106.
ÉMILE ZOLA Émile
Zola nació en París el 2 de abril de 1840 y fue escritor. Hijo
de Francesco Zola, ingeniero civil emigrante italiano, y de Émilie Aubert,
proveniente de la pequeña burguesía francesa, formaban una familia
poco adinerada. Émile después de su nacimiento en París pasó
su infancia en Aix-en-Provence y estudió en el colegio Bourbon donde cursó
los estudios primarios. Fue compañero de Paul Cézanne, con quien
mantuvo una sólida amistad y ya en aquella época tomó contacto
con la literatura romántica, especialmente con la narrativa de Víctor
Hugo y la poesía de Alfred de Musset, su favorito. Al morir su padre
en 1847, se trasladó a París junto a su madre y continuó,
gracias a una beca, sus estudios en el instituto Saint-Louis. No consiguió
terminar el bachillerato pues en 1859 suspendió dos veces el examen de
graduación de bachillerato y como no quiso seguir siendo una carga para
su madre, abandonó los estudios con el fin de buscar trabajo, empezando
con un empleo de administrativo en una oficina de Aduanas y en 1862 como empleado
en el departamento de publicidad de la editorial Hachette. Sus primeros libros
publicados fueron un conjunto de relatos titulados "Cuentos a Ninon"
en 1864 y una novela autobiográfica con influencia del romanticismo, "La
confesión de Claude" en 1865. Escribió también este
mismo año, dos obras de teatro que no fueron representadas, "La fea"
y "Magdalena" y en 1866 fue despedido de la editorial Hachette. Comenzó
a trabajar como cronista literario y artístico en el periódico "L'Evénement",
interesándose por la pintura impresionista y contrayendo amistad con los
nuevos artistas de la época, publicando durante 1866 los trabajos de crítica
pictórica "Mis odios" y "Mi salón", donde hizo
una enérgica defensa de Édouard Manet, cuestionado en esa época
por los sectores académicos. A partir de ese momento Émile
Zola se dedicó por completo a escribir, se alejó paulatinamente
del romanticismo y sintió afinidad con el movimiento realista y el positivismo.
Aplicó su experiencia periodística, en 1867, en una novela folletinesca
"Los misterios de Marsella", y en el mismo año publicó
su primera novela importante "Teresa Raquin", un detallado estudio psicológico
del asesinato y de la pasión, a partir de un trágico suceso ampliamente
comentado en la prensa de la época. Esta historia de pasión ineluctable,
adulterio, asesinato y remordimiento en una oscura mercería del pasadizo
de Le Pont-Neuf, cosechó para el autor las más acerbas recriminaciones
de los moralistas de la época, aunque ganó prestigio en el ambiente
literario. Fue su cuarta novela y la primera en la que tomó forma el ideario
naturalista.
Émile Zola. Foto
Images Google En
el prólogo de la obra, dijo Émile Zola: <<En Thérèse
Raquin pretendí estudiar temperamentos y no caracteres. En eso consiste
el libro en su totalidad. Escogí personajes sometidos por completo a la
soberanía de los nervios y la sangre, privados de libre arbitrio, a quienes
las fatalidades de la carne conducen a rastras a cada uno de los trances de su
existencia. Thérèse y Laurent son animales irracionales humanos,
ni más ni menos>>. Por la delimitación que hizo con absoluto
realismo y profundidad, del delito en sí mismo, sino también, por
la audacia descriptiva que contenía, además de la captación
profunda del drama íntimo de los personajes, sobre todo de madame Raquin,
la novela se constituyó en el libro de más fama en los anales del
naturalismo. Una anciana comerciante de provincias, madame Raquin se traslada
a París con su hijo Camilo y con su sobrina huérfana Teresa, trasladando
también su tienda a la capital. Teresa inquieta y deseosa de vivir, parece
indiferente a todo a fuerza de adormecer sus deseos y sentimientos por la seguridad
que le ofrece la familia. Cumpliendo el sueño de madame Raquin, Teresa
y Camilo al crecer se casan, pero Camilo, personaje enfermizo y débil,
no trae la felicidad a la vida de Teresa, ni representa ningún cambio en
la existencia de la misma, para ella todo sigue en la más absoluta rutina
emocional. Un día, Camilo lleva a su casa a un amigo llamado Lorenzo, que
es su antítesis, tanto en lo físico como en su manera de ser y pensar.
