94.
ELEONORA DUSE
Eleonora Duse nació
el 3 de octubre de 1858 en una fondita de Vigevano en el Piamonte (Italia) y según
otras fuentes en un vagón de tren, fue la más célebre actriz
de teatro en Italia a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
Hija
de modestos actores de teatro, propietarios de una compañía itinerante,
desde muy pequeña vivió el encanto de los escenarios en cada una
de las pequeñas poblaciones donde se presentaban sus padres. Alessandro
Vincenzo Duse y Angelica Cappelletto, sus padres, viajaban en un carromato con
sus pocas pertenencias. Eleonora conoció bien el frío, el hambre
y las estrecheces en su infancia. Contrario a lo que proclaman todas las grandes
actrices, Eleonora confesó que la pasión por la actuación
le nació poco a poco. Ella misma contaba que cuando tenía cuatro
años interpretó el papel de Cossette, la niña de "Los
Miserables" en una adaptación de la novela de Victor Hugo, y recordaba
que habían tenido que darle unos buenos azotes para que saliera a escena.
Hasta su primera juventud se vio obligada a actuar, sus padres fueron intransigentes
en ese sentido, aunque ella expresaba que no sentía los papeles que interpretaba.
Su primera oportunidad para participar en una obra de teatro, donde revelaría
su talento natural, se presentó en Verona a los 14 años, en 1872.
Estaba todo preparado para la representación de "Romeo y Julieta"
de Shakespeare, y la protagonista del drama se puso enferma. Parecía que
el espectáculo se vendría abajo, pero Eleonora fue la salvación:
sin ensayo previo encarnó a Julieta e hizo la interpretación con
una naturalidad que impresionó gratamente a los asistentes. Aunque durante
algún tiempo siguió trabajando en teatros de poca importancia, la
realidad es que ya había llamado la atención, y no tardaría
en aparecer en su vida el actor Bellotti, quien la contrató para actuar
en Nápoles. Allí se unió a una verdadera compañía
de teatro y empezó a interpretar papeles importantes: Ofelia, Desdémona,
Electra..., consiguiendo sus primeros grandes triunfos con "La princesa de
Bagdad" el último drama de Alejandro Dumas y con la última
comedia de Victor Émile Augier "Les Fourchambault".

Retrato de Eleonora Duse realizado por Franz von Lenbach.
Foto
Wikipedia
A los 18 años,
en 1876, era taciturna, distante, sin buena figura y su voz dejaba mucho que desear.
Finalmente, un buen día le ofrecieron un papel en una obra del escritor
francés Émil Zolá. Eleonora se identificó con el personaje
y su éxito fue rotundo en la obra "Teresa Raquin", a tal grado
que el propio Zolá le escribió una carta dándole las gracias.
Eleonora, a continuación, se enamoró del periodista napolitano Martino
Cafiero. Su rompimiento con él, un poco más tarde, la condujo a
una depresión tan grande que pensó seriamente en abandonar el teatro.
No obstante, una noche vio actuar en Turín a Sara Bernhardt, y quedó
impactada. La reconoció como a una auténtica dama del escenario
y decidió tomarla por modelo y guía. A partir de ese momento cambió
por completo y logró interpretar cada personaje a la perfección,
el público se le rindió completamente.

Retrato de Eleonora Duse.
Foto
Images Google
En 1881, a los
23 años, se casó con un compañero de trabajo, el actor Tebaldo
Marchetti, con el cual tuvo una hija, Enrichetta, pero se separó al poco
tiempo, empleándose él más tarde en el Ministerio de Negocios
Extranjeros. Eleonora tuvo varias relaciones, todas pasajeras. En esa época
aprendió algo más sobre textos de teatro. A duras penas había
aprendido a leer y escribir durante su infancia, así que un amigo suyo
le empezó a enseñar cómo leer a los grandes -William Shakespeare,
por ejemplo- y cómo seleccionar a sus personajes y comprenderlos. En 1885
Eleonora aceptó un contrato para una gira por América del Sur, y
entonces su fama, ya excepcional en Italia, sobrepasó las fronteras. En
esta época conoció al libretista y compositor Arrigo Boito, de quien
aprendió el valor del estudio y la elevación espiritual y cultural.

