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VICTORIEN SARDOU
Victorien Sardou nació
en París el 5 de septiembre de 1831, fue dramaturgo, escenógrafo
y periodista.
Procedía de una modesta familia propietaria
de un oliveral en Le Cannet, cerca de Cannes. Durante un invierno especialmente
frío, el hielo mató todos los olivos y arruinó a la familia,
trasladándose consecuentemente el padre de Victorien, Antoine Léandre
Sardou y su familia a París. Los paseos con su padre por las calles de
la capital, despertaron en su espíritu el gusto por la historia, y el afán
de situar nuevamente en los viejos barrios de la ciudad a personajes ya desaparecidos
y a acontecimientos lejanos en el tiempo. En París su padre fue sucesivamente
contable, profesor de contabilidad, director de colegio y preceptor, además
de publicar algunos manuales de gramática, diccionarios y otros tratados
de diferentes materias. Como su padre vivía con dificultades, Victorien
tuvo que desenvolverse por sí mismo desde muy joven y se vio obligado,
debido a la falta de dinero, a interrumpir los estudios de medicina que había
iniciado.
Sobrevivió dando clases de francés
a alumnos extranjeros, así como dando clases de latín, historia
y matemáticas y escribiendo artículos para enciclopedias populares
y periódicos. Al mismo tiempo trataba de introducirse en el mundo de las
letras. Sus primeros textos encontraron el apoyo de una escritora de segundo orden,
Madame de Bawl, que durante la época de la Restauración había
alcanzado una cierta fama. Trató de llamar la atención de la famosa
actriz francesa Rachel proponiéndole el drama "La reina Ulfra"
(La reine Ulfra) basado en antiguas leyendas suecas; pero nunca se representó,
como tampoco se representó su comedia "Los amigos imaginarios"
(Les amis imaginaires) de aquella época.
El inicio
de su carrera teatral resultó especialmente difícil. Antes de llegar
a la escena compuso veinticuatro comedias que presentó infatigablemente
a actores y directores de teatro, sin desalentarse por sus continuas negativas.
Su obra "La taberna de los estudiantes" (La taverne des étudiants)
se representó en el Teatro del Odéon de París el 1 de abril
de 1854, pero su estreno fue muy tormentoso debido a la presencia de estudiantes
en el teatro, ya que se había extendido el rumor de que el autor había
sido contratado por el Gobierno para provocarlos. Después de cinco representaciones,
la obra fue retirada de cartel. Otro drama, "Bernard Palissy", había
sido en principio aceptado por el Teatro del Odeón, pero tras un cambio
en la dirección del teatro, los nuevos mandatarios de la sala decidieron
no cumplir el compromiso adquirido por sus antecesores y no se estrenó.
La comedia con tema canadiense, "Flor de liana" (Fleur de liane) estuvo
a punto de representarse en el Teatro del Ambigu, pero la muerte del director
del teatro, Carlos Desnoyers, hizo que el proyecto fracasara y la obra no se estrenó.
La comedia "El jorobado" (Le bossu), que Victorien Sardou escribió
para el actor Charles Albert Fechter, no gustó al que debía ser
su protagonista y cuando al fin la obra pudo representarse con éxito, fue
a consecuencia de un error, como obra de otro escritor. "París al
revés" (París a l'envers), la comedia que presentó a
Adolphe Lemoine-Montigny el director del Teatro del Gymnase Marie Bell, no se
estrenó pues fue rechazada por éste aconsejado por Eugène
Scribe, a quien le parecía escandalosa la escena de amor, que se iba a
repetir y hacer famosa en la comedia de costumbres de Sardou "Nuestros íntimos"
que se estrenaría en 1861.
Victorien Sardou se encontraba
completamente arruinado, y sus desgracias se agravaron cuando un ataque de fiebre
tifoidea casi le causó la muerte. A punto de morir en su buhardilla, rodeado
por sus manuscritos rechazados, una vecina Mademoiselle de Brécourt le
auxilió. Era actriz de teatro y estaba relacionada con este mundo, en especial
con la famosa actriz Virginie Déjazet, de la que era íntima amiga.
Tras restablecerse, lo presentó a su amiga, y ésta decidió
convertirse en la protectora del joven autor. La actriz, ya mayor, compró
para él en 1859 un teatro, el Folies Déjazet, que se rebautizó
como Teatro Déjazet. Para conseguir mantener los gastos del teatro, ella
llegó incluso a volver a emprender giras teatrales por toda Europa. El
4 de noviembre de 1859 Victorien Sardou estrenó la comedia "Las gentes
nerviosas" (Les gens nerveux) en el Teatro del Palais Royal de París.
"Cándida" (Candide), la primera obra que escribió para
Virginie Déjazet, fue prohibida por la censura y no se estrenó,
pero las tres obras siguientes llevadas a la escena por la célebre Déjazet
fueron escritas prácticamente una tras otra y obtuvieron un gran éxito.
Las obras fueron: "Las primeras armas de Figaro" (Les premières
armes de Figaro) estrenada en su viejo teatro el 27 de septiembre de 1859, "Monsieur
Garat" estrenada también en el Teatro Déjazet el 31 de mayo
de 1860 y "Los Prados Saint-Gervais" (Les Prés Saint-Gervais)
una ópera cómica, restrenada en el Teatro de las Varietes de París
el 14 de de noviembre de 1874. Tuvo también mucho éxito la comedia
"Las patas de mosca" (Les pattes de mouche), representada el 15 de mayo
de 1860 en el Teatro del Gymnase Marie Bell de París en la que Clarisse
con el deseo de hacer un buen matrimonio, le escribe una carta a su amante Michel
comunicándole que deben separarse, pero éste no la recibe y piensa
que ella le ha traicionado. La carta se pierde pero al final se encuentra, cuando
Michel y Suzanne, la amiga de Clarisse, se dan cuenta de que se aman. El 31 de
diciembre de 1860 Victorien Sardou estrenó la comedia "Las mujeres
fuertes" (Les femmes fortes) que se representó en el Teatro del Vaudeville
de París.