Teresa queda fascinada por la presencia física de Lorenzo y éste
al darse cuenta, la seduce y se convierten en amantes, manteniendo sus lances
amorosos en la misma casa donde Teresa convive con su suegra y su marido. A partir
de esta relación, comienza a desarrollarse en la mente de los amantes,
la idea de eliminar al esposo. Lorenzo piensa que de esa manera podrá,
en algún momento, heredar de madame Raquin, estar junto a una mujer de
la que está enamorado, vivir en paz y ser feliz. Un día, la pareja
de esposos, sale a hacer un paseo en barca con Lorenzo y Camilo es ahogado por
éste. Mientras tanto Teresa y Lorenzo, comienzan la farsa del sufrimiento
por la muerte de Camilo, hasta que quede claro en la mente de los demás
que fue un accidente y no un asesinato. Lorenzo resulta ser el salvador de Teresa,
puesto que él la ha sujetado en el accidente para salvarla. Eso conlleva
a que madame Raquin y los demás vean posible la unión entre Lorenzo
y Teresa, como una salvación para toda la familia. La pareja sufre una
constante persecución por el fantasma de Camilo, que muy al contrario de
lo que anhelaban, en vez de alcanzar la paz y el amor, les hace vivir atormentados.
La madre de Camilo, enferma de parálisis con su presencia en ese desdichado
estado, se convierte para los asesinos en un constante recuerdo de lo que han
perpetrado, a tal punto que se acusan mutuamente delante de ella, a sabiendas
que no podrá decir nada. Madame Raquin, sólo puede guardase para
ella sola, el odio hacia los asesinaos de su hijo, sin poder hacer nada para delatarlos.
La vida se torna insoportable para ellos, hasta que un día después
de meditar cada uno a su manera la forma de eliminar al otro, terminan por envenenarse
juntos. En 1906, Émile Zola seguía
estando de moda y su naturalismo producía, a partes iguales, una oleada
de fervorosos entusiastas y de acérrimos adversarios. Pocos autores generaron
tanta polémica. Su obra "Teresa Raquin" fue traducida al catalán
por Rafael Moragas y un grupo de aficionados dirigidos por Juli Vallmitjana decidió
llevarla a escena. Antoni Niubó, entusiasta comerciante graciense que tenía
un comercio en la calle Mayor de Gracia y conocido en los medios artísticos
con el sobrenombre de "matalasser intel·lectual" alquiló
el teatro de la Societat del Cercle de Propietaris de Gracia y Juli Vallmitjana
formó una compañía integrada por actores aficionados como
Purquet i Font y tres actrices: Maria Morera que era profesional y las hermanas
Eulália y Trini Guitart, dirigidos por Adrià Gual. El
escenario estaba a punto: el Cercle de Propietaris de Gracia de la calle Esmeralda,
futura sede del Teatro Íntimo de Adrià Gual. El diario "La
Vanguardia", el 4 de septiembre de 1906, en su sección de espectáculos
anunciaba: <<Círculo Propietarios de Gracia. Calle de la Esmeralda,
29. Comisión artística, jueves 14 a las nueve y media. Gran homenaje
al escritor Emilio Zola, con el estreno en catalán de su drama "Teresa
Raquin". Antes de la representación se leerá una conferencia
de don Emilio Tintorer. Los beneficios se dedicarán a las Escuelas Francesas
de Beneficencia. Se admiten encargos en la sede de la sociedad, en la redacción
de "Joventut", en el Hogar Catalán y en el Quiosco Francés
de la Rambla de los Estudios>>. Siete días antes del estreno de "Teresa
Raquin", Eulália Guitart, que interpretaba el papel de la protagonista,
se vio obligada a abandonar. ¿Por qué? Versión oficial: la
actríz sufrió una hemóptisis, un vómito de sangre,
como el que tuvo Margarita Xirgu en Breda, en el verano de 1905. Versión
oficiosa: la dama no quería desvestirse en escena (en la obra, Teresa,
casada ya con su cómplice, se quita el vestido de boda y se queda en corpiño
y enaguas). Era el fracaso del proyecto, pero alguien sugirió: "...en
la calle Santa Rosa hay un grupo de aficionados donde actúa una joven que
promete...". Se referían a Margarita Xirgu. Vallmitjana y Moragas
no se lo pensaron dos veces: A la mañana siguiente, domingo, se plantaron
en el teatrillo de la calle Santa Rosa. Allí representaban "María
del Carmen" de Josep Feliu i Codina, protagonizada por aquella jovencita.