Retrato de Eleonora Duse.
Foto Toda Mujer
Hizo
una gira por Rusia en 1891. El primer día de función apenas tuvo
unos cuantos espectadores, pero pocos días después sólo se
hablaba de "la actriz italiana" que lograba poner a tope los teatros.
En el transcurso de una gira triunfal por Europa iniciada en 1891 y terminada
en 1892, inició en Viena, la batalla en favor de Ibsen, imponiendo al público
su discutido drama "Casa de muñecas". En la obra el portazo de
Nora se ha convertido en un signo emancipatorio, clave, de la mujer. Sin embargo,
no es seguro que el discurso de Ibsen en "Casa de muñecas" fuera
un discurso esencialmente feminista. La liberación personal, un arranque
de dignidad y orgullo, se alza como pendón universal por la fuerza expresiva
del dramaturgo: Nora es bandera de libertad. Lo importante de esto es la idea
de que todo estado de sumisión puede tener su fin y que conceptos como
honor y fidelidad son, con frecuencia, manipulables por un orden social dudoso.
Para ayudar a su marido, la sumisa Nora afronta la posibilidad del deshonor y
la incomprensión. No sólo es un planteamiento de lucha de sexos;
es la reacción de un ser libre cuyo sacrificio es mal interpretado.

Retrato de Eleonora Duse realizado por Ilya Repin en 1891.
Foto Wikipedia
Conoció en esa época
al poeta Gabriele D´Annunzio, que estaba entonces en la cúspide de
su fama y del cual se enamoró. Ingenuamente creyó en su amor y perfiló
con él un proyecto de largo aliento: él escribirá y ella
interpretará. Eleonora inició en 1893 una gira por América
del Norte y por todo el continente europeo, consiguiendo fondos para construir
un teatro danunziano. A su regreso a Italia la esperaba una enorme decepción:
D'Annunzio le había dado su obra maestra a Sara Bernhardt para que la interpretara.
Pleitos y más pleitos y al final la pareja se reconcilió y se trasladó
a Florencia, en donde D´Annunzio escribió su obra "El fuego",
supuestamente basada en las pasionales relaciones con la actriz. En Nueva York,
elegida por el actor teatral Cesare Rossi como primera dama de su compañía,
obtuvo un gran triunfo en su papel de Margarita Gautier en "La dama de las
camelias" de Alejandro Dumas hijo. El triunfo obtenido en París en
1897 con "Sueño de una mañana de primavera" de D'Annunzio,
convenció a Eleonora de que había encontrado al creador de la tragedia
moderna. Desde entonces su repertorio estuvo formado casi exclusivamente por obras
de este autor, como "La gioconda", "La hija de Yorio" y "Francesca
de Rímini".

Eleonora Duse en Nueva York en 1896.
Foto Wikipedia

En
1904 Eleonora estrenó en el Teatro Novedades de Barcelona "La gioconda"
de D'Annunzio, el cual, para asistir al estreno, fue huésped de la ciudad
durante unos días. La gran dama de la escena italiana armó revuelo
con sus declaraciones a un periodista local, afirmando que: <<Para salvar
el arte dramático es preciso que todos los teatros del mundo sean destruidos
y que todos los actores y actrices del día mueran de la peste. Ellos envenenan
el arte y lo hacen imposible. Es preciso volver a la época de los griegos
y representar al aire libre... Después de Shakespeare y los griegos no
han existido grandes dramaturgos. Necesitamos volver a Roma, a Atenas, al Coliseo,
a la Acrópolis. Hace falta belleza, fuego...>>. En España
fue aclamada con el título de la "Divina Eleonora" y con él
se le conoció el resto de su vida. Ya profesionalmente madura, conoció
al escritor noruego Henrik Ibsen del que interpretó "Casa de muñecas",
"Hedda Gabbler" y "La dama del mar", obteniendo otra vez éxitos
rotundos. Durante la mejor época de su carrera Eleonora Duse interpretó
a las heroínas de los dramas de Alejandro Dumas hijo, tales como "La
mujer de Claudio" y "La dama de las camelias".