Pronto estuvo en igualdad de condiciones
con los dos maestros del teatro del momento, Émile Augier y Alexandre Dumas
hijo. Aunque Victorien Sardou no tenía ni vis cómica ni la elocuencia
o fuerza moral del primero, ni la convicción apasionada ni el agudo ingenio
del segundo, era un maestro del diálogo. Las réplicas las enlazaba
de modo muy ingenioso, aplicaba los principios constructivos de Eugène
Scribe y combinaba los tres géneros clásicos: comedia de caracteres,
de costumbres o de intriga, con el drama burgués. Demostró tanta
habilidad como su maestro para unir esos elementos en obras sólidas y bien
construidas, a pesar de que les daba un importante matiz de sátira social.
El 16 de noviembre de 1861 Victorien Sardou estrenó
su comedia "Nuestros íntimos" (Nos intimes) en el Teatro del
Vaudeville de París, en la que se burlaba de la burguesía egoísta
y vulgar, y fue representada incluso en la Corte. El mismo año estrenó,
el 18 de julio, la comedia "Piccolino" en el Teatro Gymnase de París.

Retrato de Victorien Sardou.
Foto Culture
Gouvernement
Se casó con su vecina
benefactora, que poseía como nombre artístico el de Laurentine Léon
y como verdadero -de noble linaje- el de Eléonore Desirée de Moisson
de Brécourt, que murió ocho años más tarde. El 11
de abril de 1862 estrenó la comedia escrita para la Comédie Francaise
"La mariposa" (La papillonne) en el Teatro Français de París,
la mañana siguiente, el 12 de abril, estrenó la comedia "La
perla negra" (La perle noire) en el Teatro Gymnase de París, y polemizó
sobre las viejas costumbres y las políticas pasadas de moda en la obra
"Los patanes" (Les ganaches). Ésta fue censurada pero como en
otras ocasiones, aceptó rehacerla y utilizó la censura para fines
casi publicitarios. La obra fue estrenada el 29 de octubre en el Teatro Gymnase.
La sátira, a veces vehemente, constituía el fermento de sus comedias
de costumbres. Victorien Sardou tenía una pasión polémica
sobre las cuestiones de teatro. El interés de Sardou por el espiritismo
quedó reflejado en asombrosos dibujos reproducidos en esta obra. El 13
de abril de 1863 estrenó la comedia "Batalla de amor" (Bataille
d'amour) y el 28 de noviembre del mismo año el drama en cuatro actos "Los
diablos negros" (Les diables noirs) que se representó en el Teatro
del Vaudeville. Ya en 1864, estrenó el 12 de abril en el Teatro Déjazet
la comedia "El deshielo" (Le dégel), el 25 de junio la comedia
en tres actos y ocho cuadros "Don Quijote" (Don Quichotte) estrenada
en el Teatro del Gymnase, el 15 de octubre la comedia "Las manzanas del vecino"
(Les pommes du voisin) estrenada en el Teatro del Palais Royal y el 29 de diciembre
la comedia "El capitán Henriot" (Le capitaine Henriot).
El
21 de enero de 1865 Victorien Sardou estrenó en el Teatro Gymnase la comedia
"Los muchachos viejos" (Les vieux garçons) sobre los viejos solteros
y el 4 de noviembre del mismo año estrenó en el Teatro del Vaudeville
la comedia de costumbres "La familia Benoiton" (La famille Benoiton)
en la que ridiculizó el lujo, la búsqueda constante del dinero y
el adorno del peinado de las mujeres con cadenas, que más tarde tomó
el nombre de la obra. El 3 de octubre de 1866 estrenó en el Teatro Gymnase
la comedia "Nuestros buenos aldeanos" (Nos bons villageois) basada en
campesinos y ambientes rurales y el 4 de diciembre del mismo año estrenó
en el Teatro del Vaudeville la comedia en cinco actos "La casa nueva"
(La maison neuve), en la que ridiculizó a las mujeres que se casan para
tener una casa nueva. El 29 de diciembre de 1868 se burló de los modernos
tartufos en la comedia "Serafina" (Séraphine) estrenada en el
Teatro del Gymnase. El 8 de marzo de 1869 estrenó en el Teatro de la Porte
Saint-Martin la comedia "¡Patria!" (Patrie!) en la que narró
la revuelta, a finales del siglo XVI, de los campesinos holandeses contra los
invasores españoles ayudados por el Conde de Rysoor, que acaba muriendo
ajusticiado en la hoguera denunciado por su propia hija. En esta obra la dramaturgia
se apoya ampliamente en el juego alrededor de un accesorio, una espada en este
caso. El 8 de marzo de 1870 estrenó su comedia en cuatro actos y en prosa
"Fernanda" (Fernande) en el Teatro Gymnase. Años más tarde,
la Compañía Dramática Española de Margarita Xirgu
en 1918 representó "Fernanda" en el programa veraniego de su
gira por comarcas catalanas.
Victorien Sardou fue alcalde
de Marly-le-Roi en 1870 y 1871, donde escribía y vivía en el hermoso
castillo de Verduron, no lejos de la residencia de Alexandre Dumas hijo, que fue
uno de sus huéspedes más fieles. Poco después de la Revolución
de 1872 ya viudo, se volvió a casar con María Anne Corneille Soulié
(1845-1923), hija del erudito Eudore Augustin Soulié -que durante muchos
años fue el conservador del Museo de Versalles- y de Marie Catherine Joséphine
Vila. Tuvo cuatro hijos. Los grandes y correspondidos afectos de su existencia,
larga y tranquila, fueron la familia y el teatro. Tenía un espíritu
sociable, agudo y bondadoso, ayudó siempre con ánimo de "confrère"
a los jóvenes o a los colegas menos afortunados. Una de sus hijas se casó
con el autor dramático Robert de Flers.
Estrenó
el 15 de enero de 1872 su comedia "El rey zanahoria" (Le roi carotte)
en la que mezcló los géneros cómicos y los renovó,
siendo posiblemente la parte más viva de su creación. Victorien
Sardou se tomaba la libertad de olvidar las exigencias para escribir "obras
mal hechas", dedicadas al placer de la visión y de la más libre
fantasía. En la opera-bouffe "El rey zanahoria" fue capaz de
orquestrar visiones asombrosas, como las de una feria. El primero de febrero del
mismo año estrenó su comedia en cinco actos y en prosa "Rabagás"
que fue representada en el Teatro del Vaudeville y en la que ridiculizó
a los partidos liberales. La obra centra la acción en la corte de Mónaco
y en la figura de un famoso abogado demagogo y antidemocrático (una caricatura
del Sr. Gambetta) que capitanea el partido radical y que luego no tiene inconveniente
en servir al Príncipe, traicionando así a los suyos. Victorien Sardou
estrenó el 17 de marzo de 1873 en el Teatro Gymnase la comedia "Andrea",
el 6 de noviembre del mismo año estrenó en el Teatro de Vaudeville
la comedia en cuatro actos y en prosa "El tío Sam" (L'oncle Sam)
que el Gobierno francés intentó prohibir, sorprendentemente, como
demasiado despectiva para los americanos, al representar en la obra a un jóven
francés que emprende viaje hacía los Estados Unidos con el libro
"Democracia en América" bajo el brazo y que por suerte la señora
Bellamy, una compatriota experimentada, le advierte de tal lectura peligrosa.
Este mismo año, el 16 de diciembre, estrenó en el Teatro de las
Varietes la comedia "Las maravillosas" (Les merveilleuses) en la que
la Revolución Francesa le sirvió de marco para la obra.
El
14 de junio de 1874 estrenó la comedia "Los ahorros" (Le magot)
en el Teatro del Palais Royal y el 3 de diciembre de este mismo año el
drama heroico "El odio" (La haine) basado en crónicas italianas
de Siena y en la que junto a "¡Patria!" expuso su verdadera perspicacia
por las fuertes pasiones en años pasados; pero al no ser bien recibida
por el público y la crítica, juró no volver a realizar ninguna
obra más. De todas formas continuó escribiendo obras teatrales y
este mismo año estrenó el drama "La duquesa de Atenas"
(La duchesse d'Athénes) basado en recuerdos olvidados de la Grecia medieval.
Victorien Sardou se había renovado en estas obras al introducir artificialmente
un estudio histórico, generalmente superficial, para enmascarar los pensamientos
y los sentimientos modernos en dichas piezas. El 17 de noviembre de 1875 estrenó
su comedia "Ferréol" en el Teatro Gymnase y el 13 de mayo de
1876 estrenó la comedia "El hotel Godelot" (L'hôtel Godelot)
en el mismo teatro.

Victorien Sardou y su familia en el salón de su castillo de Verduron, en
Marly-le-Roi en 1875.
Foto 1st Art Gallery
Victorien Sardou estrenó el 22 de enero
de 1877 el drama "Dora" en el Teatro del Vaudeville basado irónicamente
en el espionaje: <<Puesto que nuestra idea fija en Francia -decía
un crítico- es que nos espian>>. El 1 de marzo de este mismo año
estrenó en el Teatro del Vaudeville la comedia en cinco actos "Los
burgueses de Pont-Arcy" (Les bourgeois de Pont-Arcy) en la que describió
con todo detalle a la burguesía francesa. También estrenó
en este año la comedia "Las bodas de Fernanda" (Les noces de
Fernande). El 7 de junio de este año 1877 fue elegido miembro de la Académie
Française, en sustitución del poeta Joseph Autran, después
de varias vueltas de escrutinio contra el duque de Audiffret-Pasquier y Leconte
de Lisle. Tomó su asiento en la Académie el 22 de mayo de 1878,
cedido por Charles Blanc, conociendo allí entonces entre otros al Duque
de Aumale y a Albert Sorel.
El 16 de febrero de 1880 estrenó
la comedia en cinco actos "Daniel Rochat" en el Teatro Français
provocando violentas protestas por las cuestiones políticas que abordaba.
El 6 de diciembre de este mismo año estrenó en el Teatro del Palais
Royal, la comedia en tres actos sobre las amenazadas leyes del divorcio, "¡Divorciémonos!"
(Divorçons!) que escribió en colaboración con Eusebio de
Najac, desempeñando el papel principal la famosa actriz Sarah Bernhardt.
La Compañía Dramática de Margarita Xirgu representó
también en la temporada 1924-1925 la comedia "¡Divorciémonos!"
en diferentes ciudades españolas. El 17 de noviembre de 1881 estrenó
el drama "Odeta" (Odette) en el Teatro del Vaudeville. El argumento
de la obra relata la historia de Odette que es obligada a dejar su hogar por su
marido el Conde Clermont-Latour, por considerarla infiel. Ella se entrega a los
azares de una existencia aventurera, de mujer fácil durante 15 años
y se hace cómplice de un estafador. Al tener que casar a su hija Jacqueline,
el Conde cuidadoso de evitar el escándalo si se descubre la vida que lleva
su madre Odette, facilita una entrevista entre la madre y la hija. Odette se hace
pasar por una amiga de la madre supuestamente desaparecida y habiendo consolidado
la felicidad de su hija, Odette se suicida echándose al océano.
Se
estrenó el 11 de diciembre de 1882 el melodrama "Fédora"
en el Teatro del Vaudeville, interpretada por Sarah Bernhardt, la actriz más
célebre de la época y que pasó a ser la principal de sus
intérpretes. La trama del drama relata la historia de Fédora que
jura vengar la muerte de su prometido el Príncipe Yarischkine a manos de
Ipanoff, al descubrir que es el amante de su mujer. El asesino huye a París
y se encuentra con Fédora enamorándose, aunque éste la dejará
más tarde al saber que su hermano ha sido ejecutado por su causa. Finalmente
Fédora se suicida. La Compañía Dramática de Margarita
Xirgu representó en la temporada 1924-1925 el drama "Fédora"
en diferentes ciudades españolas. En sus numerosas obras, Victorien Sardou,
hasta cierto punto continuador de la técnica de Eugène Scribe, reveló
una gran habilidad técnica. Ardiente admirador de Balzac, amó los
episodios domésticos intrincados, las situaciones complicadas y la presencia
de muchos personajes en la escena, en un intento de imitación de la realidad.
Se le dirigieron acusaciones de plagio o de apropiación de ideas ajenas,
ataques en su mayoría procedentes de escritores desconocidos. A ello respondió
el autor con el ingenioso libro "Mis plagios" (Mes plagiats) en 1883.
El 26 de diciembre de 1884 se estrenó con gran éxito
en el Teatro Porte Saint-Martin (Teatro Politeama según otras fuentes)
el drama en siete actos adaptación de unas crónicas bizantinas "Théodora",
que protagonizó una vez más Sarah Bernhardt. De nuevo Victorien
Sardou introdujo elementos históricos en la obra de la Emperatriz de Bizancio.
Sigmund Freud, después de ver actuar a Sarah Bernhardt en esta obra, sucumbió
ante sus encantos y durante años, una fotografía de la actriz era
la que recibía a los pacientes en su consultorio.Théodora es una
crónica de Bizancio puesta en escena con toda la pompa oriental y la preocupación
erudita que era un rasgo del Bajo Imperio. Los periódicos parisienses contaron
todas las maravillas escénicas del drama, desde el dorado salón
del "autocrátor" hasta el manto imperial de la Augusta. Las columnas,
muebles y mosaicos bizantinos; los trajes de opulencia tan deslumbrante como exacta,
las armas y joyas copiadas en los museos, el orden de los séquitos militares:
todos los detalles de ese conjunto histórico daban a esa función
dramática la importancia de una verdadera restauración. Fue ante
todo y después de todo, una magnífica pantomima, una ópera
sin música bastante, pues los pocos compases de Massenet no merecieron
tomarse en cuenta. Algunos reconocieron en la obra reminiscencias de "Lucrecia
Borgia" y "Marion Delorme". Victorien Sardou tomó por guía
al historiador Gibbon, que a pesar de su preocupación volteriana, fue un
excelente narrador de los hechos. La gran inexactitud de la pieza fue la muerte
de Théodora -¡una Augusta estrangulada por la mano del verdugo!-.
Sabido es que la Emperatriz murió a los cuarenta y ocho años, respetada
y casi canonizada a pesar de su herejía. Pero todos los otros detalles
de la acción como los incidentes del circo y los pormenores de la sedición,
fueron de una realidad suficiente. El mismo Sardou tuvo que bajar a la palestra
para defender sus decorados, al ser criticados por un erudito especialista y se
defendió con bastante habilidad. Antes que el desarrollo lógico
del drama y el estudio psicológico de los caracteres, estuvieron claras
para Victorien Sardou las escenas de efecto seguro y los golpes de teatro preparados
de antemano como una prueba de prestidigitación. La magnitud del escenario
histórico no perturbó su tranquilo aplomo, en ese drama con pretensiones
shakespearianas, desempeñaron papeles primordiales un frasco o una horquilla,
como si de la comedia "Las patas de mosca" se tratara. Nada importa
que Marcellus expirara instantáneamente con el pinchazo anatómico
del alfiler de oro: es menester que Théodora se empeñe en no recogerlo,
para que reaparezca con el cadáver lanzado al Bósforo y recogido
en la playa. Sardou acometió la tarea de pintar al fresco las bóvedas
de Santa Sofía, con sus invariables procedimientos de dibujante de ilustraciones.

Sarah Bernhardt interpretando "Théodora".
Foto
Wikipedia
Rubén
Darío en su extraordinaria crítica a la representación de
la obra, decía: <<Seguramente, el Justiniano de la historia secreta
es un personaje despreciable y grotesco: una mezcla de Claudio y de Felipe II,
imbécil y desastrado en su hogar como el primero; neciamente papelista
y fríamente cruel como el segundo; discutidor más que bizantino
de absurdos teológicos, y cobarde como un eunuco; gran legislador por obra
y gracia del cuestor Triboniano, e ínclito vencedor de los Bárbaros,
desde su tribuna del hipódromo, por el esfuerzo del Belisario y Narsés.
Pero el moderno dramaturgo ha encontrado el medio de recargar el odioso retrato
de Procopio, pintando al "autocrátor" aún más imbécil,
cruel y cobarde que en esa venenosa acta de acusación. Si hay algo sabido,
es la cultura de formas y lenguaje de ese niño búlgaro, sobrino
de un emperador, advenedizo como él, pero llevado muy pequeño a
Bizancio y criado allí como un heredero del imperio. El estilo y modales
íntimos del Justiniano dramático son los de un viejo histrión
silbado. Más crudamente exagerado aún es el personaje de Teodora.
Es difícil, por cierto, defender con éxito esa repugnante figura
de meretriz entronizada, que logró escandalizar al mundo tan poco escrupuloso
del Bajo Imperio. Corrompida hasta las médulas antes de la pubertad, prodigando
en los pórticos del circo su "caridad universal", innovando en
sus orgías de tríbada por sobre el capitali luxus de Ausonio, que
requeriría el griego, pues el latín es harto transparente para su
cabal pintura: vieja y marchita a los veinte años de tanto rodar por las
tabernas de Constantinopla y los malecones de Alejandría: seguramente,
lo repito no es fácil calumniar la juventud de Théodora. Pero es
tan notorio como la historia de su licenciosa juventud, el cambio repentino que
por cansancio o ambición se produjo en ella desde que conoció y
dominó al futuro emperador. Todos los autores, religiosos y profanos, están
conformes. La corte y la misma familia imperial olvidó el vergonzoso pasado
de la pantomima, ante la invariable corrección de la Augusta. El "autocrátor"
la asociaba tan públicamente a sus tareas de estado, que hasta en su monumento
legislativo figura como consejera prudente y sagaz; por ejemplo, en la novela
VIII, donde Justiniano emplea el retruécano reproducido por Sardou, sobre
el nombre de Théodora (presente de Dios): Deo data est nobis. Y es esa
soberana, severa ya y rígida como todas las arrepentidas, la que se nos
muestra corriendo las veredas de Bizancio como Mesalina, y cayendo en los brazos
de un joven desconocido, de un odiado heleno a quien perseguirá insaciablemente.
Y esas visitas a la vieja sirvienta del circo, y esa entrada al hipódromo
para que el pueblo le arroje a la cara el insulto soez, cuando es sabido que no
podía asistir a las carreras sino invisible tras de las rejas de San Estéfano.
En cuanto a esa famosa escena de "interior" en que los augustos consortes
se escupen mutuamente las injurias más atroces en estilo de carnaval de
la Courtille, es una repugnante parodia del realismo histórico; el más
falso y necio espécimen del naturalismo aplicado a la tragedia, y que sólo
escapa a la chatura completa por ese sabor malsano
de encanallada profanación
que hizo la fortuna de la Belle Hélène ante un público cosmopolita
de otro bajo imperio. Esto me lleva a decir algo del novísimo estilo de
ese drama histórico. El rasgo original del estilo de Théodora, es
la modernidad más cruda y
familiar, puesta en boca de antiguos y elevados
personajes. Acostumbrados como estábamos a la solemnidad algo monótona
y soñolienta de la Turquía de Racine o Voltaire; esa lengua más
que franca produce el efecto de un alegre chasquido. Pero hay exceso evidente,
en todas las escenas de Théodora o de las comparsas bizantinas. Si era
falsa la grandilocuencia clásica, siquiera era bella; y sin tener esta
disculpa, no es menos inexacta la charla bulevardera transportada a la corte de
Justiniano. La exagerada trivialidad no es sino el polo opuesto de la redundancia
solemne, tan distante una como otra de la realidad. Y no se diga que estos giros
de caló parisiense son los equivalentes de los que habían de usar
los emperadores de oriente, en sus disputas domésticas,
por la razón
de ser ambos advenedizos de baja extracción. Hacía diez años
que reinaban cuando estalló la sedición de Hypatius. Además,
y esta razón es fundamental, la lengua de la antigüedad y edad media
no nos es conocida sino por los monumentos escritos, y entre éstos no hay
uno solo que nos autorice a usar tan insólito disfraz. El pasado, así
en la historia como en nuestra vida, reviste para nosotros un tinte vago y poético
que todo lo suaviza y embellece, semejante al efecto de perspectiva de un lejano
horizonte. Esta transposición de estilo me parece, pues, una tentativa
inversa, pero tan malograda como la de los románticos, que salpicaban sus
diálogos con palabras exóticas o anticuadas.
Y ahora que he
dado mi opinión sincera en todo lo defectuoso e inferior de esa producción
escénica, no tengo inconveniente en repetir que ella constituye, a pesar
de todo, un espectáculo curioso y nada despreciable, siempre que estén
llenadas las condiciones materiales y artísticas de la interpretación.
La pieza contiene dos o tres escenas magistrales: la conferencia de Justiniano
con sus consejeros, la muerte de Marcellus, la pintura del grupo imperial, loco
de terror, mientras la sedición bate las murallas del palacio. Abundan
las frases condensadas y llenas de sustancia psicológica, que iluminan
súbitamente el carácter como a la luz de un relámpago. Así,
este grito del emperador durante la crisis revolucionaria: "¡Habla
despacio!, ¡no les da gana de venderme!" O esta contestación,
que Tácito hubiera puesto en boca de su Césares abyectos: "¿Le
prometo la vida? -¡Sí, promete siempre!" Otras veces, la grandiosa
imagen poética trae como un recuerdo de Shakespeare. Tamarys dice que en
la carnicería humana del hipódromo "los tigres han huido espantados
ante el furor de los hombres". ¿No os parece escuchar esa palabra
sombría de Macbeth, cuando se cuenta que durante la noche del crimen los
caballos de Duncan se han vuelto salvajes y despedazado unos a otros? Sardou es
algo más que un diestro fabricante como Scribe o el viejo Dumas. Tiene
el instinto de la grandeza dramática y la alcanza por momentos, casi podría
decirse por casualidad. Además, sin ser un escritor de potente originalidad,
tiene un estilo vivo y eficaz, no siempre correcto ni bien fundido, pero casi
nunca tampoco desabrido y falto de vigor. Hay que tener en cuenta, además,
para ser equitativo, que Théodora es una pieza por medida, un escenario
construido para hacer resaltar las genialidades especiales de una artista en medio
de los esplendores de una exhibición arqueológica. Ahora sólo
faltaría averiguar si es a los maestros del teatro a quienes toca rebajar
su arte hasta escribir piezas de ocasión. En una carta que ha circulado
autografiada -como las de Voltaire- la eximia actriz que aplaudíamos anoche
declaraba que "deseaba haber creado Fedra o Doña Sol, pero que se
consolaba con haber creado Teodora" Y bien -Sarah Bernhardt es demasiado
modesta- por cuenta de Racine y Víctor Hugo>>.
El
sábado de Gloria 13 de abril de 1912 Margarita Xirgu con la compañía
del Teatro Principal de Barcelona dirigida por Enric Giménez representó
"Théodora", que ya había sido dada a conocer en la Ciudad
Condal por la actriz Tina di Lorenzo. Margarita, una vez más, se metió
en la piel del personaje, la trágica figura de la Emperatriz bizantina,
desplegando un potente dramatismo en la gestualidad y en la voz.

Margarita
Xirgu interpretando Théodora en 1912.
Foto: Fondo Margarita Xirgu de l'Institut del Teatre de la Diputació de
Barcelona.
Victorien
Sardou estrenó el 9 de diciembre de 1885 en el Teatro del Vaudeville la
comedia "Jorgina" (Georgette) y el 21 de diciembre de 1886 en el Teatro
de la Porte Saint-Martin la comedia "El cocodrilo" (Le crocodile). El
24 de noviembre de 1887 estrenó también en el Teatro de la Porte
Saint-Martin el drama en cuatro actos divididos en cinco cuadros "Tosca"
en el que hizo revivir la epopeya imperial para lucimiento de la gran actriz Sarah
Bernhardt (1844-1923). Giacomo Puccini la vio en Milán ese mismo año,
con la divina Sarah en el papel de Floria Tosca. Con su temperamento volcánico,
pidió inmediatamente a su agente Giulio Ricordi que adquiriera los derechos
de la obra de Sardou, pero éste se los cedió en 1893 a otro compositor,
Alberto Franchetti. Luigi Illica escribió el libreto y se lo mostró
a Sardou; Giuseppe Verdi también lo vio pero exigió que Sardou cambiase
el final. Franchetti decidió que no podría componer la música,
y entonces Verdi convenció a Puccini para que la escribiera. Ricordi pidió
a Giuseppe Giacosa que colaborara en el libreto original de Illica. Después
de tres años de grandes disputas entre Sardou, Illica, Giacosa, Ricordi
y Puccini, la obra quedó terminada en octubre de 1899. Fue estrenada con
éxito en Roma, el 14 de enero de 1900 en el Teatro Costanzi, como una ópera
en tres actos, con música de Giacomo Puccini y libreto de Luigi Illica
y Giuseppe Giacosa. El argumento de Tosca es de corte político, insertado
en un ambiente histórico verídico que es la Europa del 1800 y en
medio de la invasión de Napoleón a Italia en la batalla de Marengo,
en pos de sus ideas revolucionarias. Cavaradossi es un pintor romano, amante de
la conocida cantante Floria Tosca y de ideas revolucionarias y antimonárquicas,
un volteriano. El Barón Scarpia es el jefe de la policía Real Romana,
hombre de mala vida y de nula moral y sentimientos; desea carnalmente a Tosca
y odia a los tipos como Cavaradossi. Tosca es una mujer de muy fuerte carácter,
famosa por su voz y por sus terribles celos. Cavaradossi ayuda a escapar a un
amigo republicano Cesare Angelotti prófugo del Castel Sant'Angelo y lo
esconde en su casa donde vive con Floria; Scarpia lo descubre todo torturando
a Cavaradossi y haciendo confesar a Tosca. Este la maldice y le jura a Scarpia
que Napoleón -vencedor en Marengo- los liberará de su yugo, por
lo que se le condena a muerte por fusilamiento al amanecer en la azotea del Castel
Sant'Angelo por sedición. Presionada por la extrema situación, Tosca
acepta la proposición indecente de Scarpia de pasar la noche con él,
a cambio de la vida de Cavaradossi y un salvoconducto, para lo cual debería
simularse la ejecución; Scarpia da las instrucciones en clave, y hace creer
esto a Tosca, quien acto seguido lo apuñala al tratar Scarpia de consumar
su maquiavélico plan. Tosca presencia la supuesta ejecución simulada
de Mario, y luego descubre aterrorizada la atroz trampa que desde la tumba le
tendió Scarpia. Descubierto su crimen por los subalternos de Scarpia, se
lanza al vacío desde la azotea. Paradójicamente, aunque diseñada
como un homenaje a Roma, sus tres personajes principales no eran romanos: Tosca
nació en Verona, Cavaradossi en París, y Scarpia en Sicilia. La
adaptación al canto de un drama tan complejo fue ardua: los cinco actos
y los 23 personajes de Sardou fueron reducidos a tres actos y nueve personajes.
Los escenarios del segundo y el tercer acto fueron mantenidos, es decir, el Palazzo
Farnese y el Castel Sant'Angelo, pero el del primero, la iglesia jesuita de Sant'Andrea
Quirinale, de Bernini, fue cambiada por la de Sant'Andrea della Valle. Los autores
del libreto de "Tosca" fueron los célebres Luigi Illica (1857-1919)
y Giuseppe Giacosa ( 1847-1906 ), quienes colaboraron con Puccini además
en "La bohême" y "Madam Butterfly"; con Umberto Giordano
en "Andrea Chénier", y con Alfredo Catalani en "La Wally"
. Illica y Giacosa están considerados los más grandes libretistas
de ópera de la Historia, después de Francesco Maria Piave .

Caricatura
de Victorien Sardou.
Foto Wikipedia
El 12 de febrero de 1889 Sardou
estrenó en el Teatro Vaudeville la comedia "Marquesa" (Marquise),
el 15 de marzo de 1889 Sardou estrenó en el Teatro Gymnase la comedia "Bella
mamá" (Belle maman), el 23 de octubre de 1890 estrenó en el
Teatro de la Porte Saint-Martin la obra "Cleopatra" (Cléopâtre),
el 24 de enero de 1891 estrenó en el Teatro Français la comedia
"Termidor" (Thermidor) basada en la reconstitución minuciosa
y histórica de la alianza antirrobespierrista que se amplió a todos
aquellos que temían verse procesados en la espiral implacable del terror,
desencadenado sin freno en la Revolución Francesa (1789-1799), en el período
Termidor, es decir en el período caluroso del 19 de julio al 17 de agosto.
Políticamente, socialmente, humanamente, la maquinaria terrorista -a pesar
de los principios- se hacía insoportable.Tanto la población como
el ejército se resistían cada uno a su manera a una autoridad excesiva.
El 8 de Termidor, Robespierre intentó defenderse de sus atacantes, alegando
que la Revolución podría salvarse, y con ella el reino de la virtud,
si se eliminaba a un grupo de hombres impuros que obstaculizaban el triunfo final.
Pero la alianza de los jacobinos moderados, La Llanura y los terroristas, momentáneamente
unidos por el miedo común, resistió a los argumentos de Robespierre
y de Saint-Just, que intentó defenderlo. Robespierre fue detenido el 9
de Termidor y el 10 de Termidor (28 de julio de 1794) fue ejecutado en la guillotina.
Sardou estrenó el drama "La señora sin
vergüenza" (Madame sans-gêne), el 27 de octubre de 1893 en el
Teatro del Vaudeville. Considerada su obra maestra, el autor revivió la
epopeya imperial mostrando felizmente su amor por la historia, reduciendo a unas
proporciones cotidianas y familiares al personaje de Napoleón. La obra
fue protagonizada en el papel de Catherine por Gabrielle Réjane y resultó
ser uno de los mayores éxitos de su carrera. La obra relata que durante
la Revolución Francesa, Catherine Hubscher -nacida en el alto Rhin en 1753-
era una lavandera de París que lavaba la ropa de Napoleón I, cuando
éste sólo era un teniente. Casada con el sargento François
Joseph Lefevre, Catherine y su marido llegarán a ser duques de Dantzig.
La obra fue adaptada más tarde a la escena lírica.
Las
obras más célebres de Sardou: "Tosca" "Madame sans-gêne"
y "Théodora" nacieron de su pasión por las actrices, como
Sarah Bernhardt y Gabrielle Réjane, que fueron sus dos "máscaras",
tan diferentes sin embargo en su obra y que le concedieron tanto éxito.
Más tarde todos los actores y actrices han interpretado sus obras, reuniendo
los héroes de la escena con los héroes históricos. Sardou
fue un apasionado por sus contemporáneos y por la Historia. La naturaleza
de su obra pide que se contemple el teatro ni siquiera como una actividad artística
y literaria, sino que también como un fenómeno histórico
y social.
El 31 de octubre de 1894 estrenó en el Teatro
de la Renaissance de París su comedia "Gismonda", en 1895 estreno
la obra "La casa de Robespierre" (La maison de Robespierre) y el 21
de diciembre de este mismo año estrenó en el Teatro Gymnase la comedia
"Marcela" (Marcelle). El 1 de junio de 1895 el crítico y dramaturgo
irlandés George Bernard Shaw utilizó el término despectivo
"Sardoodledom" en una revisión de obras de Victorien Sardou.
Shaw creía que la maquinaria artificial dramática de Sardou era
chirriante y que sus obras estaban vacías de ideas. Nunca estuvo de acuerdo
con el consejo de Sardou: <<¡Torturar a las mujeres!>>, dado
a los jóvenes dramaturgos para ser acertados en cualquier construcción
de una obra teatral. En Francia la crítica netamente realista y naturalista
dudo muchas veces de Victorien Sardou por su artificialidad.

Retrato de Victorien Sardou.
Foto Iphoto Central
El
8 de febrero de 1897 estrenó en el Teatro de la Renaissance su obra "Espiritismo"
(Spiritisme). Sardou fue un ferviente adepto al espiritismo y fue un médium
dibujante. Durante el Congreso Espiritista y Espiritualista de París de
1900, se le nombró Presidente Honorario. El 9 de diciembre de 1904 Sardou
escribió: <<Cuando no se tiene la buena fortuna, siendo médium
como yo lo fui en otro tiempo, de convencerse por las propias experiencias, u
observar, dentro de las condiciones requeridas, los fenómenos producidos
por médiums muy expertos, lo mejor que uno puede hacer es cuidarse de las
experiencias de salón que son puras puerilidades, o de aquellas que él
mismo busca inútilmente y que no sirven más que para desanimar al
que busca la verdad. Es preciso entonces acogerse al testimonio de los eruditos
del mundo entero, cuyos nombres no voy a recordar, y que, luego de haber estudiado
los hechos para demostrar su falsedad, han tenido la buena fe de retractarse y
afirmar sus convicciones. Si el espiritismo no fuese más que un engaño,
hace tiempo que ya no sería problema, mientras que hoy sus adherentes se
cuentan por millones>>.
Sardou el 11 de febrero de 1898
estrenó en el Teatro del Vaudeville su comedia "Pamela, comerciante
de frivolidades" (Paméla, marchande de frivolités), el 20 de
febrero de 1901 estrenó la comedia "La hija de Tabarin" (La fille
de Tabarin) y el 23 de octubre del mismo año estrenó su obra "Los
bárbaros" (Les barbares). En 1902 estrenó la obra "Robespierre"
que escribió especialmente para Sir Henry Irving, de nuevo basada en la
Revolución Francesa. El 30 de abril de 1903 estrenó en el Teatro
de Drury Lane, en Londres, el drama "Dante" en la que se hace patente
lo mucho que está presente en la escritura de su obra la visión
escénica, como su puesta en escena a la manera del teatro medieval está
en las antípodas de todos los convenios realistas de la escena burguesa
y como se nutre su dramaturgia de su arte de representar espacios invisibles.
El 15 de diciembre de 1903 Sardou estrenó "La bruja" (La sorcière)
que protagonizó una vez más Sarah Bernhardt. La acción se
desarrolla en la España del siglo XVI.
En 1905 revisó
el drama de 1877 "Dora" (L'espionne), el 15 de febrero de 1906 estrenó
en el Teatro de las Varietes su obra "La pista" (La piste) y finalmente
el 7 de diciembre de 1907 estrenó en el Teatro de la Porte Saint-Martin
de París "El drama de los venenos" (L'affaire des poisons).
El
conjunto de sus textos nos dan la imagen de un autor que "puso los puntos
en todos los sentidos" y que propuso pues pistas muy variadas. Es en primer
lugar indiscutible que la obra de Victorien Sardou sufrió casi del vacío
de la crítica. En segundo lugar lo revelan como un hombre de teatro completo
y profundamente libre, su notable conciencia de ser un artesano de la escena le
condujo a asumir la paradoja de una creación por ciertos aspectos completamente
convencional y por otros realmente anticonformista. No porque se sublevara contra
las normas dominantes para cambiarlas, sino que a menudo, su modestia de autor
y su pasión por el espectáculo parecía conducirlo a dejarlas
simplemente de lado. Es posiblemente porque destacaba en el arte de la "obra
bien hecha", porque aceptaba los códigos y las esperas y porque tenía
un saludable despego a algunos de sus contemporáneos defensores del arte
y del teatro "serio".

Retrato de Victorien Sardou.
Foto
Adictos al cine
Las intrigas hábiles de sus comedias,
sus palabras de autor, las visiones sorprendentes de sus piezas como gran espectáculo
o bien las emociones fuertes de sus dramas, caracterizan toda su obra. Sardou
no era un visionario y un vanguardista injustamente juzgado, su "modernidad"
tenía límites quizás por la multiplicidad de las direcciones
exploradas.
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Retrato de Victorien Sardou.
Foto Wikipedia
Victorien Sardou, cuyo
nombre está hoy en parte olvidado, fue en la segunda mitad del siglo XIX,
el primer representante del teatro francés. Fue autor de más de
sesenta obras de teatro y de una quincena de obras líricas, gozó
de un éxito importante de público, de una difusión internacional
y de un reconocimiento oficial, simbolizado por su ingreso en la Académie
Française. Su carrera fue jalonada sin embargo de polémicas, con
la censura pero también con la crítica, que le negó en el
conjunto, el estatuto de autor "serio". Por esto en ocasiones se le
denomina como un autor de teatro efímero y con calidad literaria dudosa.
Como dijo Émile Zola: <<Era una persona obligada a resignarse a las
volteretas para vivir las caricias del público>>
Murió
en París, el 8 de noviembre de 1908 y fue enterrado donde siempre había
vivido, en Marly-le Roi.

Tumba de Victorien Sardou en Marly-le Roi.
Foto
Wikipedia
Algunos textos han sido extraídos
de "Victorien Sardou": Wikipedia, "Obras de Victorien Sardou":
Academie Francaise y "Theodora" de Rubén Darío.
XAVIER RIUS
XIRGU
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