Cuando terminó la función, Vallmitjana y Moragas expusieron a la
joven el objeto de la visita: necesitaban una actríz para representar el
papel principal de "Teresa Raquin". Margarita se resistió: <<Verán
ustedes - les dijo - yo no soy más que una aficionada. Hago de galonera...
Naturalmente que me gustaría mucho trabajar en un escenario como el Cercle
de Propietaris de Gràcia... Ustedes no se lo creerán... Les estoy
muy agradecida, pero no me atrevo. Una cosa es trabajar con aficionados... Y si
quedo mal delante de los señores de Barcelona que subirán a Gracia.
¿Vendrán los Propietarios verdad? No, no... Se lo agradezco de todo
corazón, pero no puedo... tengo demasiado miedo>>. Vallmitjana y
Moragas insistieron. Sabían demasiado bien que si aceptaba salvaban el
estreno. Le enseñaron la obra. Ella exclamó: <<¡Pero,
si esto es larguísimo!>> Y, después de una pausa, preguntó
por el nombre de la protagonista. Margarita no se decidía. Había
deseado una oportunidad así, pero todo resultaba extremadamente precipitado
y el papel la intimidaba. Tendría que desestimar el ofrecimiento. Sus dudas
aumentaron cuando Vallmitjana y Moragas, desmereciendo el arte de la diplomacia,
le comentaron que el cónsul de Francia había prometido su asistencia
al estreno y que el crítico Emili Tintorer, de la revista "Joventut",
había escrito una conferencia expresamente para el homenaje a Zola. <<¡Pobre
de mi! Pero si yo, señores, no soy más que una aficionada... Pero
si yo no sé hacer comedias>> exclamó Margarita. Los ojos de
la actríz brillaron impresionados. Dado que el vestuario corría
a cargo de cada actor preguntó si se necesitaban muchos vestidos para representar
la obra. No, sólo un vestido negro, una falda y una blusa. Es todo lo que
tiene. Vallmitjana le ofreció cuatro duros de sueldo para el estreno. <<Pero,
Dios mío, si yo no me atrevo...>>, volvió a implorar. Le redondearon
el sueldo a cinco. No, no era por el dinero: si no fuera porque los necesitaba
para sobrevivir, no le interesaban. Hasta aquel momento solamente había
actuado en sociedades de barrio. El resto de días, haciendo galones, ganaba
un jornal de cuatro pesetas, y los domingos, en el teatro le ofrecían diez.
Finalmente "Teresa Raquin" se estrenó el 4 de octubre de 1906.