Retrato de Gabriele D'Annunzio.
Foto Wikipedia
A los 46 años,
Eleonora cayó gravemente enferma de pulmonía, asunto que no preocupó
a quien se dijera el amor de su vida, D´Annunzio, y ni siquiera se dignó
a visitarla. El hecho desencadenó la ruptura de su relación. El
fin de esos amores, su mala salud y una crisis espiritual la llevaron, después
de su éxito con "La locandiera" de Goldoni, en 1909, a posponer,
a cancelar representaciones y a abandonar inesperadamente el teatro. La relación
con D'Annunzio terminó definitivamente en 1910, cuando el polémico
escritor se involucró en asuntos políticos, siendo precursor del
fascismo italiano ya despreocupado totalmente por Eleonora. La prensa en 1910
difundió la noticia de la retirada de Eleonora Duse y comentó el
completo alejamiento del mundo en que se encontraba voluntariamente recluida,
la enamorada del poeta D'Annunzio.
Faustino da Rosa había
llevado a su importante cadena de teatros en Hispanoamérica a la Duse,
a la Bernhardt, a la Rejane, a María Guerrero y entonces en 1913 lo hizo
con Margarita Xirgu, después de firmar contrato con ella el 29 de enero
de 1912.
Eleonora Duse se mudó a vivir con su hija Enrichetta y durante
12 años vivió aislada, dedicándose a la meditación
de textos religiosos. Durante la I Guerra Mundial de 1914 a 1918, la actriz prodigó
su asistencia a heridos y dio recitales en los frentes. Hizo un breve paréntesis
para filmar, en 1916, una película de Febo Mari basada en la obra "Ceniza"
de Grazia Deledda. Fue su único testimonio cinematográfico, cuando
tenía 58 años. Aunque los críticos alabaron su actuación,
la cinta no obtuvo mucho éxito.
Retrato de Eleonora Duse.
Foto Images Google
Problemas
financieros le obligaron a volver al escenario en 1921, más pobre aún
que en sus comienzos y durante tres años hizo giras por Inglaterra y Estados
Unidos. En esta época interpretó papeles de mujer mayor: Hélène
Halving en "Les Revenants" de Ibsen, entre otras. Su reaparición
ante el público fue en Turín, escenario de sus viejos triunfos,
el 5 de mayo de 1921, protagonizando "La dama del mar" de Henrik Ibsen,
negándose a ser maquillada y preocupándose tan sólo de ofrecer
al público no una ficción, sino el fruto de una ansiosa búsqueda
de la verdad interior. El público la ovacionó de pie en el momento
en que pisó nuevamente el escenario. Sus contemporáneos vieron en
ella no sólo el modelo de la nueva actriz, sino también de la mujer
moderna. No podía distinguirse si su sufrimiento era un artificio o la
pura realidad, debido a la dolorosa vida espiritual que tuvo, y a sus desengaños
amorosos. La que vieron entonces sus admiradores en "La dama del mar"
era una mujer de cabellos blancos y de rostro demacrado. No importaba. Su arte
estaba intacto y continuaba electrizando al público. Al acabar la representación
el escenario se llenó de flores y, como era tan frecuente en tiempos pasados,
un grupo de espectadores desengancharon los caballos de su coche y la condujeron
al hotel. Luego, ante las insistentes aclamaciones, tuvo que asomarse varias veces
al balcón a saludar a sus fieles y entusiasmados admiradores. La gran dama
de la escena pensaba que quizá el arte era lo único que podía
sustituir al amor. Animada la Duse por los nuevos éxitos, decidió
hacer una gira por América, añadiendo a su repertorio obras nuevas.
Reemprendió una nueva etapa de su vida artística. Su vuelta al teatro
encendió de nuevo la frustrada ilusión de Margarita Xirgu: verla
actuar.
Margarita Xirgu partió por tercera vez hacia
América en 1923, en gira por Argentina, Chile, Uruguay, Perú, Venezuela,
Puerto Rico y Cuba; al acabar sus actuaciones en Barcelona. Cuando Margarita llegó
a Cuba, el azar la reunió con Eleonora Duse, pero, como una fatalidad,
la Compañía de la Xirgu iniciaba sus actuaciones al día siguiente
de terminar la Duse en La Habana. Uno de los más fervientes admiradores
de la actriz italiana era Salvador Vilaregut. Por él sabía Margarita
que la Duse debía su primer éxito, igual que ella, a un personaje
de Zola, Teresa Raquin, y esto fue un motivo más para que, desde sus comienzos,
se identificara espiritualmente con ella. La Duse había actuado en Barcelona
en dos ocasiones, pero por circunstancias adversas de compañías
en gira, Margarita nunca la pudo ver. Margarita Xirgu estaba contratada en Cuba
por la misma empresa que la italiana e iba a ocupar el mismo camerino y el escenario
en que actuaba Eleonora. Días antes de acabar las representaciones, la
Xirgu recibió un telegrama urgente de la empresa de La Habana, pidiéndole
que aplazara un día su debut con objeto de que la Duse ofreciera una función
más, como despedida y homenaje a los espectadores habaneros, en la que
daría "La città morta" de Gabriele D'Annunzio. La alegría
de Margarita fue inmensa: era la oportunidad de poder admirar a su desconocido
ídolo. Sabía que las flores preferidas de la actriz eran las rosas
blancas, muy difíciles de conseguir en aquella época del año,
pero dado su interés se hizo todo lo posible por encontrarlas. Más
dificultad vio el empresario en conseguir la entrevista de las dos actrices, ya
que la italiana continuaba sin querer recibir a nadie, e incluso se había
negado a ver al embajador de su país. Las dos artistas se alojaban en el
Hotel Inglaterra y sus suites estaban casualmente en la misma planta. Para ir
hasta el ascensor, la Duse tenía que pasar por delante de la puerta de
la Xirgu. Sin pensarlo mucho, Margarita abrió su puerta y sacó una
silla al pasillo dispuesta a montar la guardia... Apareció Eleonora y se
dirigió al ascensor, indiferente a cuanto la rodeaba, con el aire hierático
característico de sus últimos tiempos. Al pasar cerca, Margarita
se levantó y dobló la cabeza, en un saludo que tenía mucho
de ritual. Nada parecía haber observado la diosa italiana, pero en el momento
de abrir la puerta del ascensor, instintivamente volvió la cabeza, y miró
a la desconocida que le había dedicado tan amable saludo. Ante aquella
mirada, Margarita corrió a su encuentro, se arrodilló y le besó
una mano, la bellísima mano que sabía esculpir el arte, aquella
a quien D'Annunzio dedicara "La gioconda". En silencio la Duse acarició
la cabeza de Margarita y acto seguido se esfumó en el ascensor. Cuando
la actriz italiana supo que se trataba de la colega española que le había
enviado las rosas blancas y le había cedido gentilmente un día de
su actuación; accedió a recibirla pocas horas antes de emprender
su gira por Norteamérica. El encuentro tuvo lugar al día siguiente
y quedaría en el recuerdo de la Xirgu como una de las emociones de su vida.
Margarita evocaría más tarde: <<Durante toda la entrevista
no habló de otra cosa que del Museo del Prado de Madrid. Recordaba el nombre
de las salas y de los cuadros de los grandes maestros de la pintura española
que la habían impresionado especialmente, como si acabase de verlos. No
habló de nada más. Me dio la impresión de que, en el afán
de aislarse del mundo, se refugiaba en el Museo del Prado... Al despedirnos me
dedicó un gran retrato, en el que escribió: "Augurio de vida
y arte">>. Este retrato, junto al de María Guerrero, acompañó
siempre a Margarita Xirgu y se reproduce a continuación.

Foto y dedicatoria de Eleonora Duse a Margarita Xirgu.
Foto:
Archivo Jordi Rius Xirgu

Queda
la duda si el encuentro en La Habana se realizó a finales de 1923 -como
afirma la biógrafa de la Xirgu, Antonina Rodrigo- o a principios de 1924.
La fecha de la dedicatoria parece reflejar contrariamente que fue en 1924.
Al
terminar la Duse una representación en Pittsburgh en EEUU, la actriz cayó
enferma y murió a los pocos días, el 21 de abril de 1924. Tenía
66 años.

Retrato de Eleonora Duse.
Foto
Images Google
Apodada "la Divina"
fue una de las mejores actrices europeas junto con Sarah Bernhardt, Gabrielle
Rejane y Ludmila Pitoeff, y en un segundo término Tina di Lorenzo, Teresa
Mariani, Blanca Iggiuns, Marta Regniez, Mimi Aguglia e Italia Vitaliani entre
las actrices europeas, así como la mexicana María Teresa Montoya.
Se intentó crear una rivalidad con la famosa actriz francesa Sarah Bernhardt,
quien era contemporánea suya; sin embargo, poseían estilos muy diferentes,
ya que Eleonora buscaba comprender la mentalidad del personaje y Sarah imprimía
su sello personal a los personajes que interpretaba.
Algunos
textos han sido extraidos de la tesis doctoral "La vida escénica en
Albacete 1901-1923" de Francisco Linares Valcércel y de las biografías:
"Margarita Xirgu y su teatro" y "Margarita Xirgu. Una biografía"
de Antonina Rodrigo
XAVIER
RIUS XIRGU
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