75. LA MORT DE LA XIRGU A LA
PREMSA
El 24 d'abril de 1969 a les 7 de
la tarda Margarida Xirgu va tenir una intervenció quirúrgica en
el pit que havia tingut lesions antigues. El Doctor Bosch i els metges que l'assitien
van sortir confiats de l'operació, però desprès de passar
una nit relativament be amb les clares molèsties del postoperatori, a les
12 del migdia del dia 25 va sofrir un sincope del que no se'n va sortir.
Margarida
Xirgu al ser preguntada per la premsa, molts anys abans, com li agradaria morir
va contestar: <<Para un actor o actriz que se tengan por tales y que sientan
verdadera vocación por su arte, no creo que pueda existir otra suerte mejor:
¡Morir fingiendo morir! He aquí la sublime y definitiva relación
de un arte y de una vida>>
Al conèixer
la seva mort la premsa ho va informar. Els articles que a continuació transcric
són plens d'errates en les dates, en les representacions d'obres i la seva
edat. Es confonen autors, se li neguen estrenes o se li atribueixen altres que
mai va estrenar o inclús ni representar, la fan catedràtica cosa
que mai va ser, es confon l'obra en que va debutar a Madrid, es repeteix que va
morir als 80 anys quan només li faltaven 2 mesos per complir els 81, no
se sap on es Northampton si a Anglaterra o als Estats Units, però els periodistes
-entenc- que al rebre la escarida noticia del despatx de la agencia Efe, no tenien
bones bases de dades. Ho disculpo tot pels adjectius que li posen: il·lustre,
eminent, superdotada, eximia, exquisita, insigne.... artista.

"El
Noticiero Universal" publicava el dissabte 26 d'abril de 1969, signat per
Julio Manegat:
Ha muerto Margarita Xirgu. Al caer el gran telón
ante una gran actriz: <<Ayer, a primeras horas de la tarde, en el sanatorio
uruguayo de "Larguero" en Montevideo, pocas horas después de
haber sido intervenida quirúrgicamente de la grave dolencia pulmonar que
padecía, murió una de las máximas figuras de la escena española:
la actriz catalana Margarita Xirgu. Se diría que ha caído el último
y gran telón ante un tiempo escénico, ante una llama creadora del
arte dramático, ante uno de los nombres que representan algo en el Teatro.
Esta
mañana, al leer la noticia, he recordado una visita que hice a la casa
de Badalona, frente por frente al reto de la mar, en que vivió la actriz
durante muchos años. Allí, su hermano, que falleció hace
unos años, me mostró docenas y docenas de recuerdos de la actriz:
fotografías, bocetos de decorados, planes de estudio de obras, recuerdos
personales... Fue una visita enmarcada en la nostalgia de la ausencia. Por aquel
entonces se hablaba del inminente regreso de la actriz a su patria. Luego, un
inoportuno artículo la detuvo en las Américas para siempre. Margarita
Xirgu estaba en ellas desde 1936.
Recordaba, sí, aquella
casa frente al mar y recordaba algunas de las cosas leídas sobre la gran
actriz que nació cerca de Barcelona, en Molins de Rey, en el año
en que Barcelona se abría al futuro a través de la Exposición
Universal de 1888, en el mismo año, casi en las mismas fechas, en que nacía
nuestro diario EL NOTICIERO UNIVERSAL. Allá, ahora, en Uruguay, ha caído
el telón que un día se alzara para grito y alegria de la escena
española. Sobre su casa de Punta Ballena hay el silencio de la gran platea
vacía, cuando sólo el eco del silencio del arte consumado se deja
oír en una misteriosa y última palpitación.
Margarita,
nacida en el seno de una familia modesta, vino al mundo en el pueblo de Molins
de Rey, en la casa número 83 de la calle Rafael de Casanova. Su padre,
cerrajero de oficio, se encontaba allí para trabajar en el montaje de una
fábrica. Luego, la niñez y la primera adolescencia de la futura
actriz conocieron diversos paisajes catalanes: Gerona, Breda, de donde era su
madre; Badalona... Margarita Xirgu casi desde niña, se vio envuelta en
el fuego de su propia llama artística. Comenzó a salir a escena
en cuadros escénicos de aficionados, pero su temperamento artístico
iba mucho más allá y pronto actuó en Barcelona. Era el tiempo
dramático de don José de Echegaray y de don Joaquín Dicenta.
Se iniciaba una carrera artística firme y decidida,
impetuosa hasta romper cualquier límite. Pronto su nombre apareció
en las carteleras del teatro Principal, del Romea... Y pronto, en 1906, Margarita
Xirgu se presenta ya como profesional y ella elige la obra: "Mar i cel",
de Ángel Guimerà. Y la actriz sorprende al público, centra
la atención de la crítica, arrastra entusiasmos -¡tan difíciles!-
hasta en sus mismos colegas. Margarita encarna personajes de Ibsen, de Sudermann,
de Dumas, de Wilde... Su interpretación de "Salomé" es
como un grito de fuerza dramática, de conmovedora vitalidad sobre el tablado.
Sigue
la carrera, sigue el aplauso, sigue la llama que se consume a sí misma
para que los demás reciban su fuego, su comunicación, su aliento
dramático. En 1912 realiza su primer viaje a América. ¡Qué
lejos, la actriz, de suponer que moriría al otro lado del mar que ella
amaba tanto, lejos del azul cercano del Mediterráneo! Dos años más
tarde sale a escena en Madrid y alcanza más y más triunfos. Es el
tiempo de Benavente, de Bernard Shaw, de los Quintero, del Galdós de "Marianela",
que la Xirgu interpreta...
Pero la actriz, la gran actriz,
poseída de una increíble fuerza creadora, de una pasión de
voz, de movimiento, de flexión, de rotundidad, no es sólo una gran
actriz. Es también una mujer profundamente inteligente, que lee teatro,
que entiende la raíz honda del teatro. Y ella conoce a Federico García
Lorca y cree en la poética fuerza dramática del escritor. Margarita
Xirgu representó mucho para el teatro de García Lorca que ella interpretó,
que ella vivió como acaso nunca pudiera hacerlo otra actriz. Aquí
estuvo el escritor de la mano de la actriz, y aquí quiso Margarita que
la tragedia "Yerma" fuera representada en su pueblo natal y a que a
la representación asistiese el poeta.
No es posible
ahora, en la urgencia que es la mayor servidumbre del periodista, recordar datos
y saber fechas. No es posible acercarse siquiera a la estela de triunfos que sobre
los escenarios recorrió a lo largo de su vida la actriz que ahora acaba
de perder el mundo del Teatro, con mayúscula. Tal vez, imperativo natural
del paso del tiempo y de las generaciones, de la mutación de las sensibilidades
artísticas, no admitiríamos hoy con tanto entusiasmo la actitud
dramática de la actriz, pero es necesario situarla en "su" tiempo.
En él, Margarita Xirgu fue una luz, un estallido, una grandeza que fijó
la luz, el estallido, la grandeza de docenas y docenas de personajes creados por
los más profundos dramaturgos clásicos y contemporáneos.
Margarita
Xirgu no permaneció inactiva en su última aventura vital en las
Américas: interpretó a Casona cientos de veces, estrenó muchas
de sus obras en Buenos Aires, en Montevideo, en muchas otras ciudades del continente
americano; ceó y dirigió escuelas de arte dramático y fue
como un ejemplo señorial y anciano, vitalísimo y estimulante para
la continuidad del arte del Teatro. El pasado año, a los setenta y nueve
años de su edad, todavía tomó parte en el montaje de "Pedro
de Urdemalas" en Montevideo, y monta -¡una vez más!- "Yerma"
para ser representada en los Estados Unidos.
Y Margarita, cuyo
nombre ahora, hoy, será como un eco lejano en la memoria, en el recuerdo
emocionado, en la nostalgia del corazón, para muchos barceloneses, tuvo
siempre el telón alzado para el afecto de su rincón, de su tierra
sobre la tierra y enfrente de la mar. Ha caído ya el telón sobre
este corazón cansado y lejano; ha caído el telón sobre un
tiempo y un arte, sobre un relámpago vital y una sensibilidad creadora.
Es un día de luto para el Teatro y, muy particularmente, para el teatro
catalán en el borde mediterráneo del teatro español. Es un
día en el que parece que en el aire luminoso de la mañana, aleteen
los nombres antiguos de Jerónima de Burgos, de Mariana de Velasco, de María
Calderón, de María Rosario Fernández... y, más cerca
ya, de Teodora Lamadrid, de Matilde Diez, de Elisa Boldún... De la grande
María Guerrero, de Rosario Pino...
Tal vez, allá,
en el lejano mundo de la fantasía y del ensueño, de la poesía
auténtica que no puede morir nunca, se estremezcan hoy los personajes que
en su arte, en su personalidad, en su inteligencia, encarnó en los escenarios
del mundo Margarita Xirgu. Tal vez, en el misterio del último mutis, el
gran telón haya sido una compañía de tristeza y de paz>>.
El
dissabte 26 d'abril de 1969 "La Vanguardia Española" publicava:
Montevideo:
Ha fallecido Margarita Xirgu. A consecuencia de una intervención quirúrgica
que no ha podido superar: <<Montevideo, 25.-- La actriz española
Margarita Xirgu ha fallecido en las primeras horas de la tarde de hoy, a los 80
años de edad.
Margarita Xirgu había sido operada ayer como consecuencia
de haberse acentuado la grave enfermedad pulmonar que padecía, en el sanatorio
"Larquero", donde fue internada hace quince días. --EFE.
Margarita
Xirgu, que acaba de fallecer en Uruguay, había nacido en Molins de Rey
en 1988. Muy niña, se trasladó a Barcelona, y desde su primera juventud
mostró una afición extraordinaria por el teatro, al que luego, durante
toda su vida, había de consagrar sus extraordinarios talentos.
Margarita
Xirgu inició su carrera escénica interpretando principalmente teatro
vernáculo catalán, del cual pasó en seguida a interpretar
obras de teatro castellano, así como las grandes obras de traducción
de la época, entre las que destacaron su creación de "La dama
de las camelias", de Dumas; "Zazá", de Berton y Simon, y
sobre todo una creación extraordinaria de la "Salomé"
de Oscar Wilde.
Posteriormente, fue protagonista corriente
de casi todo el repertorio de Benavente, así como de las grandes obras
escénicas "La hija de Jorio", de D'Annunzio, y "Santa Juana"
de Bernard Shaw.
Margarita Xirgu, mucho después, fue
la impulsora y creadora práctica del teatro de García Lorca, cuyas
obras, merced a ella, han conquistado posteriormente todos los escenarios del
mundo.
La eximia actriz abandonó España en el
año 1936, radicándose en Sudamérica, donde ha vivido desde
entonces en el cultivo del teatro.
La nota de urgencia que
acabamos de trazar no obsta para que en la edición de mañana LA
VANGUARDIA dedique la glosa amplia que merece la gran figura del teatro español
que acaba de desaparecer>>.

El
dissabte 26 d'abril de 1969 "TeleIeXpres" publicava signat per N. de
la R.:
Montevideo. Margarita Xirgu falleció ayer a
los 80 años: <<Montevideo, 26 (Efe)-- La actriz española Margarita
Xirgu ha fallecido en las primeras horas de la tarde de ayer, a los ochenta años
de edad.
Margarita Xirgu fue operada el jueves, como consecuencia de haberse
acentuado la grave enfermedad pulmonar que padecía. La intervención
se efectuó en el sanatorio "Larquero", de esta capital, en el
que había sido internada hace quince días.
Aunque
llevaba tres décadas ausente, no había muerto el recuerdo de Margarita
Xirgu, una de nuestras grandes trágicas de la escena. Podía sin
exageración, ser comparada a Sarah Bernard o a Eleanora Duse, porque su
nombre llenó muchos años de teatro en España como algo indiscutible,
de una tremenda personalidad.
Nacida en Molins de Rei, inició
su actividad artística en la escena catalana. Era el momento de Pitarra
y Guimerà, cuyo teatro representó con singular maestría.
Con Enrique Borràs formaba la más valiosa aportación catalana
a la escena española, a la que dio nuevo tono y empaque. En su última
época en la península, fue la intérprete ideal del teatro
de García Lorca, que renovaba el concepto del teatro válido hasta
entonces.
En América, Margarita Xirgu fue no sólo
la eximia actriz de siempre, sino una maestra de actores, a quienes ofrecía
generosamente su temple y su experiencia. En los últimos momentos de su
vida, lejos de la tierra que la vio nacer, Margarita Xirgu debió pasar
revista a los ochenta años gloriosos de su vida y un recuerdo muy especial
debió posarse melancólicamente sobre Barcelona, la ciudad que la
hizo y la proyectó>>.

El
dissabte 26 d'abril de 1969 "El Correo Catalán" publicava :
Ha
muerto Margarita Xirgu: <<Montevideo, 25-- La actriz española Margarita
Xirgu ha fallecido en las primeras horas de la tarde de hoy, a los ochenta años
de edad.
Margarita Xirgu había sido operada ayer como consecuencia
de haberse acentuado la grave enfermedad pulmonar que padecía en el sanatorio
"Larquero", donde fue internada hace quince días. EFE>>

El
dissabte 26 d'abril de 1969 "Solidaridad Española" publicava,
signada por Españolito:
El último mutis de Margarita
Xirgu: <<Ha muerto no como una lamparita que se extingue, sinó como
una larga y apasionada llama, vuelta a la hermosura de las cenizas, una egregia
actriz catalana: Margarita Xirgu. Se apaga, con ella, más de medio siglo
de teatro hispánico. Nació, en Molins de Rey, hace ochenta años.
Sin embargo, su nacimiento escénico tendrá lugar, casi por casualidad.
Necesitaban el periodista Rafael Moragas, y el extraordinario escritor, Julio
Vallmitjana, una actriz para el estreno de "María Raquìn",
ya que con el "colchonero intelectual", don Antonio Niubó, tenían
apalabrado el "Círculo de Propietarios de Gracia", magnífico
teatro del que haría, más tarde trinchera, Adrià Gual para
el "Teatre Intim". Un aficionado puso sobre la pista de Moragas a una
joven actriz, de 18 años, que trabajaba en un teatro de aficionados en
la calle de Santa Rosa. Allí se dirigieron. En efecto, la joven cómica
interpretaba un papel en el drama de Feliu y Codina: "María del Carmen".
Margarita
Xirgu sostenía el hogar materno con lo que ganaba como galonera. Por eso,
cuando los conocidos escritores le propusieron pagarle cinco duros por el nuevo
papel, amén de la promesa de la presencia de la crítica barcelonesa,
aceptó encantada. El crítico de "La Vanguardia", con mirada
sagaz, taladradora del futuro, escribió en su reseña: "Barcelona
cuenta desde anoche con una primera actriz indiscutible: Margarita Xirgu".
Había, así, nacido, a la historia del teatro.
A
partir de entonces, encarnará las apasionadas heroinas de don Ángel
Guimerà; las exaltadas féminas de D'Annunzio, autor de moda; se
meterá en la piel de "Los zingalos", de Vallmitjana.
Sin
embargo, a nuestro entender, Margarita Xirgu va a tener una virtud, que la emparenta
con otra extraordinaria cómica española: María Guerrero.
La de no encasillarse en unos límites generacionales de autores y saber
escoger la flor difícil del tiempo venidero. Ella, que asiste aún
a los finales del teatro romántico, será la "Marianela",
de don Benito Pérez Galdós. Pero al mismo tiempo, triunfará
encarnando las heroinas del teatro modernista, con don Jacinto Benavente a la
cabeza. Y ella, siempre avisorante de futuro, instalará en la escena las
"Divinas palabras", de Valle Inclán. Y más tarde estrenará
"La sirena varada", de Alejandro Casona, y luego, todo el teatro de
un mozo andaluz, en cuyos dramas latía el fuego del atormentado mundo clásico:
Federico García Lorca. En "Yerma", mete el mismo fuego desgarrado,
que puso en la "Medea", de Sófocles, traducida por don Miguel
de Unamuno, y teniendo por escenario las piedras milenarias del teatro romano
de Mérida.
El viento de la historia, sopló sobre
su vida, transplantándola a las Américas. Allí echó
en los surcos -como doña María Guerrero- las simientes inmarchitables
del teatro español. Los actores que viajaban a la otra orilla -el último,
quizá, nuestro Alejandro Ulloa- no dejaban de hacerle una visita. Era com
la gran madrina de los cómicos de las hablas hispánicas. Como la
gran sacerdotisa, de la que había que heredar los filtros secretos de la
escena.
Hemos dicho que el viento de la historia se nos llevó
a Margarita Xirgu. Puede que el mismo viento universal, que no conoce límites
ni fronteras, lleve por encima de la mar colombina, un poco de nuestra tierra,
olorosa a pinares, y la deposite sobre su tumba, allá en Montevideo.
Ha
muerto Margarita Xirgu. Barcelona la recuerda, en la hora grave de su último
mutis...>>