A los 18 años, Margarita Xirgu entró en el teatro semi profesional
por la puerta grande; éste era el rol que un par de años antes,
había interpretado con enorme éxito Eleonora Duse. La revista "L'Escena
Catalana" de octubre de 1906 explicó así la afluencia e interés
de los espectadores: <<Esta tentativa del teatro independiente, aislada,
aquí en Barcelona, tiene unos grupos de público que, sin parar mientes
en sacrificios ni distancias, acude alegremente a las representaciones como si
se tratara de secundar una obra de campanillas>>. Y con referencia a la
noche del estreno, decía: <<Por esto, al local del Círculo
de Propietarios acudieron, pese a la ausencia de tranvías y a la hora avanzada
en que terminaba la función, numerosos espectadores, entre los que abundaban
críticos y personalidades literarias>>. Precedió a la función
la anunciada conferencia del crítico teatral Emilio Tintorer, que leyó
Nogueras Oller ante el busto de Émile Zola, colocado en el centro de la
escena sobre una mesa cubierta con la bandera francesa. El orador hizo una apasionada
defensa de la moralidad naturalista, tan injustamente combatida, sentando la afirmación
de que el paso de la vida real a la escena no podía considerarse como inmoral.
El público puesto en pie le dedicó una gran ovación. La prensa
dio su beneplácito coincidiendo en que su actuación de "Teresa
Raquín" era admirable. La "Revista Europa" en la persona
del joven periodista Fernando Barangó Solís, fue la primera en marcar
una de las características que la caracterizaron; el periodista redactaba:
<<Lo que más me impresionó fue su voz dulce, suave, cálida,
desgarradora según la escena, siempre harmoniosa, sin arrebatos declamatorios>>. El
crítico de "La Vanguardia" profetizó: <<Barcelona
cuenta desde anoche con una primera actriz indiscutible>>. Emilio Tintorer,
desde su tribuna en "Joventut", publicación catalanista de literatura,
artes y ciencias, dijo: <<Una jovencita a la que no había visto trabajar
nunca, la señorita Xirgu, se enfrentó, a última hora, con
el papel de la protagonista. Nos obsequió con un primer acto de un realismo
y de un sentimiento extraordinario. En los demás actos su interpretación
fue siempre admirable. Aún es muy aventurado hablar de una actriz vista
a través de una sola obra, pero ello no ha de impedir que digamos nuestra
creencia de que la señorita Xirgu puede llegar a ser una buena actriz,
pues parece tener madeinterpretó con acierto y arte su difícil papel
de protagonista>>. Juan M. Soler, en la madrileña revista "Comedias
y Comediantes", subrayó: <<La interpretación fue ajustadísima.
La señorita Xirgu -así la llama la crítica en esta salida
triunfal en las columnas de la prensa- interpretó con acierto y arte su
difícil papel de protagonista>>.

Margarita Xirgu con 20 años en 1908.
Foto Biografía F. Foguet Con
la novela "Madeleine Férat" de 1868, Émile Zola fue consolidando
su estilo. En 1870 Zola se casó con Alexandrine Méley, algo mayor
que él y compañera leal desde el inicio de su relación. 
Alexandrine
Méley, madame Zola. Foto
Images Google Inspirado
por los experimentos científicos sobre la herencia como los que habían
hecho Darwin y Marx; por la lectura de "Introducción a la medicina
experimental" de Claude Bernard; por las teorías fisiológicas
de pensadores como Hippolyte Taine sobre la influencia de la raza o la herencia
y el medio o entorno sobre el individuo; y siguiendo el modelo de Honorato de
Balzac en la "Comedia humana", Émile Zola decidió realizar
un conjunto de novelas escritas con rigor científico, donde quería
relatar la historia natural de varias generaciones de una familia. Concibió
desarrollar una novela fisiológica que ahondara en las profundidades de
todos los aspectos de la vida humana, que documentara los males sociales al margen
de cualquier sensibilidad política. Asignó a esta nueva escuela
de ficción literaria, el nombre de naturalismo, corriente cuya máxima
consistió en reproducir la realidad con objetividad casi documental, tanto
en sus aspectos más excelsos como en los más vulgares. Así
pues escribió una serie de veinte novelas entre 1871 y 1893, bajo el título
genérico de "Les Rougon-Macquart". Tras una ardua investigación,
produjo un sorprendente y completo retrato de la vida francesa, especialmente
la parisina, una historia natural y social de una familia bajo el Segundo Imperio
a finales del siglo XIX. Reveló la parte más cruda de la sociedad
francesa, renegando del idealismo romántico y de la hipocresía burguesa.
En sus obras de ficción, muy documentadas, denunció el arribismo,
las componendas y la reestructuración social en la Francia de la Segunda
República. Había vivido estos cambios al volver a París siendo
joven, junto a su íntimo amigo de la infancia pasada en Aix-en-Provence,
el pintor Paul Cézanne, con quien compartió las miserias de la vida
bohemia en el París de los impresionistas, cuando éstos eran considerados
poco más que unos artistas rebeldes y repudiados. En los 31 volúmenes
que comprenden las veinte novelas, trazó la genealogía de más
de doscientos personajes y sus textos fueron tan elogiados como criticados. Fue
calificado de obsceno y criticado por exagerar la criminalidad y el comportamiento,
a menudo patológico, de las clases más desfavorecidas. Recibió
duros cuestionamientos por parte de escritores católicos como M. Barrès,
L. Bloy y B. d'Aurevilly que veían en el carácter positivista de
su obra, signos de decadencia, dogmatismo y una "absoluta carencia de espiritualidad".
Émile Zola fue un escritor incómodo, porque le obsesionaba la verdad.
Algunos de los libros que se ocuparon de las
cinco generaciones de la familia Rougon-Macquart, alcanzaron una gran popularidad.
La obra se inició con la novela "La fortuna de los Rougon" de
1871, un retrato social que siguiendo el esquema del naturalismo tenía
altas dosis de violencia y dramatismo, resultando a veces demasiado explícito
en sus descripciones para el gusto de la época. La segunda novela de la
serie fue "La jauría" de 1872 y la tercera "El vientre de
París" de 1873, año en que inició su relación
con Gustave Flaubert, Camille Pissarro, los hermanos Goncourt y Alphonse Daudet.

Retrato de Émile Zola.
Foto Images
Google
La
serie de la familia Rougon-Macquart continuó con las novelas "La conquista
de Plassans" en 1874, "El pecado del Abate Mouret" en 1875, "Su
excelencia Eugène Rougon" en 1876, "La taberna" (L'Assommoir)
un estudio sobre el alcoholismo en 1877 y "Una página de amor"
en 1878; año en que conoció a Joris-Karl Huysmans, Paul Alexis,
Léon Hennique y Guy de Maupassant, que llegaron a ser habituales de las
veladas de Médan, un lugar cerca de Poissy donde Émile Zola tenía
una casita de campo; convirtiéndose en el líder de los naturalistas.
En 1879 se publicó su gran éxito, la novela de la serie de la familia
Rougon-Macquart "Naná", basada en la prostitución. Émile
Zola en 1880 publicó los ensayos sobre naturalismo y crítica literaria:
"La novela experimental" y en 1881 "Los novelistas naturalistas",
"Nuestros autores dramáticos", "Documentos literarios"
y "El naturalismo en el teatro". 
Émile Zola. Foto
Marea Cultural Continuó
con la serie de la familia Rougon-Macquart, con las novelas "Pot-bouille"
un análisis sobre las pretensiones de la clase media en 1882, "El
paraíso de las damas" en 1883, año éste en que también
publicó su novela "El paraíso de los gatos" y continuó
con la serie con las novelas "La alegría de vivir" en 1884, su
gran éxito "Germinal" un relato sobre las condiciones de vida
de los mineros en 1885, "La obra" en 1886, en cuyo año se peleó
con Paul Cézanne (a quien quizás se puede reconocer en el personaje
de Claude Lantier, el pintor fracasado de esta novela) y "La tierra"
en 1887 cuya publicación levantó polémica. El "Manifiesto
de los cinco" marcó la crítica de los escritores naturalistas
jóvenes, además Émile Zola criticó habitualmente los
criterios utilizados en las exposiciones de arte oficiales del siglo XIX, en las
que se rechazaba de forma continuada las nuevas obras impresionistas. En
esta época también escribió "El arte de morir"
que recoge cuatro "nouvelles" (relatos largos o novelas cortas) articulados
en torno a la idea de la muerte, sea ésta abordada como idea, como necesidad
o, simplemente, como hecho. En estos cuentos, a excepción del relato que
cierra el volumen, la muerte actúa como antagonista, protagonista o personaje
secundario; es el remedio a un mal o el obstáculo infranqueable; el final
de una historia o el inicio de una nueva vida. Incluye "El capitán
Burle", "La muerte de Olivier Bécaille", "Una autopsia
social" y "Las caracolas de Monsieur Chabre".
Retrato de Émile Zola.
Foto Epdlp A
Émile Zola le fue bien, pese a todo. Su estilo descarnado y el gran proyecto
novelístico emprendido, lo señalaron como el padre del naturalismo.
Se convirtió en una gloria nacional. Llegó un momento en que el
éxito, la fama y la riqueza derivados de sus libros y su publicación
en forma de folletín, lo auparon a la posición de la élite
intelectual y a la cómoda y tranquila existencia, junto a su esposa Alexandrine
Méley. Hacia 1888 todo parecía rodar
suavemente en su vida. El viaje a un balneario en Royen, sobre la costa atlántica,
en compañía de su editor Georges Charpentier, el pintor Fernand
Desmoulin y su esposa Alexandrine, se perfilaba como el de unas vacaciones estivales
relajantes e intrascendentes. Pero fue ahí donde su vida se empezó
a desdoblar. Por un lado, sus dos compañeros de viaje y el alcalde de la
ciudad, Víctor Billaud -asiduo visitante a su residencia-, lo iniciaron
en la afición por la fotografía. Un pasatiempo que se convirtió
rápidamente en una práctica sistemática, una forma de atesorar
detalles de la realidad que reflejaba en sus novelas, aunque curiosamente, no
la utilizara con fines literarios. Por el otro, en esos cálidos días
de verano este hombre de 48 años, con cerca de cien kilos de peso, se enamoró
perdidamente de Jeanne Rozerot, la joven y esbelta costurera de 21 años
que acompañaba a su esposa. ¿Cómo sucedió? Quizá,
cualquier tarde, cuando estaban a punto de salir, Zola descubrió que llevaba
un botón de la chaqueta algo suelto. Y cuando Jeanne se lo cosió,
con prisas, y cortó el hilo con sus dientes ahí mismo, sobre su
cuerpo, el escritor sintió una punzada que revivió pasiones dormidas
durante mucho tiempo. El caso es que él y Jeanne se hicieron amantes y,
con el tiempo, tuvieron dos hijos, Denise y Jacques. Con Alexandrine no había
tenido descendencia y Émile Zola se volcó en su segunda familia
con responsabilidad, cariño y dedicación. Como no se admitía
el divorcio, siguió llevando una vida oficial junto a Alexandrine y otra
secreta junto a Jeanne y sus hijos, a quienes instaló en Verneuil, no muy
lejos de su residencia de Médan a orillas del Sena. 
Émile Zola con 25
kg. menos, con su amante Jeanne Rozerot, en una fotografía hecha por el
escritor. Foto El País La
fotografía se convirtió en su forma de legitimar esa existencia.
Jeanne fue su musa y su modelo en centenares de placas. Una de ellas muestra a
Émile y a Alexandrine, maduros, entrados en carnes, muy rectos, cogidos
fríamente de la mano. Otras de Jeanne joven y esbelta, montando en bicicleta,
o cubierta apenas con un paño blanco, con los hombros y los brazos desnudos,
o casi de espaldas destacando también la desnudez de sus hombros y su nuca.
Émile Zola llegó a hacer cerca de 7.000 placas desde 1888 hasta
su muerte. Compró los equipos más sofisticados de la época
e instaló tres laboratorios para su revelado. Le gustaba trabajar en series,
quizá influido por los pintores impresionistas, a quienes defendió
como crítico de arte en sus primeros artículos periodísticos.
Le interesaron los paisajes, tanto los de la ciudad como los del campo, la arquitectura,
los cambios que traían las estaciones, las personas y sus oficios, los
eventos, como la Exposición Universal de 1900, que documentó con
su cámara en sus grandes fases como la construcción de la torre
Eiffel. Los hijos de Zola, Denise y Jacques, fueron sus modelos en muchas
fotografías. Aparecían en escenas familiares, en comidas al aire
libre, en paseos y en juegos. Más adelante, fotografió a los niños
como modelos a su capricho, disfrazados y caracterizados de diversos personajes,
posando en distintas actitudes y corriendo por el campo. Les hizo cientos de fotos
y en muchas aparecía él rodeado de su familia secreta. Zola iba
a verlos casi a diario en bicicleta. 
Denise y Jacques.
Foto El País
<<La escisión de esta doble vida que he tenido
que vivir ha terminado por desesperarme>>, escribió Émile
Zola en una carta y también: <<Jeanne me ha tributado el regio festín
de su juventud, haciéndome el hermano mayor de mi Denise y de mi Jacques>>.
Alexandrine se había enterado de la relación con Jeanne a través
de una carta anónima y, por más que instó a su marido a dejarla,
no lo consiguió. Tras la muerte de Jeanne, algún tiempo después,
Alexandrine adoptó a sus dos hijos para que fueran los herederos legales
de su padre. 
Émile Zola con Jeanne Rozerot, Denise y Jacques.
Foto El País La serie
de la familia Rougon-Macquart continuó con "El sueño"
en 1888, la destacada novela "La bestia humana" donde analizó
las tendencias homicidas en 1890, año en que se rechazó su entrada
en la Academia Francesa, "El dinero" en 1891, "El desastre"
un relato sobre la caída del Segundo Imperio en 1892, y "El doctor
Pascal" en 1893. Estos libros, que el propio Zola consideraba documentos
sociales, influyeron enormemente en el desarrollo de la novela naturalista. En
1892 se publicó también, su ensayo "Viaje de vuelta",
un texto de crítica y polémica. Sus obras posteriores fueron menos
objetivas, más dogmáticas, más evangelizantes y, en consecuencia,
menos logradas como novelas. Entre éstas figura la serie "Las tres
ciudades" compuesta por 3 volúmenes, que escribió entre 1894
y 1898, iniciando la serie "Lourdes" publicada en 1894 a la que le siguieron
"Roma" en 1896 y "París" en 1898. En 1897 se publicó
su ensayo de crítica y polémica "Nueva campaña".

Émile Zola con su máquina de fotografiar Box 7.
Foto El País En 1898, Zola se implicó en
el caso Dreyfus y publicó el 13 de enero en el diario "L'Aurore"
su famoso "Yo acuso", una carta abierta al Presidente de la República
M. Felix Faure, en la que Émile Zola arremetió contra las autoridades
francesas por perseguir al oficial de artillería judío Alfred Dreyfus,
acusado de alta traición a la patria por los militares antisemitas, de
resultas de una causa por espionaje que le condenó de por vida a la prisión
de la Isla del Diablo. Así logró que el proceso de revisión
tuviera un brusco giro. Un proceso por difamación condenó a Émile
Zola a un año de cárcel y a una multa de 7.500 francos más
los gastos, que pagó el escritor Octave Mirbeau. El efecto causado por
su participación en el caso Dreyfus, lo posicionó como líder
de las fuerzas progresistas (republicanos y socialistas) que reclamaron al gobierno
derechista, la defensa de los derechos humanos en la República. El gobierno,
apoyado por los partidos conservadores, el ejército nacionalista y la Iglesia
Católica, acusó a Zola por injurias y lo persiguió, por lo
que se exilió en Inglaterra durante un año, en el que continuó
sus arengas a favor de la revisión del caso, hasta que se demostró
la inocencia definitiva de Dreyfus y el complot militar que lo había condenado.
A su regreso, publicó en "La vérité en marche"
sus artículos sobre el caso.

Retrato del capitán Alfred Dreyfus. Foto
Images Google En la carta al presidente de la República
Francesa, Émile Zola terminaba con las siguientes palabras: <<Yo
acuso al teniente coronel Paty de Clam como laborante - quiero suponer inconsciente
- del error judicial, y por haber defendido su obra nefasta tres años después
con maquinaciones descabelladas y culpables. Acuso al general Mercier por haberse
hecho cómplice, al menos por debilidad, de una de las mayores iniquidades
del siglo. Acuso al general Billot de haber tenido en sus manos las pruebas de
la inocencia de Dreyfus, y no haberlas utilizado, haciéndose por lo tanto
culpable del crimen de lesa humanidad y de lesa justicia con un fin político
y para salvar al Estado Mayor comprometido. Acuso al general Boisdeffre y al general
Gonse por haberse hecho cómplices del mismo crimen, el uno por fanatismo
clerical, el otro por espíritu de cuerpo, que hace de las oficinas de Guerra
un arca santa e inatacable. Acuso al general Pellieux y al comandante Ravary por
haber hecho una información infame, una información parcialmente
monstruosa, en la cual el segundo ha labrado el imperecedero monumento de su torpe
audacia. Acuso a los tres peritos calígrafos, los señores Belhomme,
Varinard y Couard por sus informes engañadores y fraudulentos, a menos
que un examen facultativo los declare víctimas de una ceguera de los ojos
y de juicio. Acuso a las oficinas de Guerra por haber hecho en la prensa, particularmente
en "L'Eclair" y en "L'Echo" de París una campaña
abominable para cubrir su falta, extraviando a la opinión pública.
Y por último, acuso al primer Consejo de Guerra, por haber condenado a
un acusado, fundándose en un documento secreto, y al segundo Consejo de
Guerra, por haber cubierto esta ilegalidad, cometiendo el crimen jurídico
de absolver conscientemente a un culpable>>. En 1899
volvió a París y fue indultado Dreyfus. Al final, la verdad triunfó.
En este mismo año inició la serie de "Los Cuatro Evangelios",
formada por "Fecundidad", a la que siguieron "Trabajo" en
1901, "Verdad" en 1903 -publicada póstumamente- y "Justicia"
que no acabó. Dejó constancia con la fotografía de sus viajes
a Roma, del exilio en Londres,... Se interesó por la poesía y el
teatro, y colaboró en periódicos como "Le Figaro", "Le
Petit Journal" y "Le Salut Public". 
Retrato de Émile Zola.
Foto
Wikipedia Émile Zola murió inesperadamente
el 29 de septiembre de 1902 en su casa de París, asfixiado por el monóxido
de carbono de una estufa que tenía la chimenea obstruida, a los 62 años
de edad. Algunos comentaron que fue asesinado por su osadía contra los
militares. Al día siguiente se le esperaba para la ceremonia de readmisión
del capitán Dreyfus en el ejército. Iban a estrechar sus manos por
primera vez. En 1906 se rehabilitó totalmente a Alfred Dreyfus. Émile
Zola estuvo algunos años enterrado en el cementerio de Montmartre en París,
pero sus cenizas fueron trasladadas finalmente al Panteón el 4 de junio
de 1908.

Tumba de Émile Zola en el cementerio de Montmartre.
Foto
Wikipedia Algunos textos han sido extrídos
de "Émile Zola": Wikipedia, Biografías y vidas y Para
Libros. XAVIER RIUS XIRGU álbum
de fotos
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