama o "La
montaña rusa del amor" de Santiago Ontañón.
En diciembre
de 1939, el grupo de refugiados es trasladado desde la calle Prado, donde se encontraba
la embajada chilena hasta la nueva sede de dicha embajada en el Paseo de la Castellana,
esquina con la calle Miguel Angel. Después de múltiples gestiones
diplomáticas entre Chile y España y, finalmente,con la valiosa mediación
del Gobierno brasileño, se consigue que el Gobierno español conceda
el salvoconducto para que los refugiados en la embajada chilena puedan salir al
extranjero. Entre septiembre y octubre de 1940 salen los trece asilados que permanecían
en la embajada, ya que anteriormente habían sido evacuados cuatro de ellos
en octubre de 1939. De esta forma, finaliza esta etapa de exilio interior para
iniciar un nuevo exilio exterior que llevaría, a la mayor parte de este
grupo, hasta Chile.
En 1940 una vez ya en Santiago de Chile,
Alberto Closas conoció en una "fuente de soda", como así
llaman los chilenos a los bares, a Santiago Ontañón, el gordo Ontañón,
el cual le llevó al teatro donde trabajaba Margarita Xirgu para conocerle.
Después de este contacto Closas entró en su compañía.
En abril de 1941 Margarita Xirgu se casa con Miguel Ortín
en Santiago de Chile y se instalan en el barrio acomodado de la capital llamado
Los Condes, en un chalet en la calle Renato Sánchez que llamaron "El
Sauce", árbol que la Xirgu plantó y que a los pocos meses se
le comía la casa que decoró el escenógrafo el "gordo"
Santiago Ontañón. Pronto la casa se convirtió en una tertulia
de intelectuales, chilenos y españoles. Ontañón solía
encontrarse en casa de Margarita con Isabel Pradas, tan querida por Margarita,
madrina de su hijo, al lado de la cual se había formado, y con su hermana
Teresa y su marido, actores todos de la ex compañía Xirgu. Un día
Margarita le dijo : <<Mira, Ontañón, una de las cosas que
he de agradecer es la presencia tuya aquí, porque yo no he necesitado nunca
directores, pero siempre me ha hecho falta una persona de mi confianza y afín
para dialogar, para cambiar impresiones, para que me diga algo si encuentra que
no está bien, tú eres ya como mis amigos, como era Federico, como
era Rivas Cherif, como era Gual en Barcelona, entonces vamos a ver>> Ontañón
fue uno de los que forzaron a la Xirgu a volver al teatro, fundando la Escuela
de Arte Dramático, que después de su creación en 1941, quedó
vinculada al Departamento de Extensión Cultural del Ministerio de Educación.
La escuela se inició con carácter particular con un grupo de desterrados
españoles: el actor Edmundo Barbero, el periodista Antonio de Lezama, el
escenógrafo Santiago Ontañón,... en una de las dependencias
del Teatro Municipal de Santiago. En 1941 se representaron distintas obras, entre
las que cabe destacar "Bodas de sangre" de Lorca con decorados de Ontañón.
Cuando
se le preguntaba a Ontañón el motivo de haber permanecido siempre
fiel al mundo teatral, éste respondía que había siempre tres
razones para continuar: <<Primera, porque casi siempre me pide un amigo
que lo haga, segunda, porque en el teatro se está en candelero, se habla
de uno, y tercera y fundamental, porque amo la profesión>>. En Chile
Ontañón conoce a Nana Bell y con ella contrae matrimonio. Amor y
fidelidad caracterizarán otra de sus pasiones, su amor por Nana Bell que
dura toda su existencia, aunque la definición de Ontañón
expresada por Fernando Fernán Gómez fuera: <<Un hombre leal,
inteligente, libre, generoso, ingenioso, entrañable, apasionado, rebosante
de amor y amores, un amor y unos amores a los que él, fiel a su modestia,
llama amistad>>.

Cartell
de Margarida Xirgu fet per Santiago Ontañón.
Foto
fondo privat Antonina Rodrigo
Ontañón
deja Chile y se instala en el Uruguay, bajo la protección de Margarita
Xirgu.
En 1943 Santiago Ontañón es el encargado
de realizar los decorados de "Numancia" la obra de Miguel de Cervantes
adaptada por Rafael Alberti. Los valores primordiales de "Lo busco de Numancia",
título original, o "Numancia", según la adaptación
de Alberti, que conferían perenne actualidad, eran su profundo sentido
ideológico: el pueblo entero defendiendo su independencia hasta la muerte,
y la gran humanidad de sus figuras, algunas de ellas alegóricas: España,
encarnada por la Xirgu; Riu Duero, la Guerra, la Enfermedad, el Hambre, la Fama...
La puesta en escena tuvo lugar el 6 de agosto de 1943 en el SODRE de Montevideo.
A la espectacularidad de la tragedia, obra de masas, en el escenario en el que
se movían 37 personajes y comparsas, contribuyeron los elementos musicales
y coreográficos, corazón y cuerpo de baile del SODRE. La salida
de Margarita Xirgu a a escena, tras su larga ausencia, fue acogida con un interminable
aplauso por un público emocionado puesto en pie. Aparecía Margarita
con amplias vestiduras y el suntuoso tocado de Dama de Elche. Los reiterados aplausos
obligaron a Alberti a decir unas palabras desde el proscenio.
Figurins
fets per Santiago Ontañón de "Numancia" de Miguel de Cervantes
adaptada per Rafael Alberti.
Archivo
Jordi Rius Xirgu

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Para
finalizar la temporada de 1943 en el Estudio Auditorio (SODRE) de Montevideo le
pidieron a la Xirgu que montase "Mariana Pineda" en homenaje a Federico
García Lorca. A Margarita le encantó la idea, pero los decorados
de la obra, de Salvador Dalí, se habían quemado en Chile, al incendiarse
el teatro:
-¿Tú podrías hacer el decorado de "Mariana
Pineda" para el martes?- le propuso la Xirgu a Ontañón.
-Mire
usted, Margarita, en este momento acabo de comer, me voy al estudio, tengo allí
el techo del Teatro Solís, enorme, pero prendo papel y a pintar.
Ontañón
relata: <<Efectivamente, me pasé el sábado, el domingo trabajando,
y parte del lunes y lo empecé a montar el martes. Como era para un solo
día pinté inclusive los regruesos de las puertas, las cortinas románticas,
vamos, todos los elementos. Y recuerdo que cuando después me tocó
hacer el mismo decorado, pero corpóreo, resultaba más corpóreo
el pintado. A mí me parecía más bonito el pintado. Uno de
los decorados más bonitos que he hecho en mi vida ha sido el del tercer
acto de "Mariana Pineda". El del jardín aquel del convento. Claro
que lo hice para un escenario que era un prodigio de elementos para hacer el decorado.
Era un decorado muy sencillo que tenía siete metros. Por un lado era una
especie de alquería, que se suponía estaba en el Albaicín,
debajo y al fondo un campanil andaluz y luego un muro blanco con unas ventanas
y un ciprés negro, pegado al muro, con la sombra pintada. Como estaba todo
pintado, en una perspectiva muy pronunciada, los actores no podían pasar
de los dos primeros metros, y daba una gran sensación, porque se levantaba
el telón y teníamos un panorama inmenso, pintado con luz. Era blanco,
pero una noche oscura, profunda, llena de estrellitas. Era sensacional, hubo un
aplauso al levantarse el telón. Fue uno de mis grandes éxitos. Pero
lo importante es que yo me decía: ¿como es posible que esta mujer,
que está huida del teatro, vaya a hacer "Mariana Pineda"?. Pues
bien, hizo una Mariana sensacional. Cómo sería que allí,
cuando una obra de teatro tenía éxito, estaba en cartelera cuatro
o cinco días, y la Xirgu con su Mariana, estuvo quince. Entonces ella se
dió cuenta de que tenía cuerda para rato. Yo le decía: "Usted
tiene quince o veinte años más de teatro, que es lo suyo".
El caso es que de aquí salió la proposición de una gira por
todo Uruguay. Porque es que allí tenían adoración por ella.
El Gobierno le puso un autocar grandioso e íbamos haciendo dos comedias.
Una era "El matrimonio" de Gógol, que la interpretaba Amelia
de la Torre y Edmundo Barbero, y la otra "Mariana Pineda", para que
ella trabajase un día sí y otro no. Fue una gira triunfal. Recuerdo
que cuando alguien me decía:
-Margarita se muere.
Yo le respondía:
-Mira,
Margarita hace lo que le da la gana. Yo he visto un teatro abarrotado, llorando
hombres y mujeres a lágrima viva, sintiéndose los sollozos. Yo me
acuerdo de un detalle muy de ella. Era un teatro en el que se entraba por la sala
al escenario, porque era más cine que teatro, y entonces me acuerdo que
entré y cuento: cinco espectadores, uno de ellos gaucho, que estaba en
el mismo hotel que nosotros, y le hacía mucha gracia que yo hiciera un
papel en "El matrimonio" de Gógol. Entro yo en el camerino de
la Xirgu y estaba ella arreglándose, y le digo lo que pasa. Y ella me contesta:
-Los
que han venido a verme van a ver una "Mariana Pineda" como si fuera
en el Teatro Español de Madrid.
Entonces ocurrió una sorpresa.
Durante este rato que estuvimos hablando, el teatro se llenó. Entro como
un aluvión de gente, entonces ella, que esperaba al levantar el telón
ver un teatro con unas cuantas personas, lo vió abarrotado e hizo una Mariana
de antología. Los momentos finales de la obra eran delirantes. Aquello
no era ni un latiguillo, ni un final de oración, sólo sé
que el teatro se venía abajo. ¡Qué misterio el de aquella
mujer! Porque ella sabía arrancar una ovación cuando quería.
Recuerdo en Lima, con el Presidente de la República, que era poeta, don
José Gálvez. Era un viejo adorable, todo vestido de blanco. Solía
ir por el camerino a charlar con nosotros. Un día que ensayábamos,
Margarita se dió cuenta del arrobo con que la escuchaba el poeta, y dijo
aquello del "Cuchillito", que válgame Dios cómo dijo aquello.
El pobre decía: ¡Pero qué monstruo es esta mujer!", era
algo inimaginable>>.
El 8 de junio de 1944 se estrena
en el Teatro Avenida de Buenos Aires "El adefesio", interpretando Margarita
el personaje de Doña Gorgo. Los decorados fueron realizados por Santiago
Ontañón, al dictado de Rafael Alberti, vivía en su casa y
dibujaba con él.
Santiago Ontañón
describió así la escenografía de "El adefesio":
<<Primer acto: una sala con un pasillo al fondo con un espejo de cuerpo
entero para el diálogo del espejo. Segundo acto: una terraza en la que
se veía una lejanía andaluza, con un castillo al fondo y debajo,
como a vista de pájaro, un pueblo andaluz a pleno sol, blanco, con las
sombras azuladas y nada más. La gente con aquello sabía que era
Andalucía. Y al final era una villa, un chalet que podía estar en
cualquier sitio de Andalucía, era un jardín con unos plátanos
de copa baja, umbría y una casa y una torre redonda que medía seis
o siete metros de alta; por una ventana se veía subir a la chica que se
va a suicidar, y, al caer, se la veía por la ventana. Era muy bonito>>.
El
3 de noviembre de 1944 se estrenó en el Teatro Avenida de Buenos Aires
"La dama del alba", cualificada como la obra escénica más
completa, excelsa, paradigmática de Alejandro Casona. Margarita Xirgu encarnó
la figura simbólica de la dama del alba, la Peregrina, y Santiago Ontañón
estuvo a cargo de la escenografía.
También en
1944 se publica en Buenos Aires el libro de Pedro Antonio de Alarcón "El
sombrero de tres picos y cuatro cuentos amatorios: El clavo, La última
calaverada, La belleza ideal y El abrazo de Vergara. El prólogo en verso
es de Rafael Alberti y el ilustrador es Santiago Ontañón con 7 láminas
de dibujo.




"El
sombrero de tres picos"
Cuando se le entrega
la obra de Federico García Lorca "La casa de Bernarda Alba",
la Xirgu enseguida, escribe a Isabel Pradera y llamamiento en Santiago Ontañón:
<<Vende corriendo, porqué me acaban de traer "La casa de Bernarda
alba">>. Estría a las quince actrices del reparto pues el único
hombre del montaje se Santiago Ontañón que hace los decorados, organiza
los assaigs y velatorio por todos los detalles: el carácter de los personajes,
todo imbuyéndolos la máxima humanidad, y la plasticidad global del
espectáculo. Estrenada el 8 de marzo de 1.945, el éxito es clamorós.
Tras el último Silencio! de Bernarda, el público que llena a rebosar
el Teatro Avenida de Buenos Aires, estalla en aplausos dedicados al poeta y a
la actriz. La Xirgu se acerca al proscenio y, con la voz rota por las lágrimas,
exclama: <<Él quería que esta obra se estrenara aquí
y se ha estrenado, pero él quería ser presente y la fatalidad lo
ha impedido. Una fatalidad que hace llorar a muchos seres. Maldita sea la guerra!>>
Un alud de flores invade el escenario. Es la gratitud del público argentino
hacia una artista que acontece ya un símbolo. El hermano del poeta, residente
en Nueva York, le envía un telegrama para felicitarla. "La casa de
Bernarda Alba" es, por Margarita Xirgu y para la crítica, la más
exitosa del poeta. En recuerdo de aquella noche es poner una placa en el Teatro
Avenida de Buenos Aires.
Santiago Ontañón describió
así sus decorados: <<El primero era una sala blanca, con cortinas
con madroños rojos, como marcaban las acotaciones.

Primer acto de "La casa de Bernarda Alba" de García
Lorca.
Archivo Xavier Rius Xirgu
El
segundo acto era esa escena en que están todas las viejas con abanicos.
Decorado muy difícil de solucionar, porque era una especie de corredor,
donde daban las cinco puertas de los cinco cuartos y una ventana que daba a un
patio que, a su vez, estaba cerrado por muros, Era una casa que no tenía
ningún contacto con el exterior. Y era muy difícil de meter cuatro
puertas que estuvieran juntas y no fuesen chiqueros. Era muy bonito porque había
un momento que salían las cuatro chicas y se quedaban cada una al lado
de la puerta. Fue cuestión de trabajar mucho la perspectiva. Lo hice de
manera que el decorado parecía el doble de largo, y las puertas estaban
pintadas en perspectiva, o sea cabía que hubiera cinco cuartos pequeños,
pero las puertas estaban a cincuenta centímetros. Así que los cuartos
si hubieran sido como aparentaban en planta, hubiesen sido cinco corredores. El
tercer acto era un gran corral, pintado muy de luna, también muy cerrado,
como toda la casa, sin entrada por el exterior. Había en un rincón
debajo de la parra, una mesa, grandes muros con pocas ventanas, un poco dentro
de aquella Andalucía imaginada>>

Tercer acto de "La casa de Bernarda Alba"
de García lorca.
Archivo
Xavier Rius Xirgu
Los decorados
de Santiago Ontañón eran muy claros y con luz muy blanca, menos
el último, parecían desentonar con la lóbrega vida de aquella
casa y de aquellas almas, pero así lo indicaban las acotaciones, buscando
el poeta mayor contraste.
Margarita Xirgú regresó
a Perú en 1946. Con ocasión de esta segunda gira, se quedaron en
Lima algunos integrantes de su elenco, como: Edmundo Barbero, Santiago Ontañón
y Pilar Muñoz, actriz que protagonizó la obra que abrió en
1946 la primera temporada de la Compañía Nacional de Comedia, con
la obra "Anna Christie" de E.O´Neill. Edmundo Barbero fue el primer
director de la Escuela Nacional de Arte Escénico (ENAE) hasta julio de
1949 que lo reemplaza Guillermo Ugarte Chamorro quien, durante la década
de los cincuenta desarrolló una fecunda labor. Durante la dirección
de Barbero, Santiago Ontañón formó escenógrafos, destacando
Alberto Terry, antes de su vinculación con la Televisión. Edmundo
Barbero fue también en 1946 el director de la primera temporada de La Compañía
Nacional de Comedia (CNC), en el Teatro Segura, y llevó a escena "Olaya
o El Barquero y el Virrey", de Manuel Nicolás Corpancho, con escenografía
y vestuario diseñados por Ontañón. Santiago Ontañón
fue uno de los más asiduos a la peña Pancho Fierro en Lima, cuando
ésta estaba aún en la plazuela de San Agustín, porque después
los Arguedas se mudaron a la calle Chota. También estaba el escritor español
Corpus Barga, que ya era un hombre mayor y que había conocido a Rubén
Darío y a Unanumo. En la entrada de la peña, bien colgadito, había
un cartel que decía: "Se prohibe la entrada a perros y a yanquis".
En 1948 el periodista del diario "La República", Luis Jaime Cisneros,
relataba: <<Conocí a Arguedas en la peña Pancho Fierro, una
húmeda noche de julio, en 1948. Me llevó a la peña Sebastián
Salazar Bondy. Estaban ahí esa noche Blanca Varela y Gody Szyszlo, Cota
Carvallo, Paco Moncloa y Santiago Ontañón. Y, por cierto, las hermanas
Bustamante, Cecilia y Alicia. Ahí conversábamos sobre la estada
teatral de Margarita Xirgu, sobre los textos que Emilio Adolfo editaba en "Las
Moradas" y cambiábamos ideas sobre lo que -con Aurelio Miró
Quesada- pensábamos hacer en "Mar del Sur">>. Es notorio
pues la relación, por lo menos desde 1946 hasta 1948, de Santiago Ontañón
con la tertulia peruana, como lo había sido anteriormente con las tertulias
de Madrid, París, Santiago de Chile y Buenos Aires. Era otra de sus pasiones.
En
los años 50 regresa a España y reside en Madrid, continuando su
carrera cinematográfica como intérprete. Su esposa Nana Bell no
le acompaña y sufre mucho ante la negativa de venir a España. En
una de sus últimas cartas a su esposa, Santiago Ontañón le
dice: <<Desde que te fuiste mi consuelo fue el ensueño, nunca dejaste
de estar a mi lado y conmigo participaste de lo bueno y de lo malo, conmigo has
viajado, has compartido mis escritos y junto a mí te he tenido con tu cara
prerrafaélica, tu cintura quebrada y hasta tus piernas de banderillero
¿recuerdas?...Volveré a seguir viajando solo pero contigo a mi lado;
te enseñaré las cosas hermosas que vayan pasando ante mis ojos con
tanto amor y cariño que estoy seguro que llegarán a los tuyos y
volverán a mí arrobados para seguir divagando contigo, para continuar
disfrutando de esos montes, valles, mares, y cielos que ya nunca veremos juntos,
que fue la ilusión de mi vida... Como verás mis manos se cansan,
!mis manos!, más mi corazón no se cansa de quererte como te he querido
siempre>>.
Su filmografía española, forzada por su economía,
consta de: "Juego de niños" y "Faustina" de José
Luis Sáenz de Heredia en el papel de don Fernando en 1957; "La vida
por delante" de Fernando Fernán Gómez en el papel del paciente
de la Sra. Anglada y "Muchachas en vacaciones" de José María
Elorrieta en 1958; "Miss cuplé" de Pedro Lazaga, "Julia
y el celacanto", "El día de los enamorados" de Fernando
Palacios en el papel de jugador de golf, "Juegos de niños" de
Enrique Cahen Salaberry y "Días de feria" de Rafael J. Salvia
en 1959; "Solo para hombres" y "Adiós, Mimí Pompón"
de Luis Marquina en 1960; "Ha llegado un ángel", "Honorables
sinvergüenzas" de José Luis Gamboa y "El pobre García"
de Tony Leblanc en 1961; "Tómbola" en el papel de consejero de
seguros y "La gran familia" en 1962; "Los dinamiteros" en
el papel de Felipe, "La máscara de Scaramouche" de Antonio Isasi-Isasmendi
y "El verdugo" en 1963.
Ironías de la vida, el simpático
Santiago Ontañón interpretaba el papel de un profesor llamado Corcuera
en la película "El vedugo" de Luis García Berlanga. Un
franquista que defendía, desde las leyes, la ventaja y la bondad del garrote
vil, frente a la crueldad de la guillotina o la falta de humanidad de la silla
eléctrica. A ese señor Corcuera se le acercan unas señoras
preguntando por la firma de Pemán. Como esa tarde no firmaba el escritor
gaditano, le piden al jovial Corcuera que les firme su libro. El caso es llevarse
un libro firmado. Elegantemente, se marchan sin pagar. El tal Corcuera se hace
cargo. En ese momento, y para solicitarle un favor -un enchufe para su yerno-
se acerca a Pepe Isbert, el verdugo oficial. Quiere que recomiende al reticente
aspirante, Nino Manfredi. Después de prometer hablar en su favor, el escritor
defensor del garrote le firma uno de sus libros: "Al futuro verdugo continuador
de una tradición familiar".
Reanuda su filmografía
con: "Rueda de sospechosos", "La tulipe noire" de Christian-Jaque
y "Búsqueme a esa chica" de Fernando Palacios en 1964; "De
cuerpo presente" y "Die Hölle von Manitoba (Un lugar llamado Glory)"
de Sheldon Reynolds en el papel de banquero de Glory en 1965; "Tres perros
locos, locos, locos" y "El arte de no casarse" de Jorge Feliú
en 1966; "De cuerpo presente" de Antonio Eceiza en 1967; "Varietés"
de Juan Antonio Bardem y "Blanca por fuera, rosa por dentro" de Pedro
Lazaga en el papel de don Félix en 1971; "Casa manchada" de José
Antonio Nieves Conde en 1975 y "Cinco tenedores" en 1979.

Llibre "Las pasiones de Santiago Ontañón"
A
finales de los años 80 desgraciadamente la enfermedad le convirtió
en otro ser humano, ya era entonces un hombre acabado, imposible de imaginar de
juerga con Federico García Lorca, Rafael Alberti, María Teresa León,
Pablo Neruda, Vicente Huidobro, Cristina Mallo, Concha Méndez y un largo
etcétera de seres míticos, que se situaban en el terreno reservado
para los dioses. Fue un alma bondadosa y sensible. Muere en Madrid, sólo,
en 1989.
La sala de lectura de la biblioteca del
Centro Cultural de España, de la Embajada Española de Chile, está
ornamentada con valiosos cuadros de Santiago Ontañón, obras que
estuvieron originariamente en el mítico Café Miraflores de Santiago.
Algunos
textos han estat trets de la biografia:"Margarita Xirgu y su teatro"
y "Margarita Xirgu.Una biografía"de Antonina Rodrigo y Movies.
XAVIER
RIUS XIRGU
álbum
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