El
diumenge 27 d'abril de 1969 "La Vanguardia Española" publicava:
Tributo en memoria de la gran Margarita Xirgu. Evocación
de la gran actriz a sus ochenta años. Fecunda ejecutoria artística
de su estancia en América: <<En diciembre último -concretamente
los días 28 y 29- publicamos dos artículos de nuestro colaborador
don Eduardo Blanco-Amor, apasionado apologista de Margarita Xirgu y profundo conocedor
de su carrera teatral y de un modo especial de la etapa americana de la misma,
que tanto prestigio añadió a la inmarchitable gloria de la gran
actriz catalana que ahora nos ha abandonado para siempre.
A
modo de resumen destacamos a continuación los párrafos más
directamente actuales de los dos interesantes artículos de nuestro brillante
colaborador. Entresacamos los siguientes:
La gira interrumpida:
Salió de España a comienzos de 1936, llegó a Buenos Aires
muy avanzado el año, después de haber actuado en varios paises de
América. Ya la guerra lo dramatizaba todo. ¡Qué sentido directo
alcanzaba, de pronto, el grito maternal de <"Bodas de sangre"! ¡Dos
bandos... Aquí hay dos bandos!> La actriz demócrata -no "roja"-
arrastraba consigo, sin quererlo, un dramatismo simbólico, extrateatral.
En seguida, silenciosos y enconados, hubo dos bandos. También en sendas
salas y escenarios, al margen de sus protagonistas, sin texto escrito: la Membrives
y la Xirgu. Todo era así en aquella dolorida y gesticulante retaguardia.
Sin
querer moviliza: Margarita, pues, tenía una voz como el más noble
metal, batida de armónicos a todo lo largo y lo grueso de las sílabas,
encastrando unas en otras como "motu perpetuo" musical, independiente
del texto, aunque a su servicio. Con ella armaba una prosodia apegadiza, y el
mucho oírla se nos hacía luego vicio; y aún resultando tan
teatral, nunca, ni en las grandes "estridencias" trágicas, se
le iba de sí misma, de su personal raíz y consecuente ramazón,
como si cada "situación" le fuese privativa, le ocurriese a ella,
una y otra vez, en una serie de "allís" repentinos y personalmente
justificados. Cuando nos penetraba el vicio de su voz, ya las otras nos llegaban
llenas de esos ociosos altibajos y trémolos postizos de la declamación
"oficial". Me acuerdo de Margarita en uno de aquellos festivales "de
ayuda", donde nos movilizaba a todos para contribuir con nuestras habilidades.
Recitaba Margarita un romance de frontera que para muchos había sido, hasta
entonces, reminiscencia escolar. Pero cada vez que repetía: "¡Ay
de mi Alhama!", el topónimo sin sentido se nos metía cuerpo
adentro, sacudiéndonos, como proclamando la pérdida más entrañable
y comprobable.
El teatro en sí: Dentro de la más
severa metodología, Margarita Xirgu, durante largos treinta años,
desplegó su genio en la más comprometedora gama. Teatro de alta
cultura y, por eso mismo, incluyendo el popular. Sus "Medeas", sus "Electras",
sus clásicos españoles y europeos, aquel "Hamlet", tan
hondo y distinto, reflotando la perplejidad "esencialmente" mujeril
del personaje; aquellos Marivauxdages y Goldonis, y algunos Tirsos y Lopes modulados
desde el ballet a la tragedia; y la "Santa Juana" deslumbrante y capciosa
de Shaw; los Giraudoux y sus irisados arabescos; Lenormand lúgubre, Cocteau
malicioso y arcangélico... y los románticos rusos de levitas, polisón
y amargas conclusiones. Además de este despliegue universal que le venía
desde el fundamento barcelonés de su carrera, siempre que le fue posible
recaló en lo nuestro. De Federico García Lorca nos dio en estreno
americano "Mariana Pineda"; "Doña Rosita la soltera"
-estrenada en Barcelona-, "Yerma", que veinte años después
iba a dirigir a María Casares; y en estreno absoluto y póstumo "La
casa de Bernarda Alba". Repuso "Bodas de sangre" y "La zapatera
prodigiosa" ya holladas pero no descubiertas. Margarita -su larga amistad
y colaboración con el poeta: sus codirecciones- hacía remontar estos
estrenos desde lo módicamente escénico a lo profundamente teatral.
El tercer acto de "Bodas", para dar un solo caso, que en las anteriores
versiones resultaba caedizo, no alcanzó hasta Margarita, su trágico
registro, la "descarga" funcional de toda la interna arquitectura de
la obra.
Precusora y maestro: Siempre anduvo Margarita Xirgu
ojo avizor no sólo para "lo nuevo", sino para los nuevos posibles.
A su lado, y en la edad más juvenil, se formaron actores como Guitart,
López Lagar, Diosdado, Closas; y actrices como Amelia de la Torre, Cándida
Losada, Isabel Prada... Estrenó todo lo meritorio que en su tiempo hubo,
Valle Inclán, entre otros, afrontando los riesgos de taquilla que alguna
vez fueron espeluznantes. Sin exceder el tiempo en que yo pude seguir y gozar
de su labor, estrenó la refundición de la "Numancia" cervantina
y el "Adefesio" de Alberti, y si no llevó a escena "La gallarda"
fue por imposibilidad de reunir, en ese momento, los tres galanes de primera línea
que la obra demandaba. Además de reeditar las primicias españolas
de Casona, le estrenó "Prohibido suicidarse en primavera" y "La
dama del alba", quizá su obra más perdurable; y asimismo "El
embustero en su enredo", del joven exiliado, luego profesor de la Universidad
chilena, J. Ricardo Morales. Y del mismo, en velada memorabilísima, la
refundición de "La celestina" (con artistas formados por ella
en Uruguay) en el marco justo del Teatro Cervantes de Buenos Aires; adaptación
concebida por su autor y representada por Margarita desde "dentro" del
verdadero espíritu de esta obra española básica del teatro
europeo. (Al respecto, todavía me pregunto hoy, recordando el modesto "pastiche"
que luego se dio, cómo fue posible que Casona, conocedor del trabajo de
Morales, pudiera caer en la turbia inconsecuencia de sustituirlo con otro quizá
más mañoso, pero sin duda también más inesencial).
Además al lado de estas largas proezas, en ella tan naturales, Margarita
hizo que muchos españoles, de aquellos de "si la bolsa sona"
y del "hable usted en cristiano" por todo conocimiento catalán,
respetasen y aun quisiesen a Cataluña, proeza nada menor.
Margarita
y los catalanes: Nuestra posguerra nos dejó tan maltratados (aun a los
que fuimos lejanos -nada lejanos- espectadores) en sangre propia, que cuando la
ajena empezó a derramarse en tanta cuantía casi nos resultaba indiferente;
y, en la zona de la saña, casi vindicativa. El contragolpe hizo que nos
replegásemos en lo "cultural", luego de tanto desgañitamiento
político, como queriendo hallar nuevos motivos vitales en los valores perennes
y en la certidumbre mayor del espíritu. En aquel volver al sentimiento
y rescate de España desde nuestros pueblos fundamentales -que fue desde
donde se hizo y desde donde tantas veces se rehizo "lo español"-
los catalanes de Buenos Aires -también los de Chile y Uruguay-, tuvieron
gran desempeño y lograron respeto harto merecido. Intervinieron en la organización
de las grandes editoriales, fortalecieron la solidaridad colectiva, se revelaron
en sus grandes figuras, vueltas plenamente a su quehacer. El doctor Sayé,
dando el primer reculón serio a la tuberculosis en aquellos pueblos; el
doctor Cuatrecasas -hoy profesor de la Universidad Nacional de la Plata- publicando
libros de ensayos "a la page" con la ciencia más nueva; el doctor
Mira y López, magistral disertante, veteado con las palabras mínimamente
desvergonzadas del psicoanálisis, que se habían leído, pero
no oído por el público común, y que hacían sus conferencias
muy excitantes y discutidas; el maestro Jaume Pahissa y sus saberes vertiginosos,
llevándonos, con la mayor cortesía de teclado y voz, a sus laberintos
intertonales; Torres García, geometrizando la inspiración plástica;
y el bondadísimo Serra Moret, la única palabra serena que allí
quedaba, incitándonos a la esperanza como a una lotería infalible,
y a una justicia inmanente como a una matemática del sino, ¡válgame
Dios!.
Coda: Total: Nace en Molins de Rey, en 1888, año
de la Exposición Universal. Actúa, por primera vez "en serio"
haciendo la protagonista de una obra de Zola, sustituyendo a la titular. Habría
que intentar una estadística de estas "revelaciones" por sustitución
en la historia del teatro. La de Margarita en 1906, en el teatrillo del Círculo
de Propietarios de Gracia. Últimas actuaciones hasta el momento: Dirección
de "Pedro de Urdemalas", marzo de 1967, Montevideo, con la Comedia Nacional
y de "Yerma", mayo del mismo año, en el Smith College Theatre
de la Universidad de Northampton, Massachusetts, Estados Unidos, y siempre a su
lado, con el corazón, con el talento, con la ayuda, Miguel Ortín,
su segundo catalán ya para siempre. Margarita cumple ochenta años
en su casa de Punta Ballena: playas inmensas, doradas; plantas y plumas subtropicales,
áloes como pájaros, colibrís como flores; cielo azul tenue;
especie de jardín de Aladino plantado hace más de un siglo por el
yugoslavo Lussich, que dejó biografía-leyenda entre filibustero
y terrateniente, y que está allá arriba, enterrado bajo un trinquete
de verdad. Margarita frente a un mar también levantino; República
Oriental del Uruguay, anda por los senderos de la selva domesticada llegando cada
mañana del recuerdo por las anchas avenidas de una existencia cumplida,
en vocación, en trabajo y también en dolor, como pocas. Es jubilada
de un Gobierno de la Hispanidad que la custodia, como un bien propio, en su estuche,
que no la deja envejecer, que la rodea con su orgullo joven. Margarita y Miguel
siguen diciendo unas cien veces al día: Catalunya, Barcelona, Madrid, España...
I continuava signat per A. Martínez Tomás:
Un ardoroso espíritu renovador: <<Margarita Xirgu,
que acaba de morir a los 80 años, ha sido una de las dos o tres figuras
más eminentes que ha dado Cataluña a la escena española.
Figura egregia, lo ha sido por igual en Barcelona, que en Madrid, Valencia o Bilbao.
En toda España se la admiraba con idéntico fervor y más tarde
ha sido una de las llamas ardientes, de las hogueras vivas, que ha mantenido el
teatro español en Ultramar. Una llama que ha ardido, con un afán
votivo, durante más de treinta años.
Aun cuando
su influjo fue profundo y ardiente sobre las generaciones que frecuentaban el
teatro en España antes de nuestra guerra civil, las que han venido luego
tienen escasas noticias de su vida y su arte. Y también, de su pasión
vocacional, tan encendida, que hizo de ella una figura extraordinaria en todo
tiempo y en cualquier país en que se hallase.
Lo que
más sorprende de la personalidad de Margarita Xirgu fue su curiosidad desvelada,
su instinto renovador, su pasión por lo nuevo, en relación con la
vida del teatro. Adolescente que actuaba por afición en los grupos teatrales
vernáculos, rehuyó siempre que le fue posible ese teatro fácil,
de adocenado costumbrismo, tan frecuente en el "amateurismo" popular.
Pasada, al campo profesional, sus preferencias fueron desde el primer momento
hacia quienes representaban en el teatro una audacia estética o una tendencia
innovadora. Sus autores predilectos, aquellos que prefería interpretar
con mayor entusiasmo, eran Haupmann, Sudermann, Oscar Wilde, Hofmanthal... Y también,
naturalmente, Guimerà, Rusiñol, Ignacio Iglesias...
Cuando
se resuelve a pasar el Ebro, que será su rubicón artístico,
para entregarse de lleno a la escena española en toda su variada amplitud
nacional, decide primero vivir en París un período de observación
y aprendizaje. Quiere conocer a las figuras que "hacen teatro" en la
capital de Francia, siempre artísticamente tan hirviente. Todavía
tiene tiempo de ver actuar a Sarah Bernhardt, a Cecile Sorel, a Cora Laparcerie...
Ya antes no se había perdido en Barcelona ninguna de las representaciones
que tan frecuentemente daban por entonces grandes compañías dramáticas
francesas e italianas. Lydia Borelli, que la recibió muy cariñosamente
y la trató con gran dulzura, le dio consejos de gran sabiduría y
verdadero afecto.
Tras debutar en Málaga, como primer
paso, su presentación en Madrid, en el año 1912, la convirtió
en poco tiempo en una de las figuras artísticas más populares de
España. Hizo su presentación en la capital con "Los ojos muertos"
de Jacinto Benavente, alcanzando un triunfo de clamor. Desde entonces la joven
actriz catalana se constituyó en una actualidad permanente. Estableció
contacto personal con los grandes escritores y actores de la época. Interpretó
"Marianela" de Galdós. Poco después una creación
magnífica de "La loca de la casa" del mismo escritor. Entusiasmado,
Benavente le dio a estrenar, en poco tiempo, varias de sus obras, entre las cuales
"El dragón de fuego" y "Una señora".
Desde
su llegada a Madrid sintió una incontenible vocación hacia la figura
de Valle-Inclán y su teatro poético. Vio en aquellas obras, que
no parecían escritas para el teatro, que algo tenían, íntimo
y profundo, que podía ser traducido en sustancia dramática. Quiso
estrenar "El yermo de las almas", del gran don Ramón, pero le
surgieron al paso tantos inconvenientes que tuvo que renunciar. Bastantes años
más tarde había de ser la primera actriz española que representase
el teatro valleinclanesco. Primero fue "La princesa Rosalinda" y "Voces
de gesta", las que puso en escena.
Un momento resplandeciente
en la vida artística de Margarita Xirgu fue su interpretación de
"Santa Juana", de Bernard Shaw, gran triunfo al que correspondió
poco después el que conquistara en la representación de "La
celestina".
Como en cierta ocasión Margarita manifestase
su gran admiración por la tragedia antigua y deplorase no haber tenido
ocasión, dado lo poco propicio del ambiente, para representarlas, Unamuno
tradujo para ella, expresamente, la "Medea" de Séneca. El triunfo
conquistado por Margarita representando esta heroina antigua fue memorable.
Fiel
a la vocación que la llevaba constantemente a explorar, con afán
y amor, los horizontes nuevos, fue años más tarde la gran impulsora
del teatro de García Lorca. En 1927 le estrenó "Mariana Pineda".
Tres años después "Yerma", y a continuación "Doña
Rosita la soltera o el lenguaje de las flores".
"La
casa de Bernarda Alba", estrenada también por Margarita, fue otro
gran éxito de García Lorca. Y, naturalmente, también de la
actriz.
Otro autor cuyos grandes valores presintió y
admiró fue Alejandro Casona. Margarita Xirgu se apresuró a estrenarle
"La sirena varada", comedia que acababa de alcanzar un premio. Años
después la Xirgu, le estrenaría a Casona tres comedias más
en Buenos Aires, en donde ambos residían a la sazón.
Desde
el escenario del Español, que ocupó tantos años, Margarita
Xirgu, realizó constantes campañas teatrales que pueden presentarse
como ejemplares. Su espíritu de selección no sólo se reflejaba
en el cuidadoso tacto y certera intuición con que elegía las obras
representadas, sino también en la formación de las compañías
de que era directora. Tuvo un especial sentido para rodearse de figuras eminentes
y someterlas, con un dúctil sentido de la disciplina, al ritmo y al molde
que exigía su modo de hacer teatro.
Avecindada en Sudamérica,
especialmente entre la Argentina y el Uruguay, paises que había visitado
en diferentes ocasiones, a lo largo de su vida artística, Margarita Xirgu
ha realizado en más de treinta años una admirable labor artística
y formativa. Desde el escenario y desde la cátedra. Hablar en Hispanoamérica
de esta gran figura ibérica, es como hablar también de una gloria
entrañable y reverenciada fervorosamente en aquellos paises>>.
I continuava signat per Pablo Vila San-Juan:
La
nostalgia de la gran artista: <<Ese sentimiento misterioso que invade el
alma y tortura la mente; ese pesar de ausencia, que remueve recuerdos y forja
ambientes de soledad en un medio de todo un mundo viviente y clamante, fue impregnando
los últimos años de Margarita Xirgu entre grandes triunfos artísticos
que le atrajeron la admiración de todos los pueblos americanos, y la muda
adoración de sus discípulos más preclaros.
-"Más
tarde o más pronto, yo iré a morir en España". Dijo,
hace muy pocos meses, al conocido rapsoda Santiago Forn Ramos, que la visitaba
en Montevideo, y al que hice alusión en una crónica dedicada a la
eminente artista, es estas mismas páginas.
No ha sido
así. Su cuerpo, es posible que vuelva a su querida Cataluña. Su
alma, nunca se apartó de aquí a través de las distancias
y de los imponderables; pero el todo de esta existencia vital, que soñaba
con las flores de las Ramblas, con el calor de los suyos, con la alegría
incontenible del encuentro y la amistad, ha llegado tarde. Quizás en compensación
impresionante, a que también llegó tarde el reconocimiento de una
injusticia.
Margarita Xirgu, mujer superdotada que nunca pudo
explicarse las reales anomalías entre el pensamiento y la vulgaridad; que
visitaba el Museo del Prado del brazo de Eugenio d'Ors, como guía instructivo;
que en su saloncillo del Teatro Español escuchaba absorta a don Jacinto
Benavente, al doctor Marañón, a don Ramón del Valle-Inclán
y a Ramón Pérez de Ayala, porque quería cultivar su formación
en fuentes auténticas de valor, tuvo que atravesar circunstancias equívocas
y difíciles, que el destino sembró a su paso retorciéndole
muchas veces el corazón, turbando su espíritu, y ensombreciendo
su mente.
Pero su nostalgia, sobreponíase a la ausencia,
con la añoranza del bien perdido. Cada una de las mujeres que interpretó,
poniendo en ellas sus amores de artista y su sensibilidad de mujer, le acompañaron
como fantasmas embrujados que tejían con el poso de sus dolores, con la
alegría de sus placeres, una corona de laurel que nadie puede quitarle,
y que en este momento triste del adiós hacia el infinito, brilla sobre
su nombre en gloria triunfal, acariciando su cuerpo frío, y respetando
la tierna nostalgía que quedó en el corazón>>.
I
continuava signat per C.:
Sentimiento en Molins de Rey, su
población natal: <<En Molins de Rey, su villa natal, ha causado también
natural sentimiento, sobre todo en los medios artísticos y teatrales, la
súbita muerte de Margarita Xirgu. La gran actriz había nacido en
julio del año 1888, en la casa entonces número 33 del "Carrer
de Baix", desde el año 1915 calle de Rafael de Casanova y ahora con
el número 83, esquina a la Plaza de Cataluña de esta localidad,
punto neurálgico de la misma. Vino al mundo en la planta baja de aquel
inmueble, el que en el año 1923 se levantaron dos nuevos pisos, hoy habitados
por inquilinos no de muchos años residentes aquí, pues no quedó
en la población familiar alguno de la eximia actriz.
Desde
su tierna infancia sus padres se trasladaron de nuevo a Gerona, ya que habían
venido circunstancialmente a Molins de rey, con motivo del montaje de una fábrica,
"Can Coll". Esta villa, de la gran actriz desaparecida, siempre la ha
admirado y recordado con lógica consideración, y aquí igualmente
había actuado en diferentes ocasiones. Primero fue hacia los 18 años,
en la desaparecida sala del "Café Nou" y por el año 1935
en el teatro del Fomento Cultural y Artístico, donde representó
la famosa obra "Yerma", con asistencia de su propio autor, García
Lorca, recibiendo la Xirgu un modesto homenaje de simpatía, que hoy, al
cabo de los años, tiene un sentido acento>>.

El
diumenge 27 d'abril de 1969 "El Correo Catalán" publicava :
Margarita
Xirgu. Una catalana de talla universal. Sesenta años de teatro se hallan
representados en la actriz desaparecida: <<Margarita Xirgu ha muerto. Sesenta
años de teatro español se hallaban representados en esta mujer octogenaria,
una de las actrices más importantes que ha dado Cataluña al mundo
y que hasta hace dos años estuvo entregada a la actividad escénica
desde Uruguay, su patria americana de adopción.
Margarita
Xirgu había nacido en Molins de Rei en junio de 1888. Desde su adolescencia,
los escenarios ejercieron sobre ella una sugestión notable, premonitoria
de los éxitos clamorosos que en ellos alcanzaría tiempo después.
Los públicos de Badalona y Gracia son los que conocen el inicio de su carrera,
en donde se aprecia por encima de todo una entrega apasionada a sus personajes.
El Romea y el Principal son los coliseos barceloneses que acogen esta labor inicial
de la Xirgu. A los 18 años, la actriz debuta como profesional en la obra
de Guimerà "Mar i cel". Durante varios años, Margarita
Xirgu contribuirá a ensalzar la escena catalana y sus éxitos interpretativos,
cimentados en una extraordinaria sensibilidad y en una fina inteligencia, la situarán
a la cabecera de los repartos de la época en los que destaca otro nombre:
Enrique Borràs. Margarita Xirgu y Borràs representan en la historia
de aquella época teatral la conquista de un alto prestigio para la escena
catalana. Intérprete exquisita del teatro de Pitarra y de Guimerà
así como de muchos clásicos españoles, no tarda su nombre
a proyectarse sobre todo en el ámbito peninsular y de ahí a los
núcleos teatrales de Hispanoamérica. Tiene Margarita Xirgu 24 años
cuando efectúa su primer viaje artístico a este continente. El impacto
que alcanzan sus actuaciones perdurará durante 50 años, dilatada
etapa en la que los paises americanos de habla castellana han considerado a Margarita
Xirgu como la más notable actriz de su teatro. La acogida que ésta
tuvo en América desde sus primeras actuaciones, establecería entre
la eximia actriz y aquellos públicos, especialmente con los de Argentina
y Uruguay, una corriente de afectos y de ilusiones profesionales que ya no habría
que interrumpirse en ningún momento. Diversas fueron las "tournées"
de la Xirgu por el continente americano en donde, al abandonar España en
1936 decide establecerse. Montevideo será su lugar de residencia aun cuando
sus actividades artísticas alcanzarán a muchas otras ciudades sudamericanas
y aun de Norteamérica.
No bastaría la
simple crónica de éxitos para trazar la talla profesional de Margarita
Xirgu, esa actriz catalana de universal relieve que ha alcanzado con justicia
los niveles míticos de Sarah Bernard. No bastaría esa crónica,
porque lo que descubre la importancia de Margarita Xirgu es el impulso que dio
con su trabajo a obras y autores que alcanzaron, gracias a la labor de la actriz,
su adecuada valoración. La pasión de Margarita Xirgu por el teatro
irá siempre mucho más allá del perfeccionismo interpretativo
-que buscó y alcanzó-, mucho más allá de los afanes
de una gran profesional de la ficción escénica. Margarita Xirgu
profundizó y se entregó con verdadero apasionamiento al fenómeno
teatral en toda su integral dimensión. Es así como Margarita Xirgu
cruza hoy los umbrales de la posteridad y se integra a la historia de la cultura
contemporánea no sólo con el título de exquisita y gran actriz
sino también con el de directora y alentadora de obras que han dado relieve
mundial a nuestro teatro.
En este sentido, Benavente tiene
mucho que agradecer a Margarita Xirgu, la cual al asumir la mayor parte de sus
obras contribuyó decisivamente a la justa valoración de este clásico.
Es también en esta misma línea que Margarita Xirgu fue la entusiasta
descubridora del teatro de García Lorca. La sugestión que sobre
su espíritu sensible ejerció la poesía y la obra toda de
este autor, se manifestó en una constante indigación de su actividad
creadora que tuvo memorables traducciones sobre el escenario. El malogrado escritor
se sumó a un cálido homenaje que en el año 1935 la villa
de Molins de Rei tributaba a Margarita Xirgu en el "Café Nou".
Fue "Yerma" la obra que la Xirgu interpretó en aquella ocasión
y fue también "Yerma" la que ocupó las últimas
actividades teatrales de Margarita Xirgu, la cual dirigió con éxito
excepcional en mayo de 1967 en la Universidad de Northampton, en los EE.UU. El
que este título del gran poeta jalone los momentos importantes de la vida
de Margarita Xirgu, no deja de señalar acaso un secreto indicio de las
exigencias profesionales de la extraordinaria mujer de teatro. El drama de la
aridez y de infecundidad rodeaba a la actriz con patética emoción
precisamente en ocasiones en que se subrayaba la abundancia de los valores culturales,
la prolífica labor creativa y recreativa de Margarita Xirgu. "Yerma"
no podía resultar así el grito exigente y desgarrado de la mujer
en constante búsqueda, en constante propósito de adquirir nuevas
responsabilidades y lograr nuevos objetivos. Persona nunca instalada en su fama,
Margarita Xirgu ha sido así mismo ejemplo de abnegada superación
artística.
La noticia de la muerte de Margarita Xirgu
ha sido escueta, como si el pasmo se hubiera apoderado del despacho de agencia.
A los ochenta años tras una delicada operación pulmonar, la actriz,
presente en su lejanía, nos ha dejado. En Gerona, donde pasó muchos
años de su niñez, en Barcelona, cuyos escenarios han guardado el
recuerdo de su formación fulgurante, llena de augurios jamás desmentidos,
se lamenta hoy la pérdida de esta figura de talla internacional, ejemplo
de los genios de arte y cultura que produce esta tierra nuestra>>.

El
dilluns 28 d'abril de 1969 "La Hoja del Lunes" publicava signat per
José María Junyent:
Una gran trágica
que desaparece Margarita Xirgu: <<Con su implacable laconismo, un despacho
llegado de Montevideo nos anuncia el fallecimiento de la eximia actriz catalana,
Margarita Xirgu, retirada en el ocaso de su existencia allá por las tierras
cálidas y plateadas de Punta Ballena, resplandeciente rincón marítimo
del continente americano.
Conocimos a Margarita Xirgu cuando
se reveló, cuando era nada más que un atisbo de lo que llegaría
a ser. Se había pasado la niñez -la niñez, porque a los trece
años era ya actriz- trabajando en catalán, y todavía, recordamos
con profunda emoción, la que sentimos viéndola hacer en el Romea
"Mar i cel", de Ángel Guimerà. No hemos olvidado tampoco
aquel: "Ja no et veuré més, mai més, Carles Enric! No
tornarás, no!", que la ideal Catalina decía llorando en "Joventut
de príncep", de Meyer Forster, con toda la pasión de la joven
enamorada que ve, por siempre más, muertas sus esperanzas. También
recordamos las interpretaciones en el viejo Principal de "La campana submergida",
de Hauptmann; "La victoria dels filisteus", de Arthur Jones; "Tristos
amors", de Glacosa; "La llàntia de l'odi", de Gabriel D'Annunzio,
y "Els pobres menestrals", de nuestro Adriá Gual, que contribuyeron
a cimentar de un modo definitivo la saliente personalidad de la joven artista
de Molins de Rey, iniciada escénicamente en el teatro del Círculo
de Propietarios de Gracia, con "Teresa Raquín", de Emilio Zola,
su primera gran creación.
La recordamos, asimismo, en
el repertorio de don Jacinto Benavente y en el de don Eduardo Marquina, que ninguna
otra actriz supo abrillantar como ella en el escenario y con cuyas obras -muchas
de ellas escritas expresamente para su personal lucimiento- recorrió triunfalmente
la península en unión de otro coloso de la escena, nuestro inolvidable
don Enrique Borràs. La actriz catalana era algo distinto de nuestros medios
escénicos. Rompía con hábitos que nuestros artistas diputaban
únicos, como consecuencia de la influencia echegarayana y, en general,
del romanticismo decimonónico. Artista comprensiva, inteligente, de una
flexibilidad asombrosa, y capaz de todo, ya que no se dejaba cortar las alas de
la ambición, triunfó en la tragedia griega, lo mismo que en el drama
clásico español; en la alta comedia y en el frívolo vodevil;
o sea, que pasó de la "Medea", de Séneca, y la "Elektra",
de Hoffmanthal, a "La mariposa que voló sobre el mar", de Benavente;
de "La niña de Gómez Arias", de Calderón de la
Barca, y ·Fuenteovejuna", de Lope de Vega, a "L'ase de Buridan",
de Flers y Caillavet, y "La chocolaterita", de Gavault, haciendo un
alto en su camino para atreverse a representar aquella "Salomé",
de Oscar Wilde, en cuya tragedia, obsesionante y extraña, exaltaba mejor
que ninguna actriz extranjera los raptos del instinto, el estallido de toda la
sensualidad contenida en la carne morena de la bella hija de Herodías,
arrebatando al público en la feroz apoteosis, junto a la cabeza truncada
del Bautista, que producía en el auditorio el escalofrio de terror y la
repulsión. Incluso aprendió danza con la profesora de los conjuntos
del Liceo, Pauleta Pamies, a fin de interpretar con el mejor arte coreográfico
la danza de los siete velos, característica del drama de Wilde. Un crítico
de aquellos tiempos escribió en un popular diario barcelonés: "La
lúbrica princesa de la tragedia de Oscar Wilde coronó el colosal
trabajo, diverso y complicado de esta eminente actriz que acaba de aparecer, como
realidad definida, sobre la escena española. El diálogo con Johanam,
la danza brillantemente matizada y la escena final, dificilísima prueba
para una actriz, señalaban un prodigio de perfección consciente,
imposible de que la superaran Mimí Aguglia, la Sarah Bernhardt o la insigne
Ristori".
Margarita, que había triunfado en Madrid,
con igual ardor que en Barcelona, y que reconocía deberlo todo a Enrique
Giménez, su director, y a Salvador Vilaregut, su buen consejero, realizó
otro prodigio de interpretación encarnando el papel de "Marianela",
la heroina de Galdós y de los hermanos Álvarez Quintero, escenificadores
de la sentimental novela. Más tarde, en el Principal Palacio, estrenó
"Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores", de García
Lorca; en el Poliorama, "La sirena varada", de Alejandro Casona, "descubriendo"
formalmente a aquel malogrado dramaturgo de la aldea asturiana de Basullo, que
escribió para ella varias obras dramáticas estrenadas en las repúblicas
hispanoamericanas, con la colaboración del notable actor Alberto Closas,
su discípulo predilecto. Y culminó sus triunfos, con "Yerma",
de García Lorca, en el teatro Barcelona, de la que Margarita hizo una portentosa
creación reflejada en todas las antologías escénicas.
Uno
de los privilegios que Dios concedió a Margarita Xirgu fue la posesión
de un talento singularísimo. La Xirgu era una mujer inteligente, conocedora
de la literatura universal y del teatro de todos los tiempos y de todos los países,
al servicio del cual consagró por entero su vida. Poseía espléndida
figura, y una melodiosa armonía de movimiento, además de aquel rostro
de ojos inquisidores que mutaban su expresión a la ironía, al sentimiento
de ternura, a la burla gracejosa, al arranque de fiereza, al complejo de odio
y maldad, etcétera. ¡Y qué dicción la suya, qué
perfección de dicción, prosodia musical en limpias escalas vivaces!
Margarita Xirgu se adueñaba del personaje, adaptándose a su psicología,
lo "vivía" con todo entusiasmo, pasión y convencimiento,
y lo hablaba sin afeites declamatorios, ni arrebatos de elocuencia ninguna. En
ella, la psicología del personaje interpretando era "causa".
Y el hablarlo, derivación o "efecto".
Margarita
Xirgu, alejada de su patria, pero nostálgicamente enraizada a esta ciudad
mediterránea a la que mantuvo viva y perenne en su memoria, acaba de fallecer,
cumplidos los ochenta años de edad. No la olvidaremos. Criatura de excepción,
actriz señera, vocación fértil, imagen de mujer y de heroina
literaria, las trompetas de la fama seguirán diciendo que por derecho propio
merece la ilustre actriz catalana colocarse en el recuerdo junto a las más
preclaras reinas de la escena, con la especial y excepcional condición
de "la única trágica" que ha dado el teatro español
de nuestra época>>.
"El
Diario de Barcelona" publicava el dimarts 29 d'abril de 1969, signat per
María Luz Morales:
Adiós a
Margarita: <<El corazón duele al escribirlo. Se resisten los dedos,
negativos, rebeldes, al agarrar la pluma. No diré, pues, que ha muerto.
Diré, sólo, que se fue antes... Hacía muchos años
que su presencia nos dejara, más en su ausencia, de lejos, la seguíamos
en su nostálgico peregrinar, así en sus éxitos fabulosos,
como en sus decepciones y amarguras. Sabíamos, con gozo, de sus triunfos.
Intuíamos, con dolor, su añoranza. Tuvo siempre un lugar en nuestra
espera ilusionada. Al conocer el aura apoteósica, que, al otro lado de
los mares, la consagraba como actriz maestra de actrices y de actores, nos pareció
como si un rayito de aquellas luminarias llegara a los cristales del balcón
de nuestro cuarto de trabajo. De tarde en tarde, llegaban a nosotros ecos de su
nunca desmentido amor a Barcelona. Y cordiales apretones de manos transmitidos
por amigos de amigos, que, allá lejos, la habían visitado. Para
nosotros, no envejecía. No podíamos imaginar arrugas, ni en su tez
ni en su arte. De mí sé decir que cuando supe que dejaba la escena
para buscar merecido descanso en su residencia uruguaya de Punta Ballena, el singular
nombre de este lugar de su retiro me sonó a título de una nueva
comedia de Casona o de Giraudoux...
No
traté, personalmente, a Margarita Xirgu. No estreché nunca su mano,
ni sostuve conversación con ella, ni jamás me dedicó un retrato,
ni en mis montones de correspondencia hay una sola línea suya. Le soy deudora,
sin embargo, de algo tan esencial como mi conocimiento y amor a la lengua catalana,
que mi adolescencia, ávida ya de teatro, aprendió para mejor entender
y admirar el arte de la entonces jovencísima actriz de Molins de Rey. Los
poetas serían mis maestros más adelante.
No.
No traté, de cerca, a Margarita: siempre ella en la escena, en mi butaca
yo. Apenas ni sé nada de su vida de mujer, ni de esas cosas, siempre las
mismas, que se preguntan y mal responden en los interwiews. Creo, no obstante,
que su vida, sino que con tiempo y espacio, alcanzaría yo a trazar una
biografía suya, bastante certera y hasta, en lo posible completa y acabada.
No precisamente la historia de su vida, sino la historia de "sus vidas",
esto es, la vida múltiple, diversa, que vivió, apasionada, dúctil,
vibrante, sobre las tablas de los escenarios. Pues ¿acaso no es ésa
la auténtica vida de una actriz? De la plebeya malicia de "Miqueta
i sa mare" y la aburguesada picardía de "La petite chocolatière"
o el amor adolescente de "Juventud de príncipe" a la majestuosa,
patética dignidad de "La reina jove"... ¡cuántos
matices del humor, del sentimiento, de la femineidad, de la pasión, ya
en una primerísima etapa! (¡Qué rápido salto prodigioso
del teatrillo del Círculo de Propietarios de Gracia a los escenarios del
Romea y del entonces tan prestigioso Teatro Principal. Más... estas vidas
no dan idea, ni con mucho, de todas las vidas que había de vivir -literalmente-
Margarita. Las criaturas eternas de los trágicos griegos cobrarán
palpitación, aliento, vida, en su garganta, en sus manos, en sus ojos...
Su temperamento extraordinario arderá en la venganza de "Electra",
se desgarrará en el grito de "Medea". Quien no la vio ni la oyo,
no podrá comprenderlo, más los contemporáneos de su carrera
entre nosotros nos darán la razón si digo que ella ha sido la única
gran trágica con que ha contado, en el mundo, el teatro de España.
(Y si ello, sin desdeñar las posibilidades -inmensas para ella- de los
otros géneros...). De aquí que, como toda comparación, me
parezca, por lo menos fútil, la que, en una nota publicada estos días,
le señalaba como continuadora en las escena española, de la línea
marcada por doña María Guerrero y doña Carmen Cobeña.
No, no. Con todos mis respetos para estas grandes señoras de la escena,
y mi sincera admiración para su arte, he de proclamar que el arte de Margarita,
era... otra cosa. Toda ella, en cuanto actriz, era distinta.Más apasionada,
más inquieta; por ello más universal.
No
era una actriz académica, es cierto, pero ¿que más podrían
haberle dado conservatorios ni academias a quien pisó, en su infancia,
la escena y ya no la abandonó nunca; a quien leyó, incansable, por
días y por noches, las obras de los grandes autores antiguos y modernos,
y se adueñó de una cultura intensa, rica, propia; de quien puso
todo su corazón en la tarea? De quien llevaba en la frente una estrella...
Sus últimas actuaciones entre
nosotros, nos revelaban el teatro de Federico García Lorca, al tiempo que
el alma profunda de una Andalucía sin folklore. (Mucho después,
¡Dios mío!, lo veríamos bailao con castañuelas...).
Quien admiró, a través de sus interpretaciones, el desgarrado patetismo
de la maternidad frustrada en "Yerma", la punzante tragedia de la madre
del hijo asesinado en "Bodas de sangre", la delicada filigrana sentimental
(un poquito cursi; un mucho romántica) en "Doña Rosita, la
soltera" no vuelva a ver esas obras nunca más, interpretadas por actriz
ninguna...
Las implacables notas
necrológicas nos dicen que, a la hora de su ausencia definitiva, cumplía
Margarita Xirgu ochenta años. Es una edad hermosa para quien, después
de vivir tantas vidas, deja, trás de sí, rastro de gloria. Más
nosotros -reitero- no la hemos visto envejecer. Pasaba el tiempo -más de
un cuarto de siglo- en nuestros relojes, en nuestros calendarios, y ¡ay!,
en nuestros espejos... Más la ausencia dijérase que inmoviliza el
tiempo, al mantener, en el recuerdo, intacta, como suspensa, la imagen del ausente,
tal como por última vez la vimos... Y es así cómo nos parece
que Margarita Xirgu ha muerto prematuramente, malograda, arrebatada, en plena
juventud, a nuestra ilusionada espera inútil.
Yo
la veré siempre, en mi nostalgia de su figura, de su voz, de su arte, en
la edad de aquella inegable "Rosita" lorquiana -la romántica
señorita de Granada que conocía "el lenguaje de las flores"
y que supo ser fiel a su primer, único amor-, cuando por primera vez se
dio cuenta del paso de los años, al oírse llamar "Doña
Rosita". Va a ella mi adiós -y a tantas y tantas heroínas,
desaparecidas en Punta Ballena-, en éste mi adiós a Margarita>>.

El
periódico "Ya" publicava el dimarts 29 d'abril de 1969:
Ha
muerto Margarita Xirgu: <<La gran trágica española Margarita
Xirgu ha fallecido en Montevideo a los ochenta años de edad>>.

El
diari "La Prensa" publicava el diumenge 4 de maig de 1969:
Cardedeu:
Concurso de teatro amateur y homenaje a la memoria de Margarita Xirgu: <<...
Simultáneamente con estas manifestaciones teatrales se ha organizado una
exposición especialmente dedicada a la memoria de Margarita Xirgu, la insigne
actriz recientemente fallecida. Se exponen programas y fotografías que
permiten hacer la historia de las actividades teatrales de la señora Xirgu
en la villa de Cardedeu, en la que actuó varias veces. Entre las fotografías
figura una dedicada por Margarita Xirgu a sus amigos de esta villa, en el año
1907, y unos programas que demuestran la colaboración de la entonces juvenil
actriz con los grupos de aficionados de la misma. Por aquella fecha Margarita
Xirgu tenía diecisiete años, poco más o menos...>>
El
diari "La Vanguardia Española" publicava el dimarts 6 de maig
de 1969, signat per M.T.:
Margarita Xirgu y su última
Yerma: <<Como ha sido recordado estos días con motivo de su reciente
muerte, la insigne Margarita Xirgu había dedicado los últimos años
de su vida a impulsar y difundir el conocimiento del teatro español en
diversos países americanos y europeos. Lo hizo primeramente, con especial
dedicación en la Argentina, Méjico y otras Repúblicas de
habla hispánica, pero también extendió fervorosamente esta
labor de hispanófila y de amor al teatro a otros países, como los
Estados Unidos e Inglaterra. Importantes colegios, famosas universidades y prestigiosos
centros de cultura, habían requerido a la gloriosa actriz para que montase
en sus departamentos de lengua española, espectáculos teatrales
de alta calidad. Uno de ellos -y por cierto de los más brillantes- fue
el que tuvo lugar en el Smith College de Northampton, en Inglaterra, en mayo de
1967. La noticia nos la da en atenta carta, llena de efusiones cordiales y de
evocaciones conmovedoras, la joven barcelonesa Pilar Barrera que en aquel festival
teatral, en que fue representada una de las más características
obras de García Lorca, desempeñó el papel de protagonista.
"Yo fui su última Yerma" -nos dice en su carta- Y, hurgando en
sus recuerdos, nos describe delicadamente a la ya casi octogenaria actriz "avanzando
valerosamente bajo los copos de nieve, hacia el teatro procurando no resbalar
sobre el suelo helado, aquella primavera tan fría de Northampton, apoyándose
siempre en el brazo solícito de don Miguel Ortín".
Pilar
Barrera ha tenido la gentileza de adjuntar a su carta un programa de esta representación
de "Yerma" en el Smith College, en el que intervinieron estudiantes
británicos, españoles y sudamericanos, entre ellos también
el niño Javier Barrera, hermano de aquella excepcional y brillante "Yerma",
la última que dirigió Margarita Xirgu>>.
El
"Diario de Barcelona" publicava el 3 de maig de 1969, el següent
article signat per María Luz Morales. Fons Antoni i Ramon Clapés:
Adiós
a Margarita: <<El corazón duele al escribirlo. Se resisten los dedos,
negativos, rebeldes, al agarrar la pluma. No diré, pués, que ha
muerto. Diré, solo, que se fue antes...
Hacia muchos
años que su presencia nos dejara; más en su ausencia, de lejos,
la seguíamos en su nostálgico peregrinar, así en sus éxitos
fabulosos, como en sus decepciones y amarguras. Sabíamos, con gozo, de
sus triumfos. Intuíamos con dolor su añoranza. Tuvo siempre un lugar
en nuestra espera ilusionada. Al conocer el aura apoteósica, que al otro
lado de los mares, la consagraba como actriz maestra de actrices y de actores,
nos pareció como si un rayito de aquellas luminarias llegara a los cristales
del balcón de nuestro cuarto de trabajo. De tarde en tarde, llegaban a
nosotros ecos de su nunca desmentido amor a Barcelona. Y cordiales apretones de
manos transmitidos por amigos de amigos que, allá lejos, la habían
visitado. Para nosotros, no envejecía. No podíamos imaginar arrugas,
ni en su tez ni en su arte. De mi sé decir que cuando supe que dejaba la
escena para buscar merecido descanso en su residencia uruguaya de Punta Ballena,
el singular nombre de este lugar de su retiro me sonó a título de
una nueva comedia de Casona o de Giraodoux...
No traté,
personalmente, a Margarita Xirgu. No estreché nunca su mano, ni sostuve
conversación con ella, ni jamás me dedicó un retrato, ni
en mis montones de correspondencia hay una sola línea suya. Le soy deudora,
sin embargo, de algo tan esencial como mi conocimiento y amor a la lengua catalana,
que mi adolescencia ávida ya de teatro, aprendió para mejor entender
y admirar el arte de la entoces jovencísima actriz de Molins de Rei. Los
poetas serían mis maestros, más adelante.
No.
No traté de cerca a Margarita: siempre ella en la escena, en mi butaca,
yo. Apenas ni sé nada de su vida de mujer, ni de esas cosas, siempre las
mismas, que se preguntan y mal responden en las enterviews. Creo, no obstante,
que con tiempo y espacio, alcanzaría yo a trazar una biografía suya,
bastante certera y hasta en lo posible, completa y acabada. No precisamente la
historia de su vida, sino la historia de "sus vidas" esto es, la vida
múltiple, diversa, que vivió, apasionada, dúctil, vibrante,
sobre las tablas de los escenarios. Pero ¿acaso no es ésa la auténtica
vida de una actriz...? De la plebeya malicia de "Miqueta i sa mare",
la aburguesada picardía de la "Petite chocolatière" o
el amor adolescente de "Joventut de princep", a la majestuosa, patética
dignidad de "La reina jove"... ¡Cuántas matrices de humor,
del sentimiento, de la femineidad, de la pasión, ya en una primerísima
etapa! (¡Que rápido salto prodigioso del teatrillo del Círculo
de Propietarios de Gracia a los escenarios del Romea y del entonces tan prestigioso
Teatro Principal!) Más... estas vidas no dan idea, ni con mucho, de todas
las vidas que había de vivir -literalmente- Margarita Xirgu. Las criaturas
eternas de los trágicos griegos cobrarán palpitación, aliento,
vida, en su garganta, en sus manos, en sus ojos... Su temperamento extraordinario
arderá en la venganza de "Elektra", se desgarrará en el
grito de "Medea". Quien no la vió ni la oyó, no podrá
comprenderlo, más los contemporáneos de su carrera entre nosotros
me darán la razón si digo que ella ha sido la única gran
trágica con que ha contado en el mundo, el teatro de España. (Y
ello sin desdeñar las posibilidades inmensas para ella de los otros géneros...)
De aqui que como toda comparación, me parezca, por lo menos fútil,
la que, en una nota publicada estos días, la señalaba como continuadora,
en la escena española, de la línea marcada por doña María
Guerrero y doña Carmen Cobeña. ¡No, no! Con todos mis respetos
para estas grandes señoras de la escena, y mi sincera admiración
para su arte, he de proclamar que el arte de Margarita era... otra cosa. Toda
ella, en cuanto actriz era distinta. Más intuitiva, por ello más
humana. Más apasionada, más inquieta; por ello más universal.
No
era una actriz académica, es cierto, pero ¿qué más
podrían haberle dado conservatorios ni academias a quien pisó en
su infancia la escena y ya no la abandonó nunca; a quien leyó, incansablemente,
por días y por noches, las obras de los grandes autores antíguos
y modernos y se adueñó de una cultura intensa, rica, propia; de
quien puso todo su corazón en la tarea? De quien llevaba en la frente una
estrella...
Sus últimas actuaciones, entre nosotros,
nos revelaban el teatro de Federico García Lorca, al tiempo que el alma
profunda de una Andalucía sin folklore. (Mucho después, ¡Dios
mio!, lo veríamos bailao con castañuelas...) Quien admiró,
a través de sus interpretaciones, el desgarrado patetismo de la maternidad
frustada en "Yerma", la punzante tragedia de la madre del hijo asesinado
en "Bodas de sangre", la delicada filigrana sentimental (un poquito
cursi; un mucho romántica) en "Doña Rosita la soltera"
no vuelva a ver esas obras nunca más, interpretadas por actriz ninguna.
Las
implacables notas necrológicas nos dicen que a la hora de su ausencia definitiva
cumplía Margarita Xirgu ochenta años. Es una edad hermosa para quien
después de vivir tantas vidas, deja, tras de sí, rastro de gloria.
Pero nosotros -reitero- no la hemos visto envejecer. Pasaba el tiempo -más
de un cuarto de siglo- en nuestros relojes, en nuestros calendarios, y ¡ay!
En nuestros espejos... Dijérase que inmoviliza el tiempo, al mantener en
el recuerdo, intacta, como suspensa, la imagen del ausente, tal como por última
vez la vimos... Y es así cómo nos parece que Margarita Xirgu ha
muerto prematuramente, malograda, arrebatada, en plena juventud, a nuestra ilusionada
espera inútil.
Yo la veré siempre, en mi nostalgia
de su figura, de su voz, de su arte, en la edad de aquella inefable "Rosita"
lorquiana -la romántica señorita de Granada que conocía 2el
lenguaje de las flores" y que supo ser fiel a su primer, único amor-
cuando por primera vez se dio cuenta del paso de los años, al oirse llamar
"Doña Rosita" . Va a ella mi adiós - y a tantas y tantas
heroinas desaparecidas, en Punta Ballena, en éste mi adiós a Margarita>>

El
diari "La Prensa" publicava el mes de maig de 1969:
Homenaje
póstumo a Margarita Xirgu en Radio Barcelona: <<En evocativos programas
dedicados a la que fue insigne actriz catalana, así como de la escena española,
Margarita Xirgu, el próximo mes de julio le será tributado un homenaje
póstumo, a través de las antenas de Radio Barcelona a cargo de su
gran cuadro de actores, que dirige Armando Blanch, y dentro de la popular audición
"Radioteatro", que se emite todos los domingos, a partir de las once
de la noche. A tal fin han sido seleccionadas las mejores comedias que la famosa
actriz estrenó y otras de las que hizo una verdadera creación, según
el detalle siguiente:
Día 6: "La fuente escondida",
de Eduardo Marquina.
Día 13: "La sirena varada",
de Alejandro Casona.
Día 20: "Bodas de sangre",
de Federico García Lorca.
Día 27: "Mar i
cel", de Ángel Guimerà. Obra que, como profesional, interpretó
Margarita Xirgu en el teatro Romea, de nuestra ciudad>>.

La
revista "Destino" publicava en aquestes dates:
Ha
muerto Margarita Xirgu: <<La gran actriz ha muerto en Montevideo. Nació
en Molins de Rey (Barcelona) en 1888. A los catorce años empezó
a actuar en el teatro, iniciándose como profesional en el Romea, de Barcelona,
en 1908. Se presentó en Madrid en 1912, causando una gran impresión
por su personalísimo arte. Dio vida en escena, con brío renovador,
a personajes de Benavente, Pérez Galdós, García Lorca, Unamuno,
Guimerà, Donnay, etcétera. Marchó a América en 1936,
donde en anteriores ocasiones había hecho largas jiras dando a conocer
clásicos y nuevos valores del teatro español>>.

Fons
Antoni i Ramon Clapés
El
6 de maig de 1969 es publicava a "Dígame Ud." el següent
article signat per Emilio Graells Castells, ple d'asseveracions no certes i incorrectes
-com que el pare de Margarida Xirgu va quedar paralític en lloc d'haver
contret una afecció cardíaca- i ple d'esperit feixista que encara
perdurava en alguns, en el començament dels anys 70:
Ha
muerto Margarita Xirgu: <<Ha muerto, lejos de su patria, una de las principales
actrices españolas. La catalana Margarita Xirgu. Ella, como ave de paso,
muy joven cruzó los mares en busca no sólo de gloria, sí
deseosa de alcanzar con sus esfuerzos humanos una vida que no pudo tener en sus
años infantiles, llenos de dureza, de privaciones sustanciales y de ilusiones
adecuadas a toda muchachita que siente en el alma los deseos de un bienestar que
circunstancias familiares la alejaban de su espíritu rebosante, de otro
vivir que la atenazaba con dolor y sufrimiento.
Se agitaba
en su ser el fuego de un arte seductor y Margarita Xirgu, con escasos años,
se revolvía actuando entre los teatros llamados de sala y alcoba, poniendo
en las obras que representaba toda su alma y todo su corazón.
Pero
la vida también tiene sus bajas y sus altas. Y llegó, sin recomendaciones,
a presentarse un día en teatro de categoría, de la mano del gran
Guimerà, y obteniendo un éxito tan solemne que vimos -los que tenemos
la suerte de vivir- una Marta de "Tierra baja" y una "María
Rosa" brillar y enaltecer el teatro vernáculo en el Romea de Barcelona.
Aquí se esfuma la actriz modesta, sencilla de teatro de aficionados para
dar paso a una figura que sus actuaciones profesionales nos recuerdan a una Carlota
de Mena, una Concepción Ferrer, y más tarde, volando por Madrid
y América, la prensa en general española la compara a una María
Guerrero, una Catalina Bárcena y a una María Tubáu de Palencia.
La
vemos estrenar obras de Benavente, Valle-Inclán, García Lorca, Marquina,
Quinteros, y ser solicitada por empresas formidables.
Es largo
el historial de esta eximia actriz y se convierte en ídolo de nuestros
grandes dramaturgos. Benito Pérez Galdós la agasaja, la contrata
y estrena aquella "Marianela" que los sevillanos Quintero adaptan de
la novela en obra escénica.
Margarita Xirgu alcanza,
a medida de su esfuerzo, aquella posesión soñada un día en
su pisito de la estrecha y feísima calle de Jaime Giralt, casa medio desmantelada,
con un padre paralítico y una madre llena de tristeza y dolor.
Aquella
niña que a los dieciséis años ha de aportar con rudo trabajo
y esfuerzo el dinero para ayudar a los suyos, trabajando por pueblos y ciudades
en teatros de ínfima categoría, se ha agigantado para, en plena
juventud, ser la eminente primera actriz, pisando las tablas de un teatro Tívoli,
Novedades y Nuevo, de la ciudad condal; que se viste en los modistas parisienses;
que se acomoda en sus largos viajes terrestres y marítimos siempre en primera
clase.
Tiene sus administradores, sus consejeros, incluso elencos
con figuras de elevado rango artístico y con directores geniales, convirtiéndose
en empresaria. Pero, por circunstancias ajenas en su vida, la situación
transforma la política nacional y su debilidad y sus pensamientos alteran
su espíritu y, mal aconsejada por los que la rodean, se ve obligada a dejar
España para buscar un reposo en lejanas tierras americanas, como Chile,
Buenos Aires y recluyéndose en Montevideo, donde le ofrecen un elevado
cargo de profesora, siendo querida allá y añorada aquí. Y
en el bello Uruguay ha cerrado sus ojos para siempre. ¡En paz repose la
eminente Margarita!...>>

Fons
Antoni i Ramon Clapés

El
divendres 16 de maig de 1969 "La Vanguardia Española" publicava
el següent article signat per Eduardo Blanco Amor:
Margarita
Xirgu. Mutis final y lección: <<Margarita Xirgu, española
universal, o sea catalana de nacencia y raíz, porque la universalidad empieza
con el "ser" de alguna parte, y aún partícula o particularidad,
y en el sentirse para siempre ligados a la radicalidad de la nacencia o nación,
y en oír su voz, su vocación que, para Unamuno, es "voz de
adentro", entrañada en la nuestra hacia fuera, con la que hablamos,
pensamos, cantamos y soñamos dormidos y despiertos; Margarita digo, cumplía
80 años la otra vez que estuve aquí. Como yo fui uno de los testigos
de su gloria mayor, por más extensa, por más intensa, escribí
para estas columnas una evocación de aquellos casi tres decenios que nos
fueron comunes en países de la Hispanidad, entendido este vocablo en su
mejor sentido, o más inusual. Salió la evocación temblorosa
y no por temblona sino por conmovida, ya que el tiempo vital cuando se amontona
en cuantía tan agobiante cada una de sus fechas nos deviene efemérides
de otras, y lo normal es que la muerte nos aguarde, "con sus fúnebres
ramos", al volver la esquina de cada hora contigua.
Con
Margarita así fue, entre el diciembre pasado y el domingo pasado, y aún
leyó aquella rememoración de tantos días gozosos y penosos
en el trabajo y el amor de España, lejos de su posesión que le hubiera
sido tan necesaria; inventando, un día y otro, su sensorial disfrute, volviendo
los ojos interiores hacia los paraísos perdidos... En vista de que todo
ello quedó indispensablemente esbozado en aquellas líneas, no habría
por qué reiterarlo ahora en prosa de gorigoris y recorderis, que entre
españoles trae siempre un dejo esperpéntico, un desinflado dolor
exclamativo. Cuando se dice, ciñéndose a lo necesario y a lo justo,
lo que se sabe y lo que se siente, cualquier añadido o buscapié
nos llevará de la sustancia a la retórica; de la voz real, con sus
honrados matices, a la megafonía alborotada y publicitaria, con lo cual
todos vamos perdiendo. Si aquel panegírico tuvo, como siempre tienen, algo
de necrología anticipada, bien muerta, y sin más, me está
ahora Margarita -y ojalá que bien sepultada- donde la dejé viva:
Ofelia de nuevo, bajo guirnaldas zumbadoras de colibríes, en medio de la
flora universal que plantó en Punta Ballena aquel Lussich decimonónico,
supuesto filibustero, entre dálmata y uruguayo, y redimido trotamundos,
con toda la hojarasca políglota, policroma y polifónica puesta ahora
a declamar, en su témpora mejor, su brioso coral de otoño.
De
no haber sido aquí, entre sus gentes, continuada en obra, imagen y gratitud
por las generaciones de su casta; aquí, frente a su mar, respaldada por
sus montes, o en el entrañable "...recinto, sonando a multitud, de
Barcelona" (Marquina), nada mejor que aquellas soledades de su nemorosa jubilación,
en el país hermano. En el más tierno y suave de alma de nuestra
América, en medio de una solidaridad verdaderamente consanguínea
y de la dignidad, cotidianamente insuflada, de una libertad cada día más
difícil.
Si en casos así nos es posible mantener
aherrojada la retórica ("prends l'elocuence et tords lui le cou"),
es probable que la muerte nos consienta el lujo severo de una conclusión
moral, de una lección o enseñanza que prolongue el hecho más
allá de su anécdota, y que la cavilación nos sirva de pena
más decorosa que el llanto tremolado. Margarita, que salió de su
país para su trabajo alegre y no para el exilio "expiatorio",
muere, como los otros exiliados, de muerte incompleta, que es casi peor que de
una vida truncada. "Morirás lejos", grita desde su portada un
libro de María Teresa León; otro, también de demolición
íntima, se nombra: "Retornos de lo vivo lejano", de Rafael Alberti,
su marido. El augurio incontenible, la carcoma incesante de la muerte frustrada,
dispersada, dislocada, se oirá, royendo asimismo en los versos de Cernuda,
de Prados, de Altolaguirre, de Salinas, de León Felipe, sin salir de la
diáspora cancionera: se trata de la desazón, de la muerte contra
natura, de la presunción tremenda de esa orfandad última de la tierra;
la angustia que no cesa, como "el rayo que no cesa" de Miguel Hernández,
exiliado interior.
No obstante, Margarita, igual que todos,
trabajaron por España, vivieron por España; aunque no en ella, de
ella llevarán la simiente del fruto que halló lejos de su sazón
más rica, y en algunos la más honda, como en Juan Ramón "el
cansado de su nombre" que allí se dio nombre final: "animal de
fondo". ¿Cómo acusó todo esto España más
allá de lo musitado, de lo "consentido", de la captación
archivera y del fichero profesional que todo lo congelan? Se nos va cada uno de
estos gigantes nuestros, españoles de toda ella, vicarios de ella desde
alguna parte o parcela suya; se nos desploman lejos sin ese ancho caer acompañado,
prolongado, del que muere en su sitio; disminuido, reducido su caer en la escualidez
de un parte telegráfico o de una aséptica gacetilla, como forasteros
para siempre. ¿Con qué razones nos desprendemos de su legítima
aportación española? ¿Quién los pensó sinceramente
como interlocutores para el "decíamos ayer" con que los españoles
recomenzamos España cada tanto?
Margarita Xirgu, como
los demás -alguno en mis brazos, santo Dios- murieron de muchas cosas,
pero todos ellos dentro de una notoriedad, y también de un material provecho,
que en su fondo les resultaban insípidos, sin contento real. Meros cables
y gacetillas mortuorias, pasados o futuros, fueron o serán. P. Del Río
Hortega, C. Pí y Suñer, Pittaluga, Sayé, Jiménez de
Asúa... en la ciencia emigrada; Gaos, García Vacca, Sánchez
Albornoz, Américo Castro en las averiguaciones y meditaciones, con todos
los etcéteras que se quieran; cien más en las letras de la poesía,
y de la invención; miles en las profesiones y oficios oscuros y fértiles
que dieron prestigio básico al trabajador español rescatado de la
azarosa inferioridad laboral del viejo emigrante...
He aquí
un cortejo para el mutis final de Margarita hacia el trasmundo: esos tantos españoles
que merecen gratitud, no lástima de la patria. Digo, despidiendo a "la
Xirgu" y presumiendo lo que ella misma diría: Bien están las
prescripciones legales, gratas de leer, conciliadoras; mucho mejor las apelaciones
al "encuentro de los hermanos", pero que todo ello pierda, de una buena
vez, ese aspecto magnánimo de "concesión" que resuena,
en algunos, con acento discriminatorio, graciable. No hay que olvidar que "la
cosa" es entre españoles; que se opera con el alma de los españoles
para quienes la palabra "derecho" es mucho más viable y amable
que "perdón">>.

La
revista "Destino" publicava el 17 de maig de 1969, signat per Ángel
Zuñiga:
Margarita Xirgu: <<La muerte de Margarita
Xirgu, lejos de su patria, resulta sumamente dolorosa para quienes, a través
de los años, seguimos de cerca y de lejos su carrera artística.
Fue actriz única, en su tiempo, de aspiración y densidad nada comunes.
Tal vez, en lo primero, cabría hallar equivalentes: en lo segundo, no.
Ninguna otra alcanzó el rango y su categoría. Me refiero a los años
precisos de madurez dramática. La proyección de imagen y voz, el
entendimiento, la elaboración consumada del personaje, la averiguación
de su raíz humana más íntima, mantuvieron la exigencia total,
talento y nervio, de la más grande actriz de nuestra escena. Su ejemplo
ha determinado en mucha juventud que jamás pudo verla (Margarita Xirgu
salió de España en 1936, meses antes de estallar la contienda),
la creación de una leyenda. Desde el final de aquella guerra vimos aparecer
en los tablados escénicos infinidad de jóvenes con afán de
ocupar su puesto. La Xirgu era como una meta, ansia de fructificar en mil heroínas
distintas, la condición de mujer capaz de entender a todas ellas. Ninguna
ha satisfecho hasta ahora su medida.
La profesión, lo
más respetable de la persona cuando la persona es la primera en hacerla
respetable, ha sufrido demasiadas variantes. En los tiempos de Margarita, permitaseme
llamarle así en la sinceridad de mi afecto, la presión comportaba
exigencias mayores. Se variaba de personaje, a veces de noche a noche. Torbellino
de figuras que debían interpretarse a veces con la preparación de
cuatro ensayos enhebrada la rutina con actitudes y tics personales. Para un ser
inteligente, vocacionalmente entregado a la tarea, a la labor, al quehacer como
que se hace del mundo teatral, cada interpretación podía ser semillero
de experiencias, enriquecimiento de emociones si el sentimiento personal lograba
traducirlas. Era una dedicación por entero. Sólo cuando es así,
así parece también en la escena.
No tengo edad
para haber visitado a Margarita Xirgu en su primer tiempo, cuando hacía
del catalán la lengua dulce y armoniosa, vibrante y persuasiva de un pueblo
amable, benevolente, civil, civilizado. Al fin, yo hice de Cataluña, por
vocación, mi hogar, mis raíces de recuerdos en la hermandad con
sus gentes. Perteneciendo por familia a la cultura castellana, también
con afán por entender, por acercamiento, por saber de los demás,
me he centrado en el eje de sus sentimientos.
Hace años
vi a Margarita Xirgu en el Teatro Barcelona, junto a Enrique Borràs en
"Terra baixa", de Àngel Guimerà. Eran dos personalidades
opuestas. Borràs, en cuyo Manelic asomaba la pena social del grito desgarrado,
frente a la Xirgu, Marta de tantos hogares, resignada, discreta, perfumadamente
femenina en el vértice pasional del varón. Fueron dos intérpretes
catalanes que, cada cual a su manera, abrieron otro cauce para el teatro castellano.
También Borràs, era un ser de excepción, prodigiosamente
civilizado. Cuando voy a Barcelona siento todavía la nostalgia de las reuniones
en su casa con el privilegio de averiguar tantos de sus recuerdos.
La
vez primera que vi a Margarita Xirgu, siendo yo un niño, interpretaba "Marianela".
Sólo su enorme persuasión escénica, madurada ya en mil encuentros
con el repertorio vasto, prodigioso, podía redimir el melodrama lacrimoso
de las pobres gentes que reclaman su parte de piedad en la sociedad despiadada.
Debió de ser la primera de sus consagraciones en la escena castellana.
Todavía me atenaza el drama sentimental. Margarita poseía la facultad
de ennoblecer la figura de una pobre mujer con el acento estremecido que aspira
todavía a la esperanza.
Jamás dejé de
verla desde entonces. En mis recuerdos más queridos, entrañables
de ese juguete vital que es el teatro, su voz dolorida quedó para siempre
sujeta a mi oído, en la percepción del misterio femenino, desvelado
por su magia. Nada sabemos de nadie. La loca de la casa traza mil imaginaciones
posibles ante el secreto personal de cada ser humano. Muchas veces juzgamos sin
respetar. No entendemos que para bien o para mal cada persona es recipiente de
un soplo desconocido que aviva la llama de eso que entendemos por espíritu.
El
arte del intérprete cuando con condiciones aspira a cierta grandeza trata
de levantar el valor del misterio. Misterios de gozo, misterios de dolor. Un simple
relámpago cruza entonces la escena. Nos lo aclara con luz viva, aunque
solo sea por unos segundos. En ese breve espacio de tiempo se nos ofrece la ventaja
de entender a los demás, tanto como en los demás podamos examinarnos
a nosotros mismos. En la escena española de los años veinte y treinta,
ninguna actriz como Margarita Xirgu para el ejercicio de ese sacerdocio de ilusión
por el que llegamos a la adivinación, a la comprensión, la tolerancia,
pues, de este sueño de vivir, del que a veces despertamos con el sabor
agrio de una pesadilla.
Ir a ver a Margarita Xirgu proporcionaba un extraño,
íntimo deleite, que se nos ha arrebatado. Nos la arrebató primero
la vida. Nos la ha quitado ahora y para siempre la muerte. Ninguna otra actriz
sobrevivió con tal aliento al texto de tantas obras teatrales, consumadas
por su perfil trágico, auténtico, extraordinario. La última
vez que la vi fue en México, año 1956, interpretaba "La casa
de Bernarda Alba" de Federico García Lorca. De Lorca le había
visto estrenar "Mariana Pineda"; "Yerma" en el Barcelona;
"Doña Rosita" en el Principal Palacio.
Me
llevo a conocerle, antes de la representación, un ilustre periodista mexicano,
don Armando de María y Campos, una de las personalidades que en el mundo
teatral han escrito con mayor percepción, agudeza, conocimiento la historia,
las historias también de la escena. Jamás olvidaré este encuentro.
En persona, Margarita era el mismo portento de sabiduría teatral que tanto
me había conmovido en los escenarios. Conocía muy bien, por las
limitaciones de su salud, lo que podía ofrecer ya a la escena. No existía
un solo rasgo de vanidad en sus palabras. Se enfrentaba con la realidad con la
misma mentalidad abierta que le hacía cumplir su destino. Si las jóvenes
de Barcelona la tenían como modelo, aun sin conocerla, en toda América
el nombre de Margarita es venerado. Había dejado una estela luminosa de
talentos exquisitos.
Al día siguiente, el periodista
barcelonés Juan Tomás preparó una comida, creo recordar que
en Folkolare. Tampoco conocía yo a Tomás. Era de generación
anterior a la mía. Vivía a su manera bohemia, carcomido por el recuerdo
constante de las Ramblas. Esas Ramblas que tampoco volvería a ver.Todos
los seres humanos llevamos en nuestro corazón unas Ramblas nostálgicas
en donde dejamos la fragancia de nuestra juventud. Yo hubiese querido que todas
las flores de las Ramblas hubieran tributado el homenaje postrero a Margarita.
Tanto
en su casa, con su marido Miguel Ortín, como en la comida en el restaurante,
el placer de conversar de teatro con Margarita es de las impresiones que recuerdo
ahora con la pesadumbre de lo que ya no había de repetirse. Hablamos de
todo. Le recordaba yo con devoción sus temporadas en el Goya, en el Barcelona,
la última en el Principal Palace. El repertorio de Benavente, los Quintero,
Marquina, encontraba en la actriz el prodigio generoso de su persona. Llegaba
con autoridad a su magnífica "Santa Juana" de Bernard Shaw. Saltaba
también el recuerdo a su maravilla de delicadeza en "Los fracasados",
de Lenormand o en el prodigio de poesía de "Una tarde de octubre"
de Kaiser. En el Teatro Español, de Madrid, su Laurencia genial de "Fuenteovejuna";
en el teatro Griego barcelonés, su imponente "Medea". Hasta la
doña Inés del "Tenorio" era una estampa virginal, de gracia
llena.
Sentiré toda mi vida que cuando hace dos
años pasó por Nueva York no pude verla. Una universidad norteamericana
había organizado un homenaje a la actriz haciéndola dirigir "Yerma".
El homenaje debió ser de ella a unas aulas universitarias que no habían
conocido antes el estremecimiento dolorido de su presencia. Estuvo muy enferma
en Nueva York. Hablé mucho con su marido, Miguel Ortín. Había
ya una premonición de la muerte, cumplida ahora, al morir lejos de su patria>>.

Fons
Antoni i Ramon Clapés
La
revista "Àncora" de Sant Feliu de Guíxols publicava el
22 de maig de 1969, el següent article signat per Tomàs Roig i Llop,
que sap més que la pròpia família al assegurar que a la Xirgu
li van operar l'únic pulmó que tenia, que va tindre una agonia de
15 hores i que els pronòstics van ser molt pessimistes abans d'intervenir-la,
que en el cementiri el Dr. Cuatracasas, vingut expressament de Buenos Aires, pronuncià
unes emotives paraules de comiat o que a l'Havana hi ha un teatre Margarita Xirgu
:
Variacions a l'entorn de Margarida Xirgu: <<De tots
els lectors és prou coneguda segurament amb sincer dolor, la desolada nova
del traspàs de la que fou gran actriu i directora d'escena, Margarida Xirgu
i Subirà, la qual morí, als 80 anys, el 25 d'abril darrer, en una
clínica de Montevideo, després d'una agonia de quinze hores. L'operaren
del seu únic pulmó -feia anys que havia perdut l'altre- i els pronòstics
en haver-la d'intervenir eren molt pessimistes.
Parlar d'aquesta
gran figura catalana, nascuda a Molins de Rei i forjada, artísticament,
des del Teatre d'Aficionats fins a arribar a la més alta glòria
del Teatre universal, no cal fer-ho, car n'han estat ja recordats els valors més
importants en biografies i reportatges de premsa i ràdio. Ens referirem,
però, a alguns aspectes de la seva vida i la seva mort que, tanmateix,
val la pena d'esmentar:
En primer lloc, hem de remarcar que
la Xirgu passà alguns anys de la seva infantesa a Girona i això
no deixava mai de recordar-ho amb viu amor quan parlava amb els artistes del nostre
país que la visitaven a la seva bella residència de Punta Ballena.
Margarida
Xirgu era una entusiasta enamorada de les obres teatrals de Federico García
Lorca i que ella donà a conèixer apassionadament. El que signa assistí
a l'estrena de "Yerma", impressionant esdeveniment que no oblidaré
mai més. A aquesta excels intèrpret del Teatre lorquià es
pot ben dir que es deu gran part de la popularitat enorme que a les Amèriques
-sense excloure els EE. UU.-, tingué i segueix tenint García Lorca,
molts versos del qual es saben de memòria des dels humils tirabotes fins
a la gent de diner, i, ja no cal dir, els intel·lectuals. Ho ha pogut fàcilment
comprovar el signant cada vegada que viatja a Veneçuela i Colòmbia,
per exemple. Amb el seu nom hi ha Teatres, com el de L'Havana.
És
curiós de constatar que, en els seus temps de plenitud al nostre país,
la genial intèrpret de "La reina jove", era tan admirada i popular
que s'editaven targes-postals amb el seu retrat.
Són
molts suggestives les col·leccions de programes d'actuacions de l'actriu,
sola o amb altres famosos artistes i de fotos diverses amb motiu d'aquelles i,
àdhuc, del seu casament amb Josep Arnall (vídua, ara era casada
en segones núpcies amb Miquel Ortín, que havia estat el seu administrador),
fotos que es poden veure al Museu d'Art Escènic, a la Ciutat Comtal. És
d'esperar, que els seus hereus enriquiran amb altres records d'ella el que avui
encara és cosa relativament reduïda.
El traspàs
de Margarida Xirgu, que també era molt estimada a l'Uruguai -on realitzà
una tasca professoral fecunda i brillantíssima- i arreu de l'Amèrica
Llatina, com a persona i com artista extraordinària, ha commogut, així
mateix, aquells països. Vetllaren el seu cadàver tota la nit quatre
joves del Casal Català de Montevideo, vestits segons els costums nostres
antics. Sortí l'enterrament de l'Associació d'Artistes de l'Uruguai;
en el cementiri, abans de rebre sepultura al panteó del seu metge, un català
va dipositar en el taüt, embolcallat amb la bandera catalana, un saquet de
terra de Catalunya; i, després, el Dr. Cuatrecasas, vingut expressament
de Buenos Aires, pronuncià unes emotives paraules de comiat.
Margarida
Xirgu que, de noieta, havia conegut l'harmoniosa bellesa de la Girona antiga,
per a assaborir, ben aviat, la mel del triomf, a l'escena catalana, del restant
d'Espanya i en moltes capitals del món, ha emmudit per sempre en una nació
llunyana, però generosa i sensible. Ara només la podrem escoltar
bé i interpretant meravellosament García Lorca en l'automàtic
giravoltar dels discos.
En morir, la nostra Margarida Xirgu
tenia, com vulgarment es diu, les maletes fetes, per a tornar definitivament a
Barcelona...>>.

La
revista "Semana" publicava el mes de maig de 1969, signat per José
Montero Alonso:
Historia gráfica de Margarita Xirgu.
Ha muerto una gloria teatral de Cataluña y España. Trabajó
en teatros de aficionados cobrando cuatro pesetas por función: <<La
actriz estudiaba muy a fondo sus obras. Sentía por el teatro una verdadera
pasión. Era, por esto mismo, rigurosa y exigente en el trabajo. Uno de
los actores que junto a ella trabajaron, Enrique Guitart, ha contado que durante
los ensayos, por ejemplo, no permitía fumar ni leer. Quería que
la atención estuviese puesta integramente en la obra, en su sentido, su
texto y su movimiento. Que los intérpretes se adentrasen en el espíritu
y el ambiente de la comedia. "Los actores estaban obligados a seguir toda
la obra, aunque su papel fuese episódico, breve, de aparición fugaz">>
<<En
el otoño de 1906 -hace sólo unos meses que se casó, en Madrid,
Alfonso XII- dos escritores catalanes Julio Vallmitjana y Rafael Moragas, quieren
rendir un homenaje a Emilio Zola. Puede consistir ese homenaje en la representación
de la obra del novelista francés "Teresa Raquin"
A
la iniciativa se les une un comerciante de la zona barcelonesa de Gracia, Antonio
Niubó. Alquila éste, para la representación proyectada, un
teatro que hay en la calle Asturias: el Círculo de Propietarios de Gracia.
Niubó, que tiene una tienda en aquella barriada, es también un entusiasta
del teatro. Contrata a una actriz profesional, María Morera, y a unos cuantos
aficionados jóvenes. Entre ellas a Laia Guitart que interpretará
el papel de la protagonista en la obra de Zola.
Rafael Moragas
ha traducido el texto francés en ocho días. Son empezados los ensayos.
Se acerca la fecha del estreno. De pronto, un día -faltan sólo seis
para la representación-, Laia Guitart tiene un vómito de sangre.
El estreno tiene que ser aplazado.
Alguien, sin embargo, propone
la posible solución:
-Cerca de aquí, en la calle Santa Rosa,
hay un teatro de aficionados. Dan función los domingos por la tarde. Hay
allí una muchacha muy joven, que dicen que está bien. Acaso pudiera
hacernos ella el papel. ¿Por qué no vais a verla y hablar con ella?
DIEZ
PESETAS POR FUNCIÓN
Vallmitjana y Moragas se acercan
al local del que se les ha hablado. Están representando esa tarde de domingo
"Maria del Carmen" de Feliu y Codina. Cuando cae por última vez
la cortina, los dos amigos pasan al escenario y hablan a la muchacha. Quieren
que les haga el papel principal de "Teresa Raquin". Le muestran el ejemplar
de la obra.
-¡Pero si esto es larguísimo!...
Tarda en decidirse
la joven actriz. Ella trabaja en las funciones de los domingos y cobra por ello
diez pesetas. El resto de los días gana un jornal de cuatro pesetas haciendo
galones. Vallmitjana, ahora, le ofrece cuatro duros. Luego sube a cinco. La muchacha
parece dispuesta a aceptar. Pero no sabe si dispondrà de ropa. Ella vive
muy modestamente.
-¿Tiene usted un traje negro?. Le vale para los tres
actos últimos.
Si, tiene el traje negro; ha perdido hace poco al padre
y viste de luto. También tiene las otras ropas que aquellos dos señores
le piden: una falda y una blusa, simplemente. Todo queda acordado. Como que hay
que preparar carteles y programas, los visitantes piden a la intérprete
el nombre.
-Margarita Xirgu>>.
<<Esta es la
casa en que nació, en Molins de Rey, Margarita Xirgu, el 18 de junio de
1888. Fue el año de la Exposición Universal de Barcelona. La actriz
después, diría, refiriéndose a los tres ochos del año
de su nacimiento: "Vaig néixer l'any de les tres carbasses".
La casa tenía entonces el número 33 del Carrer de Baix, y esta calle
desde 1915, se llamó de Rafael de Casanova. El edificio tiene ahora el
número 83. El nacimiento de la actriz en aquella villa cercana a Barcelona
fue circunstancial: el padre, de oficio cerrajero, fue allí para montar
una fábrica. La infancia de Margarita transcurrió principalmente
en Breda, cuna de la madre, y en Gerona>>.
<<Una
de las más logradas interpretaciones de Margarita Xirgu en su primera época
fue el personaje de Catalina en la comedia "Juventud de príncipe"
de Meyer Forster. La actriz había pasado de las sociedades de aficionados,
en la Barcelona de 1906, a las compañías ya profesionales. Se reveló
muy pronto como una actriz de gran temperamento. Se vio en ella, primero, una
ingenua, pero su talento escénico era mucho más amplio. En esa primera
etapa de su trabajo, Àngel Guimerà escribe para Margarita Xirgu
"La reina jove". Estrena entonces también en lengua catalana
algunas obras universales como la "Salomé" de Oscar Wilde y "Elektra"
de Hugo Hoffmansthal>>.

La
revista "Proscenio" publicava el 1969:
Adiós
a Margarita Xirgu: <<Salió un día, a principios de 1936 para
América. No volvería nunca más. Llevaba cuarenta actores
y actrices. Innúmeros baúles, maletas, cajones de vestuario, de
material. Con ella iban Calderón y Lope; Lenormand y Giraudoux; Unamuno
y García Lorca; Benavente y Esquilo. Iban con ella muchos más, legión
de siglos y de culturas, porque ella era el teatro. Ella era Margarita Xirgu.
Hasta
la actual gira americana de la compañía María Guerrero, y
aún ahora, a pesar de eso, aquella larga, dramática excursión
de Margarita por todos los grandes escenarios de Hispanoamérica fue el
último gran resplandor del teatro español en el mundo descubierto
y creado por España. Por encima de dramáticas circunstancias, de
partidismos separadores impuestos por la ocasión aun más que por
las convicciones, Margarita fue, hasta hace unos días, la gran embajadora
del Teatro de España en todos los inmensos continentes americanos.
Ella
que había renovado el teatro español, que tenía una voz musical
y dramática que se apoderaba de quien la oía; había iniciado
su carrera en el teatro Romea, de Barcelona, con una pieza de Guimerà:
"Mar y cielo". Ocho pesetas diarias de sueldo. Un año después,
en el teatro Principal, era ya primera actriz. Quince pesetas diarias. La que
iba a hacer reinas, princesas, grandes damas, trágicas figuras iniciaba
en su tierra catalana una aventura artística que desembocaría en
el dominio del teatro en lengua castellana, lenguaje universal, bueno para las
grandes obras del espíritu desde Lope a Lenormand.
La
añoramos hoy, perdida para siempre, a sabiendas de que nunca estuvo perdida
para España, porque en América era bandera de españolidad,
ya que por su talla, por su historia, no podía quedarse en gallardete mezquino
de banderías. Creó escuela. Sembró actores y actrices, plantó
semilla española allí por donde fue y murió, ya cumplida
su larga carrera de eximia actriz, cumplidos ochenta años; camino de los
ochenta y uno, encendida todavía en añoranza de su tierra natal,
de su Patria grande a la que debía todo: verbo, acento, pensamiento. En
su voz, los grandes del mundo, desde Bernard Shaw a Eurípides tuvieron
acento nuestro, sangre de hispania fecunda. Esta doble página de pálido
recuerdo, de borrosas imágenes, es el homenaje que "Proscenio"
rinde a una insigne actriz española a la que su corazón había
rescatado, aunque no regresara, para todo lo auténtico, hondo y eterno,
del teatro español>>.

La
premsa publicava el 1969:
Ha muerto una gloria teatral de Cataluña
y España. Historia gráfica de Margarita Xirgu. Como nació
"La sirena varada", uno de los más resonantes éxitos de
la actriz: <<En su interpretación de la obra de García Lorca
"Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores", estrenada
por Margarita Xirgu en el Principal Palace, de Barcelona, a finales de 1935. Repetidamente
se unieron los nombres del poeta y la actriz en las carteleras teatrales. Desde
que Lorca llegó a Madrid, en 1919, su consejero, amigo y protector había
sido Eduardo Marquina. Por éste se puso en relación con Gregorio
Martínez Sierra y consiguió así estrenar su primera obra
"El maleficio de la mariposa". Lorca envía, años después,
su "Mariana Pineda" a Margarita Xirgu, más no consigue una respuesta
de ésta. Y acude, en vista de ello, a Marquina, pidiéndole su apoyo
a cerca de la actriz. Margarita, finalmente, estrena "Mariana Pineda",
que es el primer gran éxito del poeta>>
<<Margarita
Xirgu con Federico García Lorca, al término de un recital poético
que dieron conjuntamente en los salones de la Sociedad El Sitio, de Bilbao, en
enero de 1936. La primera obra del poeta estrenada por la actriz fue "Mariana
Pineda", a la que después seguiría "Doña Rosita
la soltera" y "Yerma". Más tarde, en Buenos Aires, además
de estas tres obras, Margarita Xirgu representó también "Bodas
de sangre" y "La zapatera prodigiosa". Y por último, en
estreno absoluto, "La casa de Bernarda Alba". El ímpetu personal,
violento y trágico que late en buena parte del poeta granadino rimaba perfectamente
con el magnífico temperamento escénico de la actriz>>
UN
ESCRITOR EN EL VALLE DE ARÁN
<<Otro escritor joven,
nacido en Asturias, Alejandro Casona, sueña también con el teatro.
Le interesa éste, a la vez, como creación literaria y como representación
escénica. Hasta una vez -en tierra levantina- fue con una compañía
de cómicos de la lengua. Fue una aventura de muchacho, una leve experiencia
que, sin embargo, le dejó un regustillo amargo: abandonado por aquella
compañía hubo de volver andando a casa.
Años
después de aquella "primera salida", Alejandro Casona -su trabajo
es el de maestro- se halla en el Valle de Arán. No ha cumplido todavía
los veinticinco años y se siente feliz ante la belleza y la grandeza de
aquel paisaje. Ha ido allí porque los maestros, en lugares alejados y de
vida difícil, cobran más. Y él quiere casarse...
Son
tres años muy intensos de libros y de soledad, de paz y de montaña.
Lee, escribe. Vive en él, latente, la afición al teatro, y un día
hace una piececilla escénica para los chiquillos de su escuela: "La
pájara pinta". Y otro día comienza a escribir "La sirena
varada".
Acabada la obra, viene a Madrid. Ve a uno y otro
empresario. Más siempre el mismo resultado negativo. No quieren ni leer
siquiera la comedia. Antesalas, entrevistas, disculpas... En definitiva nada.
Alejandro Casona, ante la muralla del ambiente teatral, piensa en renunciar a
sus propósitos. Pero aún quiere hacer algunas nuevas tentativas.
Escribe
a Adrián Gual, un escritor catalán muy inteligente, especializado
en temas teatrales, muy atento a todos los temas e inquietudes de la escena. (En
aquel Círculo de Propietarios de Gracia, en que Margarita Xirgu interpretó
"Teresa Raquin", había dado Gual sus primeras sesiones escénicas).
Adrián Gual le responde enseguida, entusiasmado con la obra. Y le dice
que se la enviará y recomendará a Margarita Xirgu.
PEQUEÑA
HISTORIA DE "LA SIRENA VARADA"
No tarda en llegar
al escondido Valle de Arán una carta de la actriz. Dice ésta que
estrenará la comedia, aunque no puede garantizar aún en que momento.
En esta espera pasa Casona algún tiempo: un año, dos, tres... No
surge la ocasión de estrenar la obra. Sí surge, en cambio, la convocatoria
del Premio Lope de Vega, del Ayuntamiento de Madrid. El premio lleva consigo,
junto a su importe en metálico, el estreno en el teatro Español.
Alejandro Casona presenta su comedia al convocado concurso. Participan en éste
varios centenares de títulos.
En las sucesivas eliminatorias
va saliendo adelante, con algunas otras comedias, "La sirena varada".
La lucha, finalmente, es entre dos obras: "Alejandro Magno", de José
Camón Aznar, y la de Casona. Alguien, un día, dice a éste
que sabe, de buena fuente, que el concurso se ha fallado a favor de Camón.
Adiós, una vez más, al estreno, a tantos sueños acariciados
día trás día.
Esa misma tarde en que dan
a Casona la adversa noticia, sube a un tranvía -ya han quedado lejos las
estancias en el Valle de Arán- camino de su trabajo. Los vendedores vocean
los diarios de la tarde. Un señor, en la plataforma del tranvía,
ha comprado "La Voz", y comienza a pasar las grandes hojas del diario.
Casona alarga la vista y lee rápidamente los titulares del periódico.
Uno, de pronto, le sobresalta: "Premio Lope de Vega. "La sirena varada",
de Alejandro Casona"
-¡Por favor, señor! Un momento...
El
escritor coge el diario, ante la asombrada mirada del viajero. Comprueba la noticia,
devuelve nerviosamente "La Voz" al señor que junto a él
estaba y salta del tranvía. Compra el periódico, lee de nuevo bajo
la luz de un farol.
Echa a andar, a correr casi. Se acerca
al teatro Español, donde actúa la compañía de Margarita
Xirgu. A los quince días, la comedia empieza a ensayarse. El estreno es
un éxito resonante, para el autor y la intérprete. A la siguiente
temporada, una nueva comedia: "Otra vez el diablo". Y otra vez el éxito,
para Alejandro Casona y para Margarita Xirgu>>.
EL MEJOR
TEATRO DE TODOS LOS TIEMPOS SE HIZO ALLÍ EN CASTELLANO
<<Es
ya el umbral de 1936. España en tensión. Un estado latente de guerra
civil. Margarita Xirgu da una conferencia en el Liceum Club de Barcelona: "El
teatro y yo". Comienza aquel año. La actriz embarca con su compañía
para América, Actúa en La Habana. Durante esa actuación,
muere el marido. La guerra ha empezado en España.
Recala,
finalmente, muy avanzado 1936, en Buenos Aires. Trabaja intensamente. Escritores
españoles y extranjeros, clásicos y modernos, van siendo interpretados
por ella, con la misma apasionada inquietud literaria y teatral de las temporadas
de Madrid y Barcelona. Se da a esos estrenos un matiz político. Lo evocará
así, años más tarde, el escritor Eduardo Blanco Amor. "En
los memorables estrenos, siempre entreverados con la tensión de "lo
otro" (cada derrota volvía más interminables las ovaciones;
ya había dicho Unamuno que los españoles éramos "gente
de viceversa"), los pasillos, el saloncillo, los camerinos de la actriz se
llenaban de gestos excitados, de reprimidos sollozos, de vivas>>.
Fons
Antoni i Ramon Clapés
El
juny de 1969 es publicava a la revista "Serra d'Or" el següent
article signat per Josep M. Poblet:
Margarida Xirgu la dona
i l'actriu: <<Amb Margarida Xirgu se n'ha anat la darrera de les màximes
actrius catalanes que formen la gran trilogia. La primera, Francesca Soler, més
coneguda per "La Paca", als inicis del nostre llavors incipient teatre,
ara fa un segle. Després, Carlota de Mena, en honor de la qual i amb motiu
de la seva mort, l'any 1918, fins i tot hom organitzava unes funcions per erigir-li
un bust, iniciativa que, com en el cas del monument a Àngel Guimerà,
quedava en projecte. Recentment, Margarida Xirgu. No és que no hàgim
tingut d'altres grans figures femenines a l'escena catalana, ja que, referint-nos
concretament a les més recentment desaparegudes, cal assenyalar els noms
de Maria Morera, Emília Baró, Maria Vila, Mercè Nicolau...
És evident, però, que d'entre aquests noms, el més vigent,
el voltant d'una major aurèola, el que tenia una autoritat representativa,
l'esdevingut símbol, malgrat els trenta anys llargs de no haver-la pogut
veure actuar, era el d'aquesta il·lustre actriu. El fet, possiblement resta
condensat en dos aspectes essencials amb la seva persona: la dona i l'actriu.
O al revés, com vulgueu.
En primer lloc hem d'assenyalar
que la Margarida -com era anomenada familiarment- és el cas típic
de l'actriu que es fa per mèrits propis. Nascuda el 1888 a Molins de Rei
d'una família humil, encara joveníssima actua dins el grup d'afeccionats
"Gent Nova", de Badalona. D'allí passa a un teatre semi professional
de Gràcia on un dia determinat ha d'encarregar-se de pressa i corrents
del paper d'una primera actriu. Se'n surt tan bé i interpreta amb tant
d'amor el rol que li és confiat a darrera hora, que l'esdeveniment -succeït
quan encara no tenia vint anys- li obrirà totes les portes. És llavors
quan, pel neguit d'anar endavant, s'allista a les rengleres d'Adrià Gual
i el seu "Teatre Íntim", puix que una de les característiques
que tothora donarà personalitat a l'actriu serà l'ànsia de
petjar nous camins. Enduta per aquest tremp que pot més que ella mateixa,
moltes vegades abandona el teatre anomenat comercial i s'embranca en la interpretació
d'autors grecs o descobreix (?) Valle-Inclán. L'afany de saber, de voler
fer coses i de fer-les bé, presidirà la seva vida, àdhuc
quan per causa d'estar contractada ha de seguir les normes d'una empresa particular.
Recordem les llargues temporades del Principal, amb un repertori que va del vodevil
"Petit i Patot" a "La campana submergida", de "La reina
jove" a "Mar i cel", de "Joventut de príncep"
a "Salomé", aquella "Salomé" que causa tants
esgarips entre la gent dita de la bona societat, com si la intèrpret de
l'obra d'Oscar Wilde pogués aparèixer a escena abillada amb un vestit
de farbalans. Margarida, en el seu interior, es riurà una mica de tot,
ja que per a ella només compta una voluntat: la de servir el teatre en
les facetes més diverses i servir-lo, encara, amb la millor de les eficàcies.
Així, flexible de mena, passa del gènere còmic al dramàtic,
de la tragèdia a la comèdia amb la més gran naturalitat.
Recentment hom ha retret, una vegada i una altre, la seva "Medea" al
teatre grec de Mèrida; però, ¿és que podem oblidar
la deliciosa "Xocolatereta" en la comèdia lleugera de Paul Gavault?
A
mesura que transcorren els anys, l'actriu es forja per ella mateixa, per aquest
delit, que porta reblat a la massa de la sang, d'instruir-se; que si la seva formació
no ha estat de l'escola primària, de bon començament, des de la
seva joventut, ha maldat per llegir tots els llibres que li cauen a les mans;
per voler saber allò que passa al teatre de més enllà de
les nostres fronteres. S'ha afeccionat a la lectura i també a escoltar
la gent entesa que ha reunit al seu entorn, les amistats il·lustres que
han pul·lulat a la seva vora, i tot plegat l'ha convertida en la més
conscient de les nostres actrius. Ha estat aquest afany de surar, de voler passar
pel carrer del mig, que l'ha transformada en la representació més
viva i més autèntica de la perfecta autodidacta. Aquest seu temperament
i la seva embranzida proverbial, fa que l'any 1914 voli ja cap a Madrid.
I
ara ve la part que amb motiu de la seva mort ha quedat silenciada i que per a
nosaltres representa una de les millors qualitats com a dona, i que no és
altra que una pregona i sentida civilitat. Margarida Xirgu és una catalana
que porta aferrades les característiques de la terra que l'ha vist néixer;
no era debades que l'any 1932 Barcelona la nomenava filla predilecta. El 1936,
poc abans d'esclatar la guerra, marxa a Amèrica amb la seva Companyia.
I és pel fet d'anar-hi com a director artístic Rivas Cherif, el
cunyat de Manuel Azaña, per haver estrenat "La corona", d'aquest
autor, per sentir-se inclinada -gràcies a Déu!- pel teatre poètic
de García Lorca i de Casona, que aneu a saber fins quan haurien estat oblidats,
per plaure-li la manera de fer de Galdós i d'Unamuno, que hom li penja
el cartell "d'actriu republicana". I, més concretament encara,
d'actriu republicana d'esquerres, mentre que Margarida no era altra cosa que una
dona liberal, demòcrata i catalana, i si per aquesta circumstància
s'inclinava a una tal manera de pensar, cal dir que mai no va formar part de cap
partit ni organització política. Era, això sí, tothora
fidel als seus sentiments, allunyada de partidismes, sincera en tots els seus
actes, es tractés de qui es tractés, per alta que fos la representació
política o literària del seu contra opinant. Posem-ne dues mostres
possiblement ignorades per molts dels nostres compatriotes. A l'Havana, i durant
la tournée esmentada -una de tantes que havia fet al Nou Món-, se
li ha mort el marit. L'ambaixador d'Espanya proposa a l'actriu de convertir una
de les sales de l'ambaixada en una capella ardent, i Margarida, trobant el fet
excessiu, s'hi nega. Quan Manuel Azaña lliura a l'actriu la seva obra "La
corona", ella no s'està de dir a l'autor que, deixant a un costat
els mèrits literaris, la troba atapeïda i lenta. (Vegeu "Retrato
de un desconocido", de Cipriano Rivas Cherif. Editorial Oasis. Mèxic
1961).
Tot plegat vol dir que Margarida era una dona de caràcter
que obrava i sabia obrar per reaccions pròpies. Fidel a aquesta manera
d'ésser, quan fa uns anys veia acabada la seva tasca educativa i de formació
d'actors i d'actrius, ja fos en terres de Xile, de l'Argentina, o de l'Uruguai,
expressava el seu desig de venir a morir a Catalunya. Però l'exabrupte
d'algú que possiblement tenia la pau als llavis, però que continuava
amb la guerra al cor, la feia desistir, que ella, malgrat la classificació
que li havia estat feta, no volia que el seu nom servís de bandera de ningú.
És, doncs, per aquest motiu que ha mort lluny de la seva terra. Alguns
dels amics que darrerament l'havien visitada, ens han parlat que de la seva boca
no sortia cap paraula de retret. Sempre havia viscut senyora -d'aquesta senyoria
que es porta dins-, i sabia oblidar les males passades. Montevideu va donar-li
el darrer dels adéus amb una manifestació de dol impressionant,
en un seguici inacabable on, com mai, hom pot dir que hi figuraven totes les classes
socials, mentre la premsa del país li dedicava el més fervorós
dels records, i una mà sensible deixava dipositada dins la caixa que embolcallava
les seves despulles, un grapat de terra catalana. Aquella terra catalana que algú
li havia volgut negar>>.

Fons Antoni i Ramon Clapés
El
juny de 1969 a Buenos Aires es va publicar el següent article signat per
Pedro Massa:
Recuerdos que tiene de Margarita Xirgu Alberto
Closas: <<Ante una sala totalmente llena habló hace unos días
Alberto Closas sobre Margarita Xirgu, en la Asociación Patriótica
Española de Buenos Aires. No es posible recordar con palabras más
justas y emocionadas a la gran actriz. Desde el instante en que es presentado
a ella en Santiago de Chile, hace treinta años, Por Lezama, Barbero y Ontañón,
y le hace Margarita la conocida pregunta de "cuánto tiempo resistiría
sin comer", para augurarle en seguida triunfos en la escena al contestarle
Closas que "sería capaz de un año de ayuno"; desde ese
instante de humor y vaticinio hasta la vista, hace quince días, al cementerio
del Buceo, en Montevideo, para poner unas flores amarillas y rojas sobre la tumba,
no muy a la vista, de la eximia comedianta, la gloria y el influjo de Margarita
están presentes en la trayectoria artística del actor y, consecuentemente,
ahora en su recuerdo.
Tés inolvidables en casa de la
Xirgu, en Santiago, para la delicia de oirle hablar de la historia del teatro
español y de las grandes figuras de su tiempo -Borràs, Tallaví,
Thuillier, Rusiñol, Guimerà, Valle-Inclán- y, demás
de estos regalos del espíritu, los también preciosos de la buena
mesa, ya que Margarita sabía que Closas y sus amigos estaban en una pensión
tan excelente que el menú se componía, por lo menos, de tres platos:
sentarse, levantarse y ensalada.
Temporada, años después,
en el teatro Avenida, de Buenos Aires, con la comedia de Rafael Alberti "El
adefesio". "Margarita -dice Closas- salía en esta obra con una
impresionante barba negra. Aparecer ella en escena y estallar la más formidable
ovación que he escuchado en mi vida, todo fue uno. Premiaba así
el público, primero, la presencia de Margarita, que despertaba siempre
un verdadero entusiasmo, y luego, su coraje por cubrir su rostro con aquellas
barbazas, por muy Rafael Alberti que fuera el autor de la pieza".
Más
y más recuerdos: el estreno en Buenos Aires de "La dama del alba",
de Casona, y de "El zoo de cristal", con Margarita, Esteban Serrador
y Closas. Sus largos años en Montevideo, como directora de la Comedia Nacional
Uruguaya. Sus visitas a la Xirgu, en su casa de Punta Ballena, donde hacía
que su ama de llaves, Teresa, preparase al "noi" -Closas fue siempre
para ella el "noi"- mongetes amb botifarra, porque sabía que
era su plato predilecto.
La última vez que vi a Margarita
-recuerda Closas- hace cinco años, en su casa de Montevideo, estaba enferma.
Sentado a los pies de su cama estuvimos charlando horas y horas sobre todo lo
que ocurría en el mundo del teatro, lo mismo en España que en algunos
países de Hispanoamérica. Su interés y su formación
sobre todo lo concerniente a la vida escénica eran extraordinarios. Antes
de separarnos quise que me dedicara una foto que me había dado, hacía
tiempo, dedicada también, por don Enrique Borràs. En esa foto aparecían
ella y Borràs en una escena del "Tenorio". Margarita contempló
en silencio la foto, se le llenaron los ojos de lágrimas y luego me la
dedicó cariñosamente. En aquel silencio y en aquellas lágrimas
ví yo la honda emoción de toda su vida artística, que revivió
ante sus ojos, simbolizada en el retrato de los dos grandes comediantes.
Al
terminar la construcción del teatro Marquina, Closas quiso que Margarita
asistiese a la inauguración del teatro. "Necesito -le dijo, en conferencia
telefónica- que pise usted el tablado para que tenga historia y tradición"
"No, Alberto, no -contestó la Xirgu-, ya la tendrán contigo.
Yo no podría resistir, a mis años, el fuerte choque emocional de
pisar de nuevo un tablado español, y más si ese tablado está
levantado por ti, que te considero como mi hijo espiritual y artístico".
Margarita
hizo siempre el teatro que verdaderamente le gustaba, no el que da dinero, sobre
todas las cosas, guste o no guste a los intérpretes. "Yo me conformo
-decía- con tener diez filas de butacas en mi teatro, pero diez filas toda
la vida. Si viene el éxito multitudinario, bendito sea, pero las diez filas
que no falten nunca".
La última parte de la charla
de Closas fue para reseñar su peregrinación por los dos cementerios
de Montevideo hasta encontrar la tumba de Margarita Xirgu. Primero estuvo en el
Central, en un día espantoso de lluvia y viento. Preguntó, consultaron
libros y registros y la sepultura de la gran actriz no aparecía en ninguna
parte. Nuevas averiguaciones, nuevas idas y venidas. Por fin, alguien le informa
que Margarita está enterrada en el cementerio del Buceo, no en tumba propia,
sino en el panteón de una familia amiga. No hay signo, cruz ni lápida
alguna que indique el lugar exacto en que reposan sus cenizas. Sólo por
una cifra -123 bis- se conoce ese lugar. Y también por las flores ya mustias
de una corona que depositó allí, el día del sepelio, el elenco
de la Comedia Nacional Uruguaya, que Margarita dirigió muchos años.
(Estas palabras de Closas, dichas con emoción vivísima, casi con
lágrimas en los ojos, conmovieron profundamente al auditorio. Y en medio
de un silencio impresionante pronunció esta palabras últimas:) "Yo
quisiera, no como hombre de teatro, sino como español, que Margarita Xirgu
descansara pronto en España, en un rincón de su Cataluña
natal, junto al mar que la vio nacer". (Una ovación larga y encendida
subrayó este final).>>
El
divendres 12 de setembre de 1969 "El Noticiero Universal" publicava
el següent article signat per Galindo:
Homenaje Uruguayo
a Margarita Xirgu: <<No estamos tan sobrados de figuras estelares para que
olímpicamente podamos dejar pasar en la indiferencia las voces de homenaje
que hacia ellas nos llegan de allende el océano, porque si el elogio en
nuestros labios puede considerarse convencional o fruto de la pasión, es
todo sinceridad en quienes viven lejos de nosotros.
En Cataluña,
la muerte de la que fue gran actriz Margarita Xirgu fue dignamente comentada por
nuestras más prestigiosas plumas y sin que ni por asomo lo impulsen los
vínculos de amistad que nos unen, recordaré que la oración
aquí publicada por Julio Manegat, caló muy hondo en mí. Tengo
entendido, en cambio, que en ciertos ámbitos de la información nacional,
no se estimó necesario evocar el recuerdo de la figura desaparecida.
Pero
los artistas saben siempre sobreponerse a las menudencias y son fieles al compañerismo;
no es, pues, de extrañar que recién llegados a Montevideo los integrantes
del "Teatro María Guerrero" de Madrid, se trasladaron en comitiva
al cementerio del Buceo, para rendir a Margarita Xirgu el postrero homenaje, con
una ofrenda floral depositada en su tumba.
Pocos saben que
la que fue eximia actriz recibió un profundo homenaje por parte de la Cámara
del Senado del Uruguay. No solo por agradecimiento al gesto, sino por el evidente
interés de los discursos pronunciados en aquella sesión del día
6 de mayo, no puedo sustraerme en dar a conocer algunos de los principales párrafos
que copio del propio Diario de sesiones de aquel Senado.
Dijo
el señor Hierro Gambardella, ex-ministro del partido "colorado":
"Hace pocos días falleció en nuestro país una eximia
actriz y una gran mujer, como lo fue Margarita Xirgu. Era catalana, se había
formado artísticamente en el gran teatro dialectal de Cataluña,
antes de acceder a la universalidad del teatro castellano. En su muy primera juventud
entró en el Madrid de Benavente, componiendo, con otras grandes figuras
de la escena, la imagen de un nuevo teatro español que, retomando las esencias
mismas del Siglo de Oro, se proyectaba, empapado de tierra, hacia la universalidad.
La década del 30 llevó a Margarita Xirgu a ser la exponente de un
teatro mojado de poesía, empapado de tradición y, sin embargo, proyectado
en la más fina esencia del alma humana. Me estoy refiriendo al inmortal
teatro de Federico García Lorca. Ella fue la intérprete preferida
y dilecta del gran poeta granadino. Nadie en la lengua española ha dicho
los desolados versos fatalistas del gran brujo, como los dijo Margarita Xirgu.
La recuerdo en un viejo teatro cuando, para asombro de todos, fue la primera mujer
del teatro contemporáneo que expresó el mágico milagro de
Hamlet. Nadie que haya vivido aquellas horas puede olvidar el monólogo
inmortal de la duda, dicho por aquella catalana universal".
El
ex-ministro del partido "blanco", señor Rodríguez Camusso,
que se expresó a continuación, dijo entre otras cosas: "Queremos
sumar nuestra voz de homenaje a las manifestaciones vertidas ante la desaparición
de ese hálito magistral, de aquella presencia impalpable, de aquel trozo
del arte maravilloso que la Madre Patria repartió por el mundo y que tocó
también a nuestro Uruguay", y terminó sumándose a todo
lo expuesto por el anterior orador.
Finalmente, la ex-alcalde
de Montevideo, señora Roballo, quiso completar la moción presentada
solicitando que el Senado se pusiera de pie.
Por unanimidad
se aprobaron las dos mociones y todos los senadores se levantaron, guardando unos
instantes de silencio como tributo póstumo a Margarita Xirgu>>.

Retrat de Margarida Xirgu.
Agencia
Efe
àlbum
de fotos
XAVIER RIUS
XIRGU